El solo hecho de mencionar el día 2 de abril en nuestro país, desde hace 41 años, nos lleva al recuerdo de un momento que muchos desean tener presentes y para otros es olvidable.
Más allá las cuestiones políticas que siempre terminan arruinando todo en la Argentina, deseamos recordar y homenajear a todos, absolutamente a todos, que fueron, son y serán parte de la historia de nuestro país.
Una plaza de mayo repleta. Un presidente que arengaba a un país que jamás había vivido y ni siquiera imaginaba. Una guerra nada menos, palabra que hacía humedecer los ojos de nuestros padres y abuelos que habían llegado a estas tierras escapando de lo que Europa vivía comenzado el siglo XX con la Primera Guerra Mundial, o la Segunda promediando el mismo siglo.
Nuestra gente dio todo. Desde el sector civil se hizo su aporte. Barcos que acompañaban las acciones, colaborando con información y arriesgando la propia vida de los tripulantes, cuyo único objetivo era que la bandera celeste y blanca permanecería enarbolada en las Islas Malvinas.
La marina mercante tuvo su papel protagónico. El “Narwal”, “María Alejandra”, “Constanza”, “Ceibo”, “Invierno”, “Mar Azul” “Usurbil”, “Capitán Cánepa”, son algunos de los nombres, aunque es injusta la enumeración donde faltarán varios de ellos.
Semanas después del desembarco en Puerto Argentino, el Reino Unido movilizaba su poderío hacia la Zona de Exclusión Malvinas, ese mismo dia, en nuestra ciudad y en la Capital Federal, funcionarios del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, bajo régimen militar en esa época, convocaron a la Cámara de Armadores de buques de Pesca Congeladores (CaPeCA) y a la Cámara de Armadores para solicitar su colaboración.
Las tareas solicitadas eran tareas SAR de búsqueda y rescate de posibles pilotos y tripulantes en el mar; y tareas de avistamiento e inteligencia de naves de superficie con dirección hacia Malvinas o -en tiempo más avanzados- de circunvalación en aguas aledañas a las islas.
Las empresas pesqueras y sus tripulaciones, se pusieron a disposición de las fuerzas de seguridad y defensa, a pesar del riesgo que implicaba, por falta de conocimiento y por nula posibilidad de defensa en caso de ataque.
Hubo varios grupos, el más reconocido, el integrado por los BP Narwal, Invierno y Constanza , de la vieja pesquera Arpemar, y el BP María Alejandra, de Pesquera Argenbel.
Los buques tenían conexión directa vía radial al COAS, Comando de Operaciones del Atlántico Sur dependiente de la Armada Argentina.
El otro grupo, lo integraban los BP Usurbil, María Luisa y Mar Azul, de Pesquera del Atlántico, operaba como el grupo de tareas GT 17-3 y se desplazaba en el derrotero donde la flota inglesa tenía previsto pasar, de manera que operaba como avistaje temprano en clara operación de inteligencia militar.
Pesqueros, petroleros, remolcadores, todos colaboraron en el abastecimiento, en la sanidad, en el transporte de personal militar, de vehículos y hasta de municiones, sin importarles aquella orden recibida donde se les ordenaba volver inmediatamente a puerto en virtud del latente conflicto bélico.
Recibieron balas, bombas, tuvieron heridos, una fragata británica hundió un carguero –el Isla de los Estados- pero nadie escondió la cabeza.
No es el momento de especulaciones ni de comentarios sobre la estupidez que significa una guerra, que al fin y al cabo y luego de más de cuatro décadas, tenía un fin netamente comercial. Las pruebas están a la vista sobre la desigualdad del conflicto. Por estos lados apuntábamos al patriotismo. Desde la tierra de los mayores piratas y usurpadores del mundo, buscaban un fin comercial, estratégico y geopolítico de demonio que desde hace varios años les está dando sus frutos.
Todos son héroes. Civiles y militares. Embarcados y desde tierra. Todos participaron de alguna manera, aún con su lógico temor y oficiando como héroes aún sin estar preparados para algo que siempre resultó inimaginable en la Argentina donde esa palabra –maldita al fin como su definición- se nos metió para siempre en nuestra cabeza, en nuestra sangre y en nuestra alma: guerra.
Difícil es transmitirle al lector la sensación corporal y emocional que se puede vivir ante la presencia y el relato de esos héroes.
Por caso nuestro trabajo nos permite estar cerca de personal de la Armada o de la Prefectura Naval que han participado en la absurda guerra, pero guerra al fin. Nuestra misión es transmitir lo que vemos, lo que escuchamos, lo que sentimos. Lo podemos hacer hasta casi fácilmente, trabajamos para eso y para eso nos formamos.
Lo podemos hacer en cualquier ocasión por más dramática que sea, ese es nuestro trabajo y de eso vivimos, salvo en una circunstancia. Y es justamente esta.
Hemos reflejado diálogos, momentos, actos, vivencias que nuestros héroes, pero nunca pudimos salir indemnes, siempre un pedacito de nosotros se va con ellos y sus recuerdos a través de nuestras lágrimas a veces no exteriorizadas.
2 de abril. Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas. Honor y gloria!!!!
Recordamos sendas notas al cumplirse el 40 aniversario el año pasado repartidos en dos salidas. Momentos y vivencias conmovedoras de quienes cuentan en primera persona lo vivido.