Si algo tiene el puerto de Mar del Plata es historia, por la gente y el esfuerzo que han hecho y siguen haciendo para mantener y hacer progresar un lugar que no sea solo de la industria pesquera, sino de un sitio que trascienda y que marque huellas en el tiempo.
Desde el funcionamiento de la Administración General de Puertos hasta estos días de un modernizado Consorcio Portuario Regional de Mar del Plata, hicimos un recorrido con Ricardo José Manocchio, hoy Gerente General del Consorcio, quien pasó por todos los escalafones desde su ingreso en la década del ´70.
Una extensa charla, a la que le faltaron al menos dos horas más de grabación como mínimo. Historias que merecen ser contadas y que nos gusta reflejar en PESCARE. Hasta aquí solo la primera parte de charlas sobre el puerto, para atesorar.
Usted es uno de los tres empleados del hoy CPRMDP, que aún están en actividad y que son los de mayor antigüedad laboral.
Somos Ricardo Alonso, Miguel Lastorta y yo. Ingresé en junio de 1978. Alonso ingresó en febrero del mismo año y Lastorta en el ´77. Ya son 43 años de servicio.
Los comienzos fueron para la Administración General de Puertos o más conocida como AGP
La AGP funcionaba en Capital Federal, en Julio A. Roca 734 y acá en el chalet histórico, donde hoy funciona el vacunatorio y la Escuela de Marinería. Luego pasamos del Estado Nacional al Estado Provincial y estaba ahí la Dirección Provincial de Actividad Portuaria en La Plata. Todo eso era cuando el puerto era nacional o provincial, todo lo recaudado se mandaba al Estado Nacional o al Estado Provincial. El problema era que, a plata de ahora, vos recaudabas 10 millones de pesos por mes y después pedías un millón de pesos para arreglar la luz y te decían que no había plata, porque el Estado Nacional o Provincial luego repartía en todos los puertos.
¿En qué momento pasaron a ser Consorcio Portuario?
Eso ocurrió en el año 2000. El Consorcio es “Regional” porque comprende hasta lo que es Tandil, Batán o Santa Clara del Mar por ejemplo. El Consorcio depende hoy del Consorcio.
¿En su ingreso, en 1978, con qué tarea ingresó?
Entré a trabajar como “Peón Práctico”, la última categoría. A mí me tocó la parte administrativa. Nos daban un guardapolvo de color azul con el distintivo de AGP. Hacía fotocopias, agujereaba hojas, todas tareas administrativas, entré en la oficina de Arrendamiento y después pasé a la parte operativa donde hice toda mi carrera.
Con capacitaciones permanentes en el medio, con cursos…
Cursos acá en Mar del Plata, en Buenos Aires, en La Plata, en Bahía Blanca, más todos los cursos referidos a la informática, de intermedio de administración portuaria. Son casi 43 años de servicio desde aquel ingreso de “PP”, peón práctico. Luego uno va subiendo desde categoría A3 hasta A1, esas son categorías de administrativo.
Yo estuve 15 años para ser jefe de sección pasando primero por todas las categorías. En aquel momento se estudiaba dactilografía, yo hice la capacitación en ese momento y tenía que rendir dactilografía en la oficina del jefe, que era mi papá!!! Pensé que me estaban “tomando el pelo” y escribía con la máquina Olivetti vieja y le erré a dos o tres cosas en el texto y me “bochó”. Al mes siguiente tuve que rendir y ahí lo tomé más en serio y aprobé pero sin ayuda. 15 años para ser jefe de sección.
Después de más de 40 años de servicio, hoy, tengo la categoría más alta, la de Gerente General, de lo que son puestos de “carrera”.
Ocupó otros cargos importantes en el medio, además de la faceta sindical.
Siendo Consorcio estuve 6 años, dos períodos como Director, representando a APDFA que es el gremio del personal de Ferrocarriles y Puertos Argentinos y estuve 9 años de Secretario General del Gremio a nivel Mar del Plata – Quequén.
Siempre digo que a los chicos y chicas que vienen de abajo les tenemos que dar lugar. Están “frescos”, tienen la cabeza más rápida, la tecnología es algo con lo que crecieron.
¿Qué cosas no había en 1978 cuando empezó a trabajar en el Puerto de Mar del Plata?
