Además de afectar a los mercados internacionales que comparten, la pesca igual pone en evidencia que los países pierden hasta 50 mil millones de dólares al año, de acuerdo a una investigación realizada por la Coalición de Transparencia Financiera y que fuera publicada días atrás bajo el título “Redes ocultas: descubriendo las empresas e individuos detrás de la pesca ilegal a nivel mundial”.
La INDNR hasta el momento se consideraba sobre todo un problema para la seguridad alimentaria, pero se evidencia que se trata de un grave problema financiero, indican en el informe.
El daño ecológico y económico que general la pesca ilegal está ampliamente documentado a través de la Organización de la Naciones Unidas, quien advirtió que más del 90% de las poblaciones de peces del mundo están totalmente explotadas o sobreexplotadas o agotadas, calificando la situación como de “emergencia oceánica”.
Por eso, muchas veces se pone de manifiesto hasta donde cuidar el recurso al borde de la milla 200 debiese ser prioritario; donde algunos participantes del sector sostienen que las políticas de AMP a través de Medio Ambiente y Parques Nacionales no hacen mas que cuidar el recurso para que otros los aprovechen. (llámese, calamar illex, merluza negra y abadejo, entre otros).
El informe indica que la INDNR representa una quinta parte de las capturas pesqueras mundiales, lo que supone hasta 23.500 millones de dólares al año, con pérdidas globales estimadas en nada menos que 50.000 millones de dólares, convirtiéndose de ese modo en el tercer delito más lucrativo contra los recursos naturales, después de la actividad relacionada a la madera o a la minería.
De acuerdo a lo que indica el informe “la pesca INDNR está destruyendo las principales industrias pesqueras locales, sumiendo a las comunidades en la pobreza y, en algunos casos, en la malnutrición”.
También destacan quienes realizaron el exhaustivo examen que esta práctica ilegal se ve favorecida por una legislación mundial poco estricta, una escasa cooperación internacional y unas débiles medidas de ejecución, junto con la falta de recursos de los organismos locales para combatirla.
En gran medida la pesca ilegal está protagonizada por grandes flotas extranjeras de pesca en aguas distantes de los países industrializados. Estas actúan sobre todo en los países del Sur, sobre todo aquellos que no tienen un control eficaz sobre sus aguas, ni hacen cumplir las pocas normativas internacionales vigentes, destaca también el estudio realizado.
Además pone de manifiesto cómo los operadores de la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada usan estructuras corporativas muy complejas, como lo son compañías ficticias y empresas conjuntas para así enmascarar los vínculos con los propietarios, lo que les posibilita operar prácticamente en la impunidad.
Existe un reclamo generalizado sobre algunos países que siempre son sospechados –y hasta con comprobaciones- como lo es China y donde Rusia, sin ser tan visible, se suma a esta práctica ilegal, a pesar de los grandes esfuerzos que hacen algunos Estados por tratar de controlarlos.
“En países como China, de donde proceden la mayoría de estos barcos, el gobierno solo da un tirón de orejas a los barcos supuestamente implicados en la pesca INDNR y, en otros casos, los barcos forman parte de una empresa estatal china”, asegura el informe.
Hasta acá tal vez nada nuevo sobre el agua, pero con una temporada de calamar tan cerca para la flota potera argentina, la vista se posará nuevamente sobre ellos.
Será fundamental una vez la acción conjunta de parte de la Armada Argentina como también de la Prefectura de nuestro país, para poner los ojos una vez más sobre aquellos que con el tiempo necesario comienzan a enfilar sus proas a las aguas jurisdiccionales argentinas.
Está claro que sin apoyo de países del Cono Sur esas flotas extranjeras no tendrían la facilitación de provisiones o bien de traslado de sus capturas, pero la hipocresía y el doble discurso, sobre todo en países latinoamericanos, es una constante que no se visibiliza seguramente para evitar conflictos bilaterales. Un disparate a todas luces sin dudas, porque en definitiva vienen por lo nuestro por nuestro recurso.
La sistematicidad de la operatoria y lo repetitivo del tema, no debería ser óbice para que en este proceso que hoy vive la pesca argentina, con controles pertinentes, no se ve estropeado por la inacción de nadie y la solidaridad –término raro en estas acciones- para denunciar y accionar sobre todo a aquellos que ya conocen la operatoria y que en pocos días vendrán por más. Otra vez depende de nosotros y esperemos estar a la altura.