En una soleada y primaveral tarde de lunes, el Astillero Naval Federico Contessi y Cía. S.A. celebró la botadura número 149 de su historia, marcando un hito de renovación y esperanza en la industria naval argentina. En esta ocasión, el protagonista fue el buque pesquero «LITO», construido para la firma armadora Insólito S.A. Este buque de 24,10 metros de eslora originalmente formaba parte de un contrato múltiple firmado en 2021, pero, debido a las cambiantes circunstancias del sector pesquero, cambió de manos antes de su botadura.
La ceremonia no solo celebró la culminación de un proceso de construcción naval, sino que destacó la importancia de la inversión en tiempos de desafíos económicos. El Astillero, que cuenta actualmente con siete buques en construcción simultánea, ha sido testigo de los impactos de la crisis pesquera, reflejados en la vacante prolongada de una grada de construcción, un hecho que no ocurría desde hacía mucho tiempo. Esta situación pone de relieve la necesidad de revitalizar el sector y garantizar su sostenibilidad a largo plazo.
Domingo Contessi, presidente del Astillero, expresó en su discurso de agradecimiento el reconocimiento al grupo Arbumasa y a la familia Di Bona, emblemas de más de 50 años de tradición pesquera en Argentina. En un gesto de profundo respeto y gratitud, también dedicó un emotivo aplauso a los trabajadores y profesionales del astillero, quienes, pese a las dificultades del contexto actual, continúan apoyando y promoviendo la industria nacional con compromiso y dedicación.
En su alocución, Contessi también abordó cuestiones macroeconómicas, señalando la necesidad de controlar la inflación y ordenar las finanzas públicas para mantener el superávit fiscal. Sin embargo, destacó la preocupación del sector exportador por la «inflación en dólares», causada por un tipo de cambio que no refleja la inflación interna, lo que afecta gravemente la cotización de proyectos de largo plazo como la construcción de buques. Subrayó la importancia de un tipo de cambio oficial libre para mejorar la competitividad sin recurrir a devaluaciones que afecten aún más a la economía.
Asimismo, enfatizó generando momentos de profunda reflexión entre los participantes de este solemne acontecimiento, cuando el propio constructor dijo, » la mayoría de los empresarios entendemos que es indispensable eliminar la inflación y ordenar la macro y por ende apoyamos todos los esfuerzos que se hacen para mantener el superávit fiscal. Pero los que estamos vinculados a sectores exportadores no podemos dejar de mencionar que la inflación en dólares que venimos padeciendo por un “crawling” que no acompaña a la inflación interna, erosiona mes a mes nuestras capacidades, nos complica enormemente la cotización de este tipo de obras de largo plazo y nos termina dejando en un punto muy cercano al de Noviembre de 2023 en términos de competitividad. En definitiva, no queremos otra devaluación, pero si necesitamos imperiosamente que el tipo de cambio oficial deje de estar controlado y sea completamente libre.
El vaso medio lleno es que sabemos que este gobierno comparte el objetivo de levantar el cepo. El vaso medio vacío es que entendemos que hoy no están las reservas necesarias para hacerlo sin sobresaltos y en un escenario donde el tipo de cambio actual invita más a importar que a exportar, es probable que esa acumulación de reservas lleve más tiempo que el deseado.
En esta compleja coyuntura se encuentran las industrias pesquera y naval. Sería un grave error hacernos los distraídos y no exteriorizar lo que nos pasa. La previsibilidad de las cuotas es muy importante, pero también lo es la rentabilidad. El sector pesquero no tiene que sentir vergüenza al reconocer que algunas de sus explotaciones son “a pérdida”, a mostrar datos duros y abrir sus costos. Porque del otro lado tenemos todos los días pretensiones de más aumentos, de proveedores, sindicatos y de los propios gobiernos nacional y provincial. Si no moderamos y racionalizamos esas negociaciones, más temprano que tarde la Industria Pesquera profundizará su actual crisis a niveles que serán difícil de revertir y en ese escenario es posible que se caigan empresas, que se pierdan muchos puestos de trabajo y obviamente será mucho más improbable que alguien quiera construir un barco «.
Este evento en el puerto de Mar del Plata fue, sin lugar a dudas, una jornada de alegría y esperanza, pero también de reflexión sobre los desafíos que enfrenta la industria naval y pesquera. La inversión y el esfuerzo colectivo de trabajadores, empresarios y el Estado en sus decisiones por crear las mejores condiciones para poder desarrollar modelos productivos, industriales manufactureros que fomenten a las exportaciones, serán clave para garantizar la continuidad y el crecimiento de un sector vital para la economía argentina.
No obstante, es bueno destacar la pésima imagen del sector de la política, que muchas veces por inaugurar el tapado de un bache se hacen presentes dando clase de ciudadanía y compromiso democrático; y ante un evento de esta naturaleza, donde el trabajo, esfuerzo , ahorro, e inversión ponen de manifiesto una apuesta a una ciudad, provincia y país, que nada da al empresariado y a los trabajadores (por el contrario, quita); siquiera invertir algunas horas para poder acompañar -aunque sea hipócritamente- a los actores que todos los días durante más de 60 años de trabajo aportan con sus impuestos para que ellos puedan tener, en distantes escritorios, una vida decorosa.
El evento más importante de un barco, su botadura, es un momento de algarabía, de emoción, de logros y de apuestas, hechos por argentinos para argentinos; no han tenido la delicadeza de participar al menos para justificar su mediocre, paupérrima y dudosa gestión; quizá pedimos mucho, pero como reza el dicho popular, que más se puede esperar de un burro, que una patada.