Te puedo contar incluso desde antes del ´78, porque mi viejo al ser subadministrador portuario, el puerto le había dado la casa donde hoy funciona el Consorcio, que era la casa de la Capitanía de Puerto. Yo vivía ahí desde el año ´66. No había nada. De lo que es hoy la calle que va al espigón 10 para adentro, lo único que había eran los tanques de YPF, eran todos terrenos inundados. No había tierra, no había asfalto, no había nada.
Desde hace un tiempo estoy con ganas de dibujar un plano de lo que era, con las pescaderías adentro, recuerdo los nombres, la ubicación, cuando pasaba el tren detrás de mi casa.
Yo tenía 10 u 11 años y por estar en el puerto, mi viejo me dejaba subir a la máquina del tren que iba a la banquina y que iba al espigón 2. El tren hacía los cambios de vía al fondo, en la tosquera, donde hoy está el predio del Club Aldosivi. Lo que hoy es Reserva, antiguamente se pasaba caminando.
Y la playa del Puerto tenía los recordados médanos y en la propia banquina estaban los locales comerciales donde la gente iba a comer o a tomar café.
En mi época de futbolista, que jugaba en Talleres, nos hacían entrenar ahí, en los médanos. El Centro Comercial de hoy, no existía. Dentro del puerto estaban todas las pescaderías, el café Michelangelo de la familia Espósito, el restaurante Viejo Pop, que ese estaba dentro mismo de la banquina, donde hoy está Zona Común, frente al puesto de vanguardia.
En la zona más alejada de la banquina estaban todos: Minipez, Chichilo, La Caracola, Papasio.
A Michelangelo íbamos a tomar el café con la sfogliatella, estaba en el Mercado Concentrador donde se hacía la fiesta de los pescadores, ahí estaba el galpón y ahí se remataba el pescado y las paredes eran cajones de madera. Ahí al lado del mercado, había una calle y ahí justamente aprendí a jugar al fútbol, había muchachos que jugaban con botas. En ese lugar estaba el depósito de enseres de pesca de la Cooperativa.
Eran momentos que había más de dos centenares de lanchas
Obviamente la pesca no es lo mismo, los barcos hoy hacen la pesca que hacían los más chicos porque el pescado está más afuera.
Hoy se ve que el puerto está más organizado o burocrático
Eran otras épocas donde el puerto no estaba cerrado, no había tanta gente. Se trabajaba muchísimo. En la locura que es un puerto se trabaja mejor, no había tanta falta de respeto. Se trabaja mucho, el puerto siempre fue un polo de atracción, donde la gente compraba el pescado ahí, recién traído en la lancha.
Hoy está el tema de la seguridad portuaria, para entrar tenés que tener tu credencial, la OMI cuando fue el atentado de las Torres Gemelas, le impone al puerto mayores garantías de seguridad, más tratándose de un puerto exportador como éste.
Para el barco, para las personas, para las instalaciones.
Los silos elevadores de granos daban otro movimiento también
Si bien el puerto de Mar del Plata nunca fue una terminal de carga donde los buques terminaran su carga acá, por el calado, hacían paso por acá, terminaban en Quequén un puerto de aguas profundas natural y en Rosario, también de aguas profundas pero por el dragado, en Mar del Plata siempre los silos trabajaron muy bien, con las bolsas, se cocían las bolsas, los estibadores las llevaban al hombro y las tiraban. Después empezó a usarse la cinta transportadora por la galería de granos.
Lejos se estaba de los contenedores de hoy
Se usaban barcos frigoríficos, no había contenedores al comienzo, llegaron hace 15 años aproximadamente. Antes estaban los buques de ELMA (N.d.R. Empresa Líneas Marítimas Argentinas, era una empresa naviera del Estado argentino).
¿El puerto creció en estructura de actividades y se achicó el espacio operativo?
Claro, porque la tecnología te hace crecer, con la seguridad misma. Cuando empecé mi tarea en la parte operativa iba todas las mañanas, con sol, con lluvia, con viento, iba caminando con un papel y una lapicera e iba anotando los barcos que habían entrado, en que sección estaban, luego iba a la oficina y hacía una planilla diaria.
Hoy está el Cuerpo de Inspectores, con una oficina en el muelle, con su vehículo, su personal, las 24 horas, los 365 días del año, con custodia de Prefectura. Antes sábado y domingo no se trabajaba.
