Dos años después del trágico incidente que causó la muerte de cinco personas a bordo del sumergible Titán, la Guardia Costera de Estados Unidos presentó su informe final sobre la catástrofe ocurrida en junio de 2023 durante una expedición a los restos del Titanic. Según el documento, la implosión fue consecuencia directa del incumplimiento de normas básicas de ingeniería, seguridad y mantenimiento por parte de OceanGate, la empresa responsable del sumergible.
El informe señala que el Titán colapsó apenas 90 minutos después de haber iniciado su descenso hacia los restos del Titanic, ubicados a casi 3.800 metros de profundidad en el Atlántico Norte. La pérdida de integridad estructural del casco de fibra de carbono, combinada con la exposición a una presión de aproximadamente 4.930 libras por pulgada cuadrada, provocó la muerte instantánea de todos los ocupantes.
Entre las víctimas se encontraban el fundador y director ejecutivo de OceanGate, Stockton Rush, quien pilotaba el sumergible; el experto francés en el Titanic, Paul-Henri Nargeolet; el explorador británico Hamish Harding; y el empresario británico-pakistaní Shahzada Dawood junto a su hijo Suleman.
La investigación identificó al menos ocho factores críticos que contribuyeron a la tragedia. Entre ellos, se destacan fallas en el diseño del Titán, una falta de análisis sobre el ciclo de vida del sumergible, y la dependencia excesiva de un sistema de monitoreo en tiempo real (RTM) que resultó ser gravemente defectuoso. El informe también subraya que nunca se interrumpió una inmersión debido a alertas del RTM y que Stockton Rush fue el único encargado de establecer sus umbrales, sin que el resto del personal pudiera explicar su lógica.
Además, el informe advierte sobre un entorno laboral “tóxico” dentro de la compañía, donde se intimidaba a los empleados que expresaban preocupaciones sobre seguridad. OceanGate habría evitado deliberadamente los controles regulatorios mediante el uso de permisos científicos y su reputación pública. Según la Guardia Costera, esta maniobra le permitió operar al margen de los estándares aceptados para exploraciones en aguas profundas.
La falta de supervisión externa, sumada a la ausencia de profesionales con experiencia en la operación del Titán, permitió que se ignoraran procedimientos clave de mantenimiento y análisis de datos. Esto incluyó omisiones graves incluso en los días previos a la expedición fatal.
Los restos del sumergible fueron hallados el 22 de junio de 2023, cuatro días después del accidente, fragmentados y esparcidos en el lecho marino. La operación de búsqueda internacional que se desplegó entonces no logró rescatar a los ocupantes, cuya muerte se produjo en forma inmediata e irreversible por la implosión.
El informe de la Guardia Costera concluye con un llamado a reforzar los marcos regulatorios y de supervisión para las operaciones privadas en zonas de alta presión submarina, con el objetivo de evitar que tragedias como la del Titán vuelvan a repetirse.