En un escenario global dominado por la tensión y la imprevisibilidad, la Organización Mundial del Comercio (OMC) advierte que el comercio internacional está en la cuerda floja. La advertencia es clara: si se intensifica el enfrentamiento arancelario entre Estados Unidos y China, el volumen del comercio mundial de mercancías podría desplomarse hasta un 1,5 % en 2025, la caída más pronunciada en quince años.
Este pronóstico sombrío emerge justo cuando Estados Unidos anuncia un aumento vertiginoso de los aranceles a productos chinos, que podrían alcanzar un escalofriante 245 %, bajo la justificación de una investigación de seguridad nacional. El gesto, con aroma a guerra económica, reaviva los temores de un retroceso sistémico.
Un giro drástico en las previsiones
A comienzos de año, los economistas de la OMC proyectaban un horizonte más optimista. La recuperación global sostenía un pronóstico de crecimiento para el comercio de mercancías en línea con el PIB mundial y una expansión acelerada del intercambio de servicios comerciales. Pero el avance de políticas proteccionistas —encarnadas especialmente por Washington— forzó una drástica revisión: ahora, bajo las condiciones actuales, se espera una contracción del 0,2 % en 2025. Y si se activan aranceles recíprocos y se generaliza la incertidumbre política, la caída escalaría al 1,5 %.
El enfriamiento no será uniforme. América del Norte, epicentro de las tensiones, proyecta una caída del 12,6 % en sus exportaciones, restando 1,7 puntos al crecimiento global del comercio. Asia y Europa continúan aportando en terreno positivo, pero con menor fuerza. En contraste, regiones emergentes y vulnerables —como África, América Latina y el Caribe— podrían resentir profundamente el debilitamiento de la demanda externa.
Aranceles: un golpe que se extiende más allá de los bienes
Aunque los servicios comerciales —transporte, logística, turismo, finanzas— no están directamente sujetos a aranceles, el clima de hostilidad comercial los arrastra igualmente. La OMC prevé un crecimiento de apenas 4 % en 2025, muy por debajo del 5,1 % estimado inicialmente. La desaceleración del comercio de bienes disminuye la necesidad de servicios conexos, mientras que la incertidumbre general desincentiva la inversión y reduce el gasto discrecional.
“Estoy profundamente preocupada por este declive y por la posibilidad de una escalada hacia una guerra arancelaria con un ciclo de medidas de represalia”, declaró la directora general de la Organización Mundial de Comercio, Ngozi Okonjo-Iweala.
En su exposición, lanzó una advertencia con tono diplomático pero firme: “La persistente incertidumbre amenaza con frenar el crecimiento global, con consecuencias particularmente graves para las economías más vulnerables”. A su vez, instó a los miembros del organismo a revitalizar la organización y modernizar sus mecanismos de gobernanza para afrontar las nuevas dinámicas del siglo XXI.
De lo coyuntural a lo estructural: una nueva geografía del comercio
El enfrentamiento entre Estados Unidos y China no solo implica una retracción cuantitativa: está redibujando el mapa del comercio global. Se prevé que las exportaciones chinas se redirijan masivamente hacia regiones no norteamericanas, aumentando entre un 4 % y 9 % en mercados como África, América del Sur o el Sudeste Asiático. A la inversa, Estados Unidos buscará nuevos proveedores para reemplazar a China en rubros como textiles, maquinaria y electrónica, generando oportunidades —aunque momentáneas— para terceros países, especialmente aquellos menos desarrollados.
No obstante, este reacomodamiento no garantiza estabilidad. La incertidumbre sobre la orientación futura de la política comercial —el factor conocido como TPU, Trade Policy Uncertainty— se consolida como el gran inhibidor del crecimiento, capaz de recortar por sí sola hasta 1,3 puntos porcentuales del PIB mundial en 2025.
La paradoja del 2024: auge en la víspera del declive
Paradójicamente, el año previo fue testigo de una recuperación inesperadamente robusta. En 2024, el comercio de mercancías creció un 2,9 %, superando al PIB mundial (2,8 %), mientras que los servicios comerciales lo hicieron un notable 6,8 %. Las exportaciones de bienes alcanzaron un valor de 24,43 billones de dólares, y las de servicios llegaron a 8,69 billones.
China lideró el comercio mundial en bienes, con exportaciones por 3,58 billones de dólares. Estados Unidos fue el mayor importador (3,36 billones) y se consolidó también como el principal actor en comercio de servicios.
Sin embargo, la fotografía de 2024 podría convertirse en un espejismo si los vientos proteccionistas no ceden. Lo que fue un año de expansión podría anteceder a una retracción con efectos de largo alcance, donde las decisiones políticas de hoy determinarán el nivel de integración (o fragmentación) económica del mañana.
La OMC hace sonar la alarma, y no es una exageración. Con las tensiones geopolíticas en ascenso, el mundo está ante una encrucijada: optar por el diálogo y la cooperación multilateral, o intensificar una espiral arancelaria que, lejos de proteger economías, las hunde en la incertidumbre y el estancamiento. En juego no solo está el crecimiento global, sino el principio mismo de un orden comercial basado en reglas.
El reloj avanza, y cada arancel adicional es un escalon que invita a lograr una mayor eficiencia y compromiso para poder acceder a mercados mundiales, en momentos donde la disparidad de modelos productivos atenta con poder lograrlo de manera rentable. Llegan momentos inesperados y difíciles para el comercio mundial.