Antes nos teníamos que jugar. Nos decían: el lunes a las 7 de la mañana entra un barco frigorífico de 150 mts. Estabas hasta el viernes a última hora tratando de que nos “hagan caso” los muchachos del puerto, los armadores, para liberar el lugar. Llegabas el lunes a las 7 y a veces no habían movido los barcos, “me olvidé”, “se rompió”, todo eso llevaba pérdida de tiempo para el ingreso del barco, para la estiba, para el práctico, eran problemas importantes.
Hoy por suerte nada de eso ocurre, antes no había comunicación, recién cuando llegué a la parte operativa se puso un VHF y le dábamos un Handy de mano al inspector y ahí nos comunicábamos con Prefectura, canal 16 o canal 9 y con algunos armadores.
Después llegó el Nextel que ya no hay más, pero está el celular que da otro canal de comunicación muy importante.
No tenías ni vehículos antes, salíamos corriendo y muchas veces terminábamos discutiendo, algunas muy fuertes, con armadores que querían tener el barco ahí, en el muelle. Muchas veces se terminaba la discusión a los golpes lamentablemente.
Con los años comenzaron a llegar distintas embarcaciones, algunas de mayor porte o con estructuras distintas, ¿es verdad que había un personaje en el puerto que se ponía muy nervioso con eso?
Si!!! De Nichilo, más conocido como “Velorio”. Vos le nombrabas un “potero” y se arrancaba los pelos, se tiraba de cabeza en el muelle, no los quería ver. Era la época que empezaron a llegar los poteros de calamares. Había que hacerle lugar para descargarlos y no se les podía poner un barco al lado por las luces.
Estaban los muchachos de Solimeno, Jorge Lende y Ruben Mancuso, que eran los armadores de Solimeno (con las primeras Ford F100 gris y crema respectivamente) y se iba al muelle, a propósito, bajaban de la camioneta y empezaban a medir “en pasos”, un largo del muelle, cuando lo veían a “Velorio” le decían que estaban haciendo eso porque iba a entrar un potero de Solimeno, era mentira!!!! Era para hacerlo enojar.
Había muchachos que tenían la camiseta puesta de Solimeno, de Ventura, de Moscuzza, de Valastro. Eran discusiones fuertes, después terminábamos de trabajar y nos íbamos a jugar a la pelota. Ellos defendían lo suyo y yo lo mío. No podía decirle a mi jefe que no podía entrar un barco frigorífico que venía de Europa porque “fulano” no quería sacar el barco.
¿Entre las cosas más raras puede estar el episodio del Marcelina de Ciriza?
Eso fue algo muy raro, muy misterioso. Yo lo seguí por radio, fue a la madrugada, estaba en el espigón 7. “Supuestamente”, soltó amarras solo, supuestamente salió por el canal de acceso al puerto solo y fue navegando hasta donde fue a parar, en Constitución, supuestamente…
¿Quién lo iba a dominar si el barco no tenía motor? No tenía gobierno, por más que estés a bordo. Lo llevó el viento, a la buena de Dios, yo creo eso, que lo llevó el temporal. No tenía luz, no tenía motor, no tenía comando, no tenía nada.
Y además esto tan particular del Marcelina de Ciriza, han ocurrido cosas extrañas o tal vez no tantas pero llamativas.
En este tramo de la charla Manocchio no puede evitar reírse, sabedor de esas historias “llamativas”.
y… se han caído guinches al agua, uno no sabe porque, vehículos, camionetas, picardías de algunos muchachos, diferencias que han tenido en otro momento, por suerte siempre esos “accidentes”, han sido sin ocupantes.
No es fácil trabajar en el Puerto, al “tipo” que va al agua, hay que hacerle un monumento, porque vos salís, te rompés el lomo y no sabés si volvés.
Los estibadores son otros que se matan laburando, es un trabajo muy difícil, le meten el lomo de una manera increíble.
Afortunadamente yo estudié para tener el trabajo que tengo. Mientas yo estoy sentado en la oficina con aire acondicionado o calefacción, ellos están con -20º en la bodega, cargando y descargando, con frío.
El Puerto tiene trabajos de mucho riesgo. Se puede romper un grillete, una cadena, un cabo, como lamentablemente ha pasado y se ha llevado la vida de algún trabajador. Un cabo tensado de un barco, sale y sale como una guadaña, así fue la pérdida de Rubén, capitán de armamento, el cabezón era gran persona, tandilense.
