Tras un posteo en la red social “X” (ex Twitter) del Ministerio de Seguridad que conduce Patricia Bullrich, informaron: “Seguimos combatiendo la pesca ilegal. En 20 procedimientos realizados en diciembre, la Prefectura incautó 5.000 metros de redes de pesca y 80 kilos de especies. Proteger nuestros recursos ictícolas es vital para evitar la depredación de especies y cuidar el patrimonio cultural”.
El posteo, sin especificar de qué se trataron los procedimientos, se refiere seguramente a lo que ocurre con algunos ríos mesopotámicos, de otra manera no se entiende las ínfimas cantidades de pescado secuestrado para que pueda ser noticia.
Varios usuarios de “X” estallaron con sus opiniones, las que van por un lado desde “siempre jodiendo a los laburantes”; “felicitaciones a los señores de la Prefectura Naval. Ustedes representan el ejemplo”; “y que piensan hacer con los buques factoría chinos que depredan a diario nuestro litoral marítimo?”; “muchachos… se van al pasteo… 80 kilos de pescado? Qué pasó? Son especies en extinción? Dejan laburar a la gente en paz”; “está perfecto, igual hay que ir por los más grandes”.
Publicaciones de esta índole hace pensar que hay algo más que no está bien. La pesca ilegal que tanto complica y afecta a nuestro país pasa por otro lado sin dudas, pero que tiene un costado que aún no se abordó evidentemente y es la información puertas adentro de lo que ocurre en el Mar Argentino.
Inadecuadamente (por falta de información) se habla, se opina, se juzga sobre lo que ocurre sobre la milla 200 y sus adyacencias, donde siempre se apunta a los pesqueros extranjeros (sobre todo a los asiáticos) que no respetan los límites internacionales y por consiguiente ingresan a la Zona Económica Exclusiva de Argentina.
Los controles se hacen, pero desde hace años evidentemente no alcanzan los recursos, los medios para hacerlo. Mientras tanto desde las Fuerzas hacen lo que pueden con presupuestos exiguos y donde todo es más voluntad de su personal que política de Estado.
Para muestra basta con observar los buques patrulleros apostados en la Base Naval Mar del Plata. Están ahí y de ahí no se mueven debido a una sola razón: no hubo recursos para movilizarlos (combustible, víveres, etc.) donde las tripulaciones deben trasladarse esas 200 millas pero no lo pueden hacer.
Consultado un miembro de la Armada argentina y en un estricto “off the record” le contó a esta Editorial que desde hace un largo tiempo –incluye gestión Macri, Fernández y ahora Milei- no hay combustible para afrontar la travesía y hacer el control que deben sobre la flota extranjera que pícaramente juega a “entrar y salir” en la ZEE.
Como siempre los primeros ojos en el mar son los de los capitanes de barcos que trabajan dentro del Mar Argentino los que, con el compromiso que han asumido desde su formación y defendiendo el recurso argentino (también eso es Soberanía), informan a las autoridades las situaciones irregulares que ven.
Indigna por cierto saber que se están cometiendo ilícitos en nuestro propio mar. De hecho el “plotteo” de los buques por parte de la Prefectura Naval Argentina es una herramienta precisa para detectar esas maniobras fuera de la Ley, informando a quienes corresponde las irregularidades.
Luego por otro camino como la Cancillería argentina, deben notificar a sus pares de los países infractores, de lo que está ocurriendo, pero…
Cuesta pensar en sanciones o en discusiones bilaterales cuando la propia Canciller argentina Diana Mondino manifestó: “no seamos hipócritas, ustedes saben perfectamente que los que pescan no son argentinos. ¿Si vienen y te pagan los impuestos y contratan a trabajadores argentinos que te molesta? Si hay algo que es de tarado es la pesca”.
Las desafortunadas declaraciones de la persona que mayor contacto tiene con otras naciones abren una línea de pensamiento: o desde el Estado se sabe lo que pasa y lo ignora, o bien existe un total y llano desconocimiento de la situación. Se puede pecar por error, por omisión, por desconocimiento, por mala fe o por intereses… el tiempo dirá cuál será la elección y el fundamento de tan desacertadas palabras.