Nunca dejaremos de sorprendernos de lo que nos puede aportar nuestro mar. Especies por doquier, muchas aún desconocidas, y especies que aportan alimentación, ornamentación y aun pasando por la cosmética. Claro que no solo nace del mar, pero sí se genera en él, como la acuicultura y su gran derivado como la maricultura.
Dialogamos al respecto con el investigador Lic. Mariano Spinedi, jefe del programa de maricultura del INIDEP, quien lidera una ambiciosa tarea.
Si bien el término es conocido y la actividad también, ¿podría instruimos sobre que es la maricultura?
La maricultura es una rama principal de la acuicultura.
La acuicultura es la cría de organismos que en algún momento de su vida, o en su vida, están vinculados al medio acuático.
Esa cría en general, busca tener fines comerciales: de alimentación, de ornamentación, de repoblamiento. En general el fuerte es la producción de alimento.
Tenemos acuicultura que se hace en los ríos, lagunas, es decir, en los ambientes del continente que es donde hablamos de «acuicultura continental».
Y si hablamos de cultivar tanto en el mar como fuera de él, pero con agua salada, con especies marinas, estamos hablando de maricultura.
Hablamos de peces marinos, de crustáceos (camarones), invertebrados, moluscos como el pulpo, mejillones, ostras.
También tenemos en maricultura el cultivo de macroalgas, que el algunos lugares se usa como alimento, pero es un aporte muy importante a la industria cosmética y alimenticia por los compuestos que se extraen.
¿Es algo así como hacer una huerta en casa, llevándolo a un término más burdo?
Si, es como tener una huerta en una casa, pero a otra escala. Podríamos decir que se emparenta con la agricultura. Uno siempre está hablando de sembrar, de cosechar, los términos se refieren más a lo agrícola.
Más allá de las especies que mencionó, ¿Cuáles otras se pueden trabajar? ¿Deben tener determinadas características?
Así es. Cuando hablamos de desarrollar el cultivo de una especie, se elige por determinadas características, se hace un análisis, y se ve si es una especie con potencial para la acuicultura. Si hay un potencial biológico, si se adaptan bien, si se reproducen, si se adaptan bien al alimento, al cautiverio.
Lo que no tenemos que dejar de ver es la parte económica. No hay que olvidarse que hablamos de una producción. Por eso la especie que elijamos va a presentar un precio de mercado. Se fija que la especie tenga un buen precio de mercado, para que el emprendimiento posterior, llevado a cabo por el sector privado sea rentable.
El programa que está liderando usted, ¿de qué consta?
El programa de maricultura busca identificar especies potenciales para el cultivo y desarrollar las técnicas de cultivo. Se desarrolla tecnología para transferirla al sector privado, lo que se conoce como «know how».
Tal es así que en el INIDEP se está trabajando en maricultura desde 1994.
En principio eran el lenguado y el besugo, hoy buscamos especies con rentabilidad como el pez limón, con lo cual hemos tenido excelentes resultados.
También estamos trabajando con el «púlpito tehuelche». Se ha logrado cerrar el ciclo y es una especie que promete mucho. Tiene buenos resultados tanto para alimento como para ornamentación o acuarismo.
¿El objetivo mayoritario es la alimentación?
La idea base es transferir a través de la maricultura, para que esto se convierta en la Argentina en alimento.
La acuicultura continental es la que tiene más años de desarrollo en el país, por ejemplo en el norte se ha dado muy bien en el cultivo el pacú, donde se están produciendo más de 1000 tn. anuales, con empresas yerbateras, empresas arroceras.
La acuicultura continental le lleva unos cuantos años a la maricultura en la Argentina, porque ya está establecida comercialmente.
Buscamos que próximamente tengamos en la maricultura el engorde del pez limón. Hablamos de una tecnología diferente, por ejemplo la trucha se cultiva en jaulas en embalse, el pacú en estanques en el norte.
Ahora trabajamos con tecnología de la recirculación, que es una tecnología donde se cultiva en tierra firme y no en un cuerpo de agua. Eso permite una reutilización del agua, muy importante para los parámetros que hay que respetar hoy en día. Tiene otras ventajas productivas al estar en un establecimiento cerrado. No hay que utilizar ni antibióticos ni antiparasitarios porque no estamos en el medio marino, donde uno no tiene control.
¿Se puede manipular genéticamente la especie a través del cultivo?
No es una manipulación del cromosoma a nivel del laboratorio. Los genes no se tocan, pero sí se hace un trabajo genético de selección, lo que podríamos llamar en biología una «selección Mendeliana», de varios lotes uno elige el que crece mejor, el que está mejor adaptado. Pero solo es por las características externas.
En otros países sí hay manipulación cromosómica como en el salmón, donde crece más y se transforma en transgénico. Pero es un caso muy especial, no es el común de la acuicultura mundial.
¿Se pueden lograr grandes volúmenes de producción?
Como entendemos nosotros la maricultura, con especies de alto valor comercial, con alta tecnología sí se puede lograr.
Una producción de 5000 tn. anuales para el mercado interno es una muy buena producción de hecho hoy el argentino está ávido de pescado fresco todo el año, de buenas características, eso es lo que te permite esto, que sea totalmente tratable, del «huevo al plato».
Hay un mercado muy interesante que en los últimos años ha promovido el sushi, todo lo que es cocina asiática, en Buenos Aires por ejemplo es muy buscado.
Además tienen mucha posibilidad de exportación como el pez limón, a un muy buen precio internacional.
¿No ha recibido críticas el proyecto, sobre todo de los sectores que promueven «lo natural»?
Ocurre que en muchos sentidos estamos alineados. Cuando aplicamos la recirculación por ejemplo, estamos en el camino de lo que pide el consumidor hoy en día. Cuando en un restaurante se lleva el plato, le cuentan que a ese pescado no hubo que administrarle antibióticos por ejemplo, que durante la producción se garantizó el bienestar animal, que siempre estuvo bien alimentado, nunca enfermo.
¿Reciben consultas por nuevos proyectos de este tipo?
Todavía no tenemos iniciado proyectos empresarialmente, pero sí interés de empresas importantes de la Argentina, desde el sector agropecuario o mismo desde el gastronómico, del sector pesquero.
Esta implementación de tecnología moderna es lo que hoy se usa en diferentes países.
Hoy las empresas necesitan de quien les provea la «semilla»
Se espera que el Estado provea de esos «juveniles-semilla». Lo que es rentable es el engorde. Cuando se ve que se pasa en un año de 3 grs. a 3 kg. es ahí donde está interesado el sector privado.
Hoy por hoy hay un apoyo muy fuerte del Gobierno, con el objetivo de darle mucho empuje.
Se ha reglamentado la Lay Nacional de Acuicultura, hay financiamiento para aquellos productores que quieren empezar, están presentando proyectos plausibles de ese financiamiento. Hay un movimiento muy interesante.
Tenemos una empresa que está poniendo un cultivo de 3000 tn. de mejillones.
Hay un buen panorama y apoyo a la actividad.
¿Trabajan muchas personas en el equipo?
Hoy somos 10. Compartimos con gente que adquirió conocimientos en Japón, China, Corea, como los biólogos e investigadores Pablo Javier Martínez, Pedro Menguez, Julián Bastida, Federico Bianca, Julián Desiderio, Bárbara Gorriti, Mercedes Berrueta, Mariela Radonic, Andrea López, Héctor Dominguez, y siempre con el apoyo de los directivos, de Lic. Ana Massa, Dra. Claudia Carozza, Lic. Oscar H. Padín.
Gracias a ellos estamos pudiendo llevar adelante este trabajo.