La búsqueda permanente de rentabilidad, no solo es un problema que comenzó a tomar relevancia en el sector pesquero argentino de los últimos meses.
Sorprende que el Ministerio de Agricultura y Asuntos Rurales chino, haya elaborado un documento por el cual manifiesta en tono preocupante los altos costos operativos y la inexorable dependencia de subsidios estatales para sostener la viabilidad de las flotas que operan en aguas distantes, en un claro ejemplo a la flota potera y -cada día de mayor volumen-, arrastrera que opera fuera de la milla 200 en FAO41 (Atlántico Sur lindero a Argentina) y en Perú, al sur de las Islas Galápagos.
La industria pesquera de alta mar china depende de mano de obra de bajos salarios para apuntalar su baja rentabilidad, según un detallado informe de la cartera dependiente del Ministerio de agricultura del que depende también la pesca.
Sin dudas, al margen del problema puntual; los inconvenientes causados por la caída de demanda genuina en el ámbito del consumo como consecuencia de cambios de hábitos después de transitar el COVD-19, comienzan a impactar, en una flota que no es sustentable, sin subsidios gubernamentales. La ecuación por la que el Estado chino sustenta esta flota es pura y exclusivamente desde la óptica estratégica como flota de ocupación de espacios que pueden tener vínculos a lo geopolítico con un fuerte sesgo de proyección en la Antártida; desde la ecuación estrictamente económica, el sector, de no ser por subsidios, es inviable.
La pesca en aguas distantes plantea retos económicos y operativos que amenazan la sustentabilidad económica de las flotas pesqueras, particularmente cuando operan a grandes distancias de sus puertos base. Este desafío es especialmente agudo en el caso de la flota de alta mar de China, que actualmente enfrenta «altas presiones de costos y dificultades operativas«, según un informe reciente recibido del Ministerio de Agricultura y Asuntos Rurales de ese país. Esta situación refleja un dilema estructural en el sector que combina factores económicos, políticos y ambientales, cuestionando la viabilidad a largo plazo de este modelo operativo.
Costos operativos elevados y la dependencia de subsidios
La pesca en mares distantes requiere infraestructuras complejas y costosas, desde embarcaciones modernizadas hasta logística extendida para mantener las capturas refrigeradas y transportarlas a los mercados de consumo. A esto se suman los gastos de combustible, mantenimiento, permisos y personal, que incrementan exponencialmente en proporción a la distancia de operación. La presión financiera ha llevado al gobierno chino a implementar medidas de apoyo como subsidios, reemplazo de flotas obsoletas y promoción de campañas de consumo. Sin embargo, este soporte estatal representa una dependencia insostenible, especialmente ante la posibilidad de restricciones internacionales en la Organización Mundial del Comercio (OMC) para limitar subsidios perjudiciales.
La flota de aguas distantes de China opera en un entorno internacional cada vez más hostil, enfrentando acusaciones de pesca ilegal, abusos laborales y explotación de recursos naturales en países en desarrollo. Estas denuncias, realizadas por gobiernos y ONG, mas la falta de trazabilidad de las capturas y la falta de protocolos de buenas practicas de pesca y del personal embarcado, han erosionado la reputación global del sector, afectando su capacidad para expandirse en mercados internacionales clave. Además, la necesidad de diversificar los mercados ha incrementado la complejidad operativa y los riesgos geopolíticos, mientras que el mercado interno chino, aunque en crecimiento, carece del poder adquisitivo suficiente para absorber todas las capturas.
El documento oficial del Ministerio de Agricultura sugiere medidas como la simplificación de subsidios, la modernización de flotas y el fortalecimiento de investigaciones científicas sobre recursos pesqueros para comprender la viabilidad del negocio. Sin embargo, estas acciones, aunque paliativas, no abordan el problema subyacente: la inviabilidad económica de mantener operaciones pesqueras tan alejadas de los puertos base como consecuencia de precios internacionales presionados sin demanda viva y a la baja. La distancia y la complejidad logística hacen que los costos superen ampliamente los beneficios, lo que obliga a depender de apoyos estatales que son vulnerables a restricciones externas y a críticas éticas.
Conclusión
Cuando el mercado de consumo no demanda, y los precios no acompañan por sobre los costos, la viabilidad del negocio pesquero comienza a hacer agua, «acá y en China«.
El modelo actual de pesca en aguas distantes, basado en una combinación de subsidios gubernamentales y explotación intensiva de recursos internacionales, enfrenta límites estructurales y sostenibilidad cuestionable. Los costos operativos, sumados a la creciente presión política y social, hacen inviable continuar con este enfoque sin una transformación profunda. Con la actual base de demanda y el modelo de precios, el negocio no es viable, los números no cierran. Una estrategia futura debe considerar no sólo la modernización tecnológica, sino también un replanteamiento de los principios éticos, económicos y ecológicos que rigen el sector mas un profundo análisis de la sustentabilidad por ejercer un modelo espacial de ocupación de zonas que estratégicamente y políticamente sirven a los estados que las sostienen. Por sí misma, la actividad pesquera distante en aguas internacionales, no es posible garantizar una pesca responsable, sostenible y económicamente viable en el siglo XXI.