Uruguay volvió a ver sus pesqueros en el horizonte. Tras 80 días de disputas laborales, marcadas por reclamos salariales, vacaciones impagas y tensiones sobre la contratación de tripulaciones, las primeras embarcaciones partieron este jueves con destino a faenas de altura.
El reinicio de actividades se concretó en medio de un clima de cautela. Un capitán consultado explicó que su barco navegaba con “personal de confianza” que no había participado en el reclutamiento impulsado por el sindicato, mientras que la central obrera PIT-CNT informó que, en general, se había retomado el trabajo con las dotaciones habituales.
El conflicto, sin embargo, no se ha resuelto plenamente. El Sindicato Único de Trabajadores Marítimos y Afines (SUNTMA) aceptó de manera transitoria la propuesta del Poder Ejecutivo, que contempla el pago de doble tarea en las guardias mediante un subsidio estatal, mientras se debaten los puntos pendientes en una mesa multisectorial. La incorporación de un tripulante adicional, principal reclamo gremial, quedó en suspenso.
Paralelamente, las cámaras empresariales no esperan. Con pérdidas millonarias y mercados comprometidos, han lanzado una estrategia agresiva de reclutamiento, buscando mano de obra a través de la plataforma UruguayPesca.com. El llamado masivo recibió miles de postulaciones y exhibe un mensaje claro: refundar el sector.
En un comunicado, la Cámara de la Industria Pesquera del Uruguay (CIPU) detalló las condiciones de trabajo que ofrece a los nuevos tripulantes como forma de mostrar transparencia y contrarrestar la narrativa sindical. Prometen una mejora sustancial en alimentos diarios para el personal embarcado elaborada por cocineros capacitados, ropa de trabajo profesional —incluyendo equipo de agua completo, botas y guantes— y hasta 10 kilos de pescado entero o 4 kilos de filetes para llevar a casa al final de cada marea.
Este movimiento empresarial, mientras se negocia con el gobierno, refleja una tensión subyacente: la fuerte presión gremial que durante meses distorsionó el trabajo, paralizó la producción y comprometió a las compañías al punto de perder mercados y contratos, arrastrando incluso a los propios trabajadores hacia una situación de riesgo económico.
El punto más crítico de la negociación giró en torno a los pagos atrasados de vacaciones y aguinaldos. El contramaestre Néstor Pedroza lo resumió con claridad: “Estábamos esperando el pago de las últimas vacaciones, que no se habían abonado, junto con el aguinaldo. Se realizó esta tarde, prevaleció la razón y nos vamos”.
Las embarcaciones permanecerán en el mar entre siete y ocho días. La mayoría de los trabajadores son afiliados sindicales, salvo algunos tripulantes contratados en la última campaña de incorporación promovida por las empresas.
El PIT-CNT reiteró en un comunicado su rechazo a “mensajes violentos que circulan en ciertos medios y redes sociales, porque no contribuyen a la búsqueda de soluciones”, mientras que la CIPU proyectó que “para este fin de semana, al menos una docena de barcos habrán zarpado”.
En este escenario, el sector pesquero uruguayo inicia una nueva etapa marcada por incertidumbres. La aceptación parcial del sindicato, el subsidio estatal, el reclutamiento paralelo y las pérdidas acumuladas dibujan un panorama frágil donde las heridas del conflicto siguen abiertas y la sostenibilidad de la actividad permanece en duda.