Gente que ha caído al agua, que ha quedado muy mal físicamente, gente que ha caído dentro mismo del barco, gente laburante, es un trabajo muy difícil.
Usted tuvo la ocasión de recorrer numerosos puertos, Bahía Blanca, Quequén, La Plata, Buenos Aires, Puerto Madryn entre otros. ¿Qué tiene de distinto a esos u otros puertos, el de Mar del Plata?
El puerto de Mar del Plata es totalmente distinto a todos, porque el puerto de Mar del Plata incluye turismo, donde en otros puertos como el de La Plata, no entra nadie, en Buenos Aires no entra nadie, en Bahía, en Quequén, en Madryn, no entra nadie, por la sencilla razón que está cerrado al público el puerto.
Acá siempre tuvimos que trabajar con el turista. Con la sombrilla y la reposera “entre medio de los barcos”. Y vos sacás hoy las pocas lanchas que quedan, que son la postal de Mar del Plata, sacás todo. En otros puertos no está eso, no tienen esa imagen hermosa.
Yo he tenido, como bien señalaste vos, la gran posibilidad de conocer muchos puerto y te aseguro que si no te lleva la autoridad portuaria o no tenés la credencial no entrás. No pasás la barrera, como hoy está pasando acá en las terminales cerradas.
Hoy por el plan de PBIP, que es el Plan de Protección de Buques e Instalaciones Portuarias, que tenemos que rendir todos los que operamos en el Puerto.
Hoy el código de seguridad te lo pide el capitán del barco. Entra un buque portacontenedores y te pide Nivel 2. En Nivel 3 entran todos, en Nivel 2 entramos los que estamos autorizados y si te pide Nivel 1, no entra nadie. Si el capitán pide Nivel 1 es porque está sospechando que puede haber un atentado, entonces mandan a los buzos para revisar los cascos por ejemplo, esto es así en el mundo.
Si vos no brindas esa seguridad, que hoy el puerto de Mar del Plata la tiene perfecta, el barco no entra. Ahí se pierden las exportaciones, el trabajo de la estiba, de los camioneros, del agente marítimo, del despachante. Estás exigido por los códigos internacionales y la tecnología para seguir trabajando en condiciones.
¿En algún momento se arrepintió de haber estado en este trabajo?
No. Categóricamente te digo que no. He tenido algunas situaciones de riesgo, sí eso sí, algunas situaciones de amenazas, pero no me arrepiento en absoluto. Yo amo el puerto. Yo me voy de vacaciones y quiero venir al puerto. Los sábados y domingos cuando estoy sin hacer nada me vengo al puerto a dar una vuelta. Hoy está mi hijo Diego trabajando en el puerto, que empezó de abajo como yo. Hace casi 5 años que está y sigue con el último cargo, pero lo que a mi gustaría es que ame este lugar como yo y tanta otra gente.
Hoy en día los jóvenes están más apurados para ser jefes o gerente. Yo siempre hablo del respeto, no teníamos miedo a los superiores, teníamos respeto.
Cuando nosotros entrabamos a trabajar teníamos que ir a firmar a la oficina del jefe, que justamente era mi viejo. Una vez llegué 10 minutos tarde y ya había sacado la planilla. Me tuve que sentar en la entrada y esperar que venga el jefe máximo y explicar porque había llegado tarde y no había firmado la planilla. Obviamente perdí presentismo y todas esas cosas por la llegada tarde.
Hoy hay muchos que quieren enseguida categoría, sin saber lo que es ni siquiera la proa de un barco. Algunos dicen se “estacionan”. Los barcos no se estacionan, se amarran. Pero van a aprender como aprendí yo.
Aprendió a ver el puerto desde otro sector también, trabajando en las tradicionales “lancha de paseo”…
Así es, en la empresa Turimar que sigue existiendo, somos amigo de toda la vida. En enero me tomaba vacaciones y me iba a trabajar en las lanchas de paseo, en el Fortuna II, en el Anabella y el Ciudad de Nápoles. Fui boletero, marinero y como guía turístico, le iba contando a la gente por donde navegábamos, la contaba la historia del puerto durante el viaje y parte de la historia de Mar del Plata.
