Durante tres largas jornadas, el buque cientÃfico Falkor Too permaneció inmóvil amarrado en la dársena 3 del Puerto de Buenos Aires, convertido en sÃmbolo involuntario de la impaciencia y la frustración de treinta investigadores y toda una tripulación que aguardaban la señal de partida hacia el Atlántico Sur. La expedición —bautizada con el sugestivo nombre Ecos de 2 cañones— estuvo a punto de negarse antes de zarpar, vÃctima de dilaciones administrativas y decisiones polÃticas que pusieron en vilo un proyecto de alto valor cientÃfico y estratégico.
La firma de un convenio resultaba el único obstáculo. El ministro de Defensa, Luis Petri, debió rubricar el acuerdo con el Schmidt Ocean Institute, propietario del buque que presta sus servicios de manera filantrópica, con un costo de mantenimiento diario estimado en 150.000 dólares. Sin embargo, en el marco de su rol como candidato legislativo y a pocas semanas de dejar su cargo, optó por delegar la potestad en el Servicio de HidrografÃa Naval. El contraalmirante Hernán Jorge Montero asumió entonces la responsabilidad y, finalmente, estampó su firma. Con ello, el barco pudo levantar anclas a las 13 horas de ayer viernes 3 de octubre de 2025, con rumbo hacia las áreas de cañones BahÃa Blanca y Rawson, donde permanecerá hasta fines de octubre.
La demora dejó un sabor amargo entre los cientÃficos a bordo. No solo por el tiempo perdido y el gasto innecesario, sino también por lo que interpretaron como una muestra de desdén hacia el trabajo de la comunidad académica. El recuerdo de la ágil expedición anterior, transmitida en vivo desde las profundidades del cañón submarino de Mar del Plata, contrastaba con la burocracia que esta vez los mantuvo varados frente al puerto, observando cómo los dÃas se esfumaban sin poder desplegar sus instrumentos.
El trasfondo polÃtico no pasó inadvertido. Algunos investigadores sospecharon que la firma del convenio podÃa resultar incómoda para un ministro en plena campaña, temeroso de asociarse a una impronta “filo-cientÃfica†en tiempos de restricciones presupuestarias y desconfianza hacia el sector. El episodio, más allá de las explicaciones oficiales, se transformó asà en una metáfora de la tensión persistente entre la ciencia y el poder polÃtico.
Superada la tormenta en tierra, la tripulación encara ahora un desafÃo cientÃfico de magnitud. La misión Ecos de 2 cañones prevé cartografiar el fondo marino, desplegar boyas con sensores, operar vehÃculos submarinos de control remoto y recolectar muestras de agua, plancton y sedimentos. Bajo la dirección de la oceanógrafa Silvia Inés Romero, y con la colaboración de investigadoras como Graziella Bozzano, Laura Ruiz Etcheverry y Ornella Silvestri, el equipo buscará descifrar la interacción entre la morfologÃa del talud continental, las corrientes oceánicas y la vida marina en una zona de cañones submarinos a 135 millas náuticas al Sud sudeste (SSE) de Mar del Plata, previsto su arribo para el domingo 5 de octubre a media tarde (16:00hs local).
Más allá del rigor cientÃfico, el valor de la campaña trasciende las fronteras del laboratorio: los datos obtenidos serán fundamentales para comprender la riqueza pesquera del Mar Argentino y, en consecuencia, para reforzar la soberanÃa sobre uno de los recursos más codiciados del paÃs. Como en la misión previa, parte de las operaciones podrá seguirse en tiempo real a través de transmisiones en redes sociales y en YouTube, ofreciendo al público una ventana al mundo submarino.

El buque que parecÃa condenado a la quietud ha puesto proa al sur, encontrándose al momento de esta redacción, en el lÃmite del RÃo de la Plata con el mar argentino. La incertidumbre quedó atrás, y el mar abierto vuelve a presentarse como escenario de descubrimiento.
La ciencia argentina, a bordo del Falkor Too, retoma asà su travesÃa, con la convicción de que cada dato, cada imagen y cada hallazgo serán parte de un relato mayor: el de la exploración de un océano tan vasto como enigmático, y el de un paÃs que todavÃa debate cuánto está dispuesto a invertir en conocerlo.









