El estudio de una fundación indica que a días de celebrarse la Semana Santa -jornadas en las que se produce el mayor consumo de pescado en la Argentina- podría registrarse la mayor caída en su ingesta en el último medio siglo.
Los datos fueron aportados por el Observatorio de Consumo de la Fundación Latinoamericana de Sostenibilidad Pesquera (FULASP), mostrando que las ventas de pescados y mariscos caerían en índices comparables con los años 1975 y 1976.
Los índices muestran que las ventas de productos acuícolas podría registrar una caída de casi el 35 %, apenas superando a la registrada durante el “Rodrigazo” de 1975/76, donde también se observan subas en los precios de más de un 300% y en enlatados del 500% con respecto al mismo período de 2023.
La fundación que realizó el estudió detalló que “entre el 5 y el 22 de marzo, tomando como referencia el mismo periodo de los últimos 12 meses y sobre un total de 324 comercios minoristas y mayoristas, entre los que se destacan los grandes supermercados y pescaderías, en todas las capitales del país. También se trabajó sobre los valores actuales tomados de los sitios online de las cadenas de retail”.
El trabajo de la Fundación arrojó una proyección que ya muestra una merma en la demanda para el stockeo de grandes superficies y comercios del rubro del 34,7 % promedio, en referencia a las listas de encargos que se reciben habitualmente para las fechas previas a la celebración de las pascuas.
“Lo grave de la situación es que, este 2024 se convertiría en el año con menor caudal de venta de pescado de las últimas cinco décadas, apenas detrás de las ventas registradas en marzo/abril de 1976, en donde la caída en el consumo por Semana Santa se ubicó en un 41.2 %, en el marco de una hiperinflación en los precios al consumidor de aquellos tiempos que alcanzó el 777,62%”, destaca el informe.
El presidente de la FULASP, comentó sobre las estadísticas que “este año la inflación primará por sobre la tradición católica. Son los propios comerciantes los que ya muestran lo que será una segura caída en el consumo de pescado”.
“Esto es algo que ya se venía viendo en los últimos años y que no se le debe atribuir únicamente a la gestión actual. Históricamente, el país le ha dado la espalda al mar y nunca se ha legislado para potenciar el consumo de los productos acuícolas”, sostuvo Cereseto.
El sondeo también observó una suba de más del 350% en los precios de los principales cortes de pescados y mariscos. En este punto, el observatorio de la FULASP detalló que la merluza congelada oscila a un valor promedio de $5.900, mientras que en 2023 costaba unos $1.600 (+368%), mientras que los valores del kilo de la misma especie rebozada varían entre los $7.000 y $8.500. (habría que adicionar la suba del Tipo de Cambio, por depreciación de la moneda argentina).
El kilo de salmón rosado fresco se vende en un precio promedio de $35.000, un 250% más caro que el año pasado, mientras que las rabas o tubos de calamar se comercializan en torno a los $14500 por kilogramo, contra unos $5000 (+290%) que se ofrecían en marzo de 2023.
En el caso de las latas de atún, el mismo estudio sostiene que para las latas de 170 gramos de una primera marca, el año pasado costaba $907 y ahora se ubica en los $4.800 (+529%).
“Ahora bien, en el caso de las segundas marcas, los precios bajan aproximadamente entre $1.000 y $2.000”, expresaron.
El informe también señala que existe un diferencial de precios muy marcado entre los diferentes puntos de venta y según su ubicación geográfica que puede variar entre un 25 y un 30%, mostrando un alto grado de especulación, sobre todo en los pequeños comercios minoristas.
Cereseto añadió al respecto que “está claro que este año la gente no va a poder comer pescado ni siquiera para Semana Santa, que es el único momento en donde los argentinos valoran los frutos del mar. Si ya de por sí, en nuestro país el consumo interno es un 30% menor al del resto de Latinoamérica, con esta proyección pasaremos a estar irremediablemente entre los más bajos del planeta”.
“Es insensato que, una vez más, tengamos que conocer estos índices de precios, y una consecuente caída en las ventas, en un país en donde se generan alrededor de 750.000 toneladas de productos marítimos y unas 40.000 de origen continental al año”, concluyó el presidente de la fundación.
Es indudable que la retracción en el consumo es como consecuencia del ajuste que están sufriendo las familias producto del afán de controlar las variables que sostenían al alza los precios, alimentando índices inflacionarios en todos los segmentos. La retracción y corrección de excedentes de pesos en la calle, a través del M1 (circulante y dinero a la vista en cajas de ahorro), hace que resienta el consumo de todos los bienes y servicios, dentro de este esquema, no quedó afuera el consumo de pescados y mariscos en estas fiestas santas.