El desempeño económico de las empresas armadoras de buques en la pesquería de merluza en los últimos meses llega con un agravante que impacta directo en el sector pesquero y que no es ajeno a Mar del Plata. A instancias de cambios inmediatos que podrían darse en el sector macroeconómico con aires nuevos por parte del superministro Sergio Massa, el panorama para la merluza no es alentador con la mirada hacia adelante.
Analizando precios en el muelle, para la empresa primaria extractiva, es decir, la tradicional empresa pesquera pura, el precio de la merluza es el mismo que hace un año, y la pucha que ha pasado agua debajo del puente en materia de costos.
Parece que para el muelle algunos precios se “freezaron” hace años, no solo es patrimonio de la merluza ojo, pasa con todas las otras especies (por eso los barcos del muelle 10 están como están, una cajón de gatuzo vale lo mismo que dos años atrás, por ejemplo); pero en algún momento 4 o 5 astutos operando en la marginalidad, que solo invierten en un teléfono celular, condicionan la vida de alguna empresa no integrada a la actividad manufacturera y exportadora. El mercado interno esta destruido, es verdad, pero los costos no pueden ser solo del armador que este año, cuando solo había uno o dos barcos descargando merluza en la semana, el precio máximo visto fue de $150, igual que el año pasado. “ Poco y barato ” sentenció un comprador que desafiaba las leyes de la oferta y demanda. Esta última semana, arribaron al puerto local varios fresqueros al mismo tiempo, y el precio en el muelle se derritió apenas justificando la operatoria, mientras los sectores logísticos indexan al IPC. A más de uno se escuchó decir ” basta que se la lleven, el precio no se discute ” y aún está faltando lo peor, para el sector.
Terminada la zafra de langostino en aguas nacionales (que a pesar de las autoridades del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca reciba datos alentadores en cuanto a volúmenes de descargas mayores en un 9% respecto al año pasado -por ahora-, desconoce que las subáreas de pesca ya estuvieron todas recorridas (solo falta la 3,4,5) mientras desde hace 10 días, la flota tangonera opera en el paralelo 42, fuera de la ZVPJM, si no, estaban todos en la casa) algo impensado para esta época, -todavía en el mes de Julio- por lo que ese 9%, sin dudas en diciembre pasará a negativo de al menos un 15% respecto al año pasado (veremos).
Lo peor para el sector merlucero es que apenas finalizada la zafra de aguas nacionales, cuando llegue el grueso de la flota a Mar del Plata, los precios de la merluza debido a la caída de consumo interno y con Brasil en deflación; los precios en el muelle podrían tener una merma sustancial o peor aún, empiezan a aparecer mas lejanos los cheques en momentos de inflación galopante y sea el pescador quien financie la cadena -como siempre-.
Los desafíos que enfrenta la empresa pesquera merlucera pura, requieren transformaciones estructurales que se vienen dando desde hace mucho tiempo, pero hoy, no alcanzan.
Las empresas terminan siendo mucho más eficientes que años atrás, en un marco de relativa estabilidad en las descargas, pero la marginalidad de muchas plantas arrastra hacia un mercado oscuro.
Si ademas, se le suma los varios camiones que sí, permiten que pasen por la frontera de la localidad de Arroyo Verde con pescado fresco a procesar en Mar del Plata, muchos en las mismas cuevas de las que hacen alharaca desde Chubut acerca de su marginalidad en materia sanitaria y fiscal, el escenario se torna complejo.
Según entienden investigadores de mercado quienes nos acercaron su informe, a partir de las respuestas que obtuvieron de los armadores, la industria debe incrementar la productividad del conjunto de las actividades que integran la cadena. Así podrá mejorar su rentabilidad y recuperar posiciones en un mercado internacional cada vez más competitivo y recesivo en volúmenes.
En la actualidad, la trayectoria que debe recorrer el sector para modernizar su operatoria precisa de un marco institucional específico. La instrumentación de políticas públicas sectoriales, que incentiven la reconversión de la actividad y que atenúen los efectos adversos de la misma, es el factor decisivo para comenzar con las transformaciones que necesita la pesquería para alcanzar la sustentación económico financiera.
El análisis de los especialistas parte de una base insoslayable: el desempeño económico de los armadores ligados a la pesca de merluza tuvo un resultado desfavorable durante los últimos meses, de acuerdo a las exposiciones de los empresarios relevadas durante la investigación.
Aún con capturas más o menos estables y la cuantificación, intervinieron factores económicos que fueron erosionando los niveles de rentabilidad. El tipo de cambio, el aumento de los costos operativos, principalmente del gasoil a pesar de estar subvencionado, precios de venta estancados y fuerte competencia por caída mundial de demanda casi cero principalmente de Ucrania y Rusia, dos compradores importantes para Mar del Plata.
En el largo plazo, la mayoría de los armadores entrevistados destacó que el Régimen de Cuotas Individuales Transferibles de Captura (CITC) permitió ordenar el caladero y generar previsibilidad en la pesquería. Asimismo, reconocieron que los aspectos positivos de la medida quedaron opacados en gran medida por el contexto macroeconómico de los últimos meses.
No existen créditos para el sector, los bancos conformes de prestarle al Estado a través de Leliqs y otros instrumentos de financiación están cómodos, rentables y sin el riesgo del sector privado; aunque el pesquero, sin dudas es más solvente que las propias arcas del BCRA por estos días.
La baja en las retenciones a las exportaciones y el otorgamiento de algunos subsidios a la mano de obra en tierra no lograron torcer el rumbo a pesar del esfuerzo de las autoridades de pesca. La influencia de los costos siguió siendo pesada.
En el ultimo año el combustible aun subsidiado por el Estado Nacional – y hay que decirlo – aumento un 48% en dólares que compromete la viabilidad económica en la pesquería.
Los entrevistados destacaron la importancia de incorporar tecnología en sus buques para mejorar la eficiencia de las operaciones de pesca. No obstante, las dificultades para obtener rentabilidad y el elevado costo del financiamiento impiden o retrasan la reconversión de la flota pesquera que en algunos exponentes comienzan a verse avances de consideración, es el caso del BP Niño Jesús de Praga. Un buque pesquero multipropósito con avances significativos y prestaciones que buscan la eficiencia, calidad del producto a bordo y fundamentalmente pensado en las mejoras en las condiciones laborales de su tripulación.
Al mismo tiempo, los armadores sostienen que el escenario no se revierte definitivamente con una depreciación de la moneda local (devaluación) simplemente. Juzgan que la medida genera beneficios económicos de manera transitoria porque el aumento de los costos en el mediano plazo equipara las ganancias de la variación del tipo de cambio nominal.
El cambio debe ser estructural y hoy, no sabemos si las condiciones están dadas para un cambio radical en un mercado donde, el muelle y sus precios, termina siendo la caja de resonancia de lo que sucede en Buenos Aires, el país y en los mercados del mundo.
La pesca, siempre fue un sector que dinámicamente supo superar los inconvenientes aun con sacrificio y muchísimo trabajo quedando algunas empresas en el camino, como se lo escribe en la historia reciente.
Esperemos en esta oportunidad que las variables se puedan revertir y ese escenario negativo pueda quedar en el olvido. Mar del Plata es un puerto merlucero y hoy la merluza, con las condiciones actuales comienza a no ser rentable, al menos para los fresqueros, después no nos diga que no lo dijimos.