Una vez hicimos un trabajo con la gente de Turimar, cuando vino el portaviones Kitty Hawk, que era americano y fondeó afuera. A mí me tocó con el Anabella, íbamos desde la Base Naval hasta donde estaba fondeado y habían puesto un pontón de desembarque, subíamos y bajamos gente todo el día. Había americanos, cubanos, mexicanos. Hace poco lo pasaron a fin de ciclo de vida navegable. Era inmenso!!! Pasábamos entre medio del casco y de la cadena de fondeo y éramos una cascarita. Los mismos tripulantes nos contaban que muchos ni se conocían de tanta gente que navegaba en ese barco.
Fijate que el Ciudad de Mar del Plata y el Leonardo Da Vinci son dos cascos de patrulleras de la Guerra Mundial, eran lanchas de desembarque, con tres motores Packard y en la guerra salían con un cañón o algo así. Mirá si tiene historia este puerto.
Con toda la vida en el puerto, ¿A dónde cree que va este puerto? ¿Avanzará? ¿Seguirá siendo aún más pesquero?
Este puerto es pesquero casi en su totalidad. Estamos trabajando para un puerto multiprósito, pero cereal no tenemos más. Sí portacontenedores, que es lo moderno, es la tecnología. Hoy buques congeladores casi no entran, últimamente sí entró alguno pero fue por el faltante de tachos. Pero este puerto es pesquero, el 90% de las cosas que se exportan es pescados y mariscos y harina de pescado. Pueden haber algunas otras cosas como café o alguna maquinaria que se importe, pero este puerto es pesquero.
Hay que competir, hay que tratar de atraer más operadores, más gente desde Mar del Plata, porque sale mucho por Buenos Aires, hay que concientizar a los exportadores, pero entiendo que evalúan costo-beneficio lógicamente.
Un punto de crecimiento del puerto es el dragado.
Eso empieza ahora nuevamente en unos días más. El Consorcio hizo una muy buena gestión en eso. No es fácil, en la gestión anterior nos llevó dos años de dragado, continuo, con fondos del Consorcio, no se le pidió un peso ni al Estado Provincial ni al Estado Nacional. Nos costó en lo que es documentación. Viajes, reuniones, viajes, discusiones. Hasta que llegó la draga española. Cuesta mucho, no solamente la parte económica, sino la parte documental porque no hay dragas argentinas, creo que ahora va a haber una.
Lo primero que se hace es la circularización de una nota a todas las empresas dragadoras de la Argentina, a todas, para ver si alguna tiene en estos momentos para trabajar en el Puerto de Mar del Plata, hay que poner cuantos metros cúbicos, la zona, las operaciones, todo. Tanto de cántara, de pala, de succión, etc. pero primero te tienen que contestar todas que no hay, que no tienen y recién después de ahí empezás a trabajar con empresas internacionales, danesa, alemana, española. Son todas gestiones de mercado, cuanto sale el metro cúbico, cuando pueden estar disponibles. Es un trabajo tremendo, todo eso lleva meses. Una vez que se consigue la draga se llama a licitación, hay que mandar toda la documentación que se pide a calidad del agua, a medio ambiente, a la OPDS para el desarrollo sustentable por si hay contaminación por la arena, por el viento, es un trabajo lindo, pero muy engorroso.
Con tantos años de problemática no se ha resuelto el tema.
Hoy se sigue hablando de estirar la escollera sur. Dicho por la gente de hidráulica de la Nación, las corrientes que traen la deriva del sur es uno de los temas, están las derivas que vienen del norte, en ese caso chocarían de acuerdo a los estudios, en la zona de Cabo Corrientes hoy. Que es como una especie de “triángulo de las Bermudas” en miniatura. Si vos ves los planos, la finalización del sistema de Tandilia, termina ahí, en Cabo Corrientes.
Abajo está lo mismo que en Sierra de los Padres, pero sumergido. Si vos estirás 600, 1000 mts. la escollera sur, la abrís al este, la deriva del sur, que es la que más arena trae a la zona de Mar del Plata, que hoy estaría trayendo entre 300 y 400 mts. cúbicos, vos la cortás. Sí, no cae a la boca de acceso, pero tampoco cae a Playa Grande, a la Bristol, a Varese, etc. y Mar del Plata es turística.
En un momento en el Balneario 0 de Mogotes, se hicieron dos escolleras de piedra sin consultar a Hidrografía Naval y en su momento quedaron los balnearios 1, 2 y 3 sin arena, y culpaban a la arena y yo les respondí que la arenera está la arena estaba faltando en lugar determinado que yo mismo les marqué. Se terminaron sacando las dos escolleras porque estaban cortando la caída de la deriva de la arena. Ahí volvió la arena.
Si vos “estirás” la escollera sur, no tendríamos arena en la boca, pero tampoco caería en las playas.
Convengamos que falta espacio en el puerto y eso complica todo
Sí, pero te estás olvidando que este puerto cuando se hizo, se hizo para pocos barcos. No estaba la escollera rompeolas de la base por ejemplo, las corrientes eran distintas. No estaba el espigón 10. Los muelles sí estaban igual, pero en el tema de infraestructura portuaria se hizo muy poco. Están los mismos muelles y los mismos metros lineales que en 1923 y en el 2021.
El espigón 7 que se levantó, que antes era más bajo, ahí descargaban los buques tanque, porque antiguamente esos buques descargaban en la sección 8ª de la terminal 2. Ahora no se ve porque hay hecho un asfalto, pero antes había tablones de madera, cuando venía el buque tanque se levantaban los tablones y quedaban las bocas para conectar para pasar el combustible, por eso que en el recorrido, cuando estábamos en el viejo edificio de AGP, en los baños, había olor a combustible. Si bien nunca más hubo combustible, eso quedó.
Ahí también se descargaban buques de fertilizantes, en la sección 8ª, se hacía con palas desde arriba de los barcos y después con palas mecánicas se cargaba arriba de los camiones, que era un peligro!!! Porque si tenías un día de humedad o de lluvia el fertilizante parecía jabón arriba del muelle y podías pasar de largo.
Tuvimos de todo acá, barcos que llevaban troncos en una época o barcos que llevaban ganado caballar en pie.
¿Si Ricardo Manocchio, con 18 años de edad tuviese que buscar un trabajo, lo buscaría en lo que podría ser AGP?
Sí, mi familia vivió del puerto. Mi papá, mis hermanos, mi hijo. El puerto nos dio la vida, el poco o mucho bienestar que tengo me lo dio el puerto. Esto es como un sentimiento. Yo no cambio el puerto de Mar del Plata por nada, la gente que tiene y eso que nos peleamos.
Los “tanos” son bravos, somos bravos en realidad porque yo vengo de ahí aunque nací en Mar del Plata, pero son unos laburantes de la puta que lo pario son laburadores tremendos, de primera, estos “tanos” han laburado muchísimo para esto. Los “gallegos” también, pero ha habido menos.
Mirá, uno de los motivos cuando se tuvo que cerrar el puerto por indicación de la OMI por cuestiones de seguridad, los “tanos” no lo entendían, hemos tenido muchas peleas con los grandes, con los de más años, que son los que hicieron la historia, los que hicieron el puerto. Decían: “¿Cómo me vas a cerrar la puerta de mi casa?” y tenían razón, esta es su casa.
No se les podía explicar que la tecnología, las nuevas normativas internacionales, la OMI, te obligaban a alambrar porque si no, no podía seguir operativo el puerto.
¿Cómo no vas a dejar entrar a Moscuzza? ¿A Solimeno? ¿A Valastro? ¿A Joane? Hay miles para nombrarte.
Franco Boccanfuso lloraba y se tiraba al suelo porque le habían alambrado el puerto. Su papá y su hermano, habían muerto en el agua y yo, un empleado, tenía que decirle que no podía entrar.
Era la misma gente que yo veía pasar a la madrugada por la puerta de mi casa cuando vivía en la capitanía, con viento, frío, lluvia, con su canasta, con sus botas…
Bajaban del barrio, caminando, algunos en el colectivo Belgrano que terminaba en el puerto. Y llegaba yo y les decía que no podían pasar. Hubieron algunos que han cruzado la camioneta, como Pipo Ramaci, le puso llave y se fue. Un capitán tremendo, hombre de la pesca y había que decirles que no, que había cambiado todo.
Tal vez leyendo algunas de las cosas que nos contó Ricardo Manocchio, las nuevas generaciones, o los foráneos, puedan empezar a entender lo que significa el Puerto de Mar del Plata, que no es un puerto de pesca solamente, sino que son generaciones que a través de la pasión, del amor, desarrollan una tarea laboral.
Ricardo José Manocchio, desde peón práctico, hasta Gerente General del Consorcio, una vida con historia y sabor a puerto.
Por Gustavo Seira