Ya nada queda de los médanos de la playa del puerto de Mar del Plata. Erosión, personas inescrupulosas, falta de control comenzando los años 2000, muchos factores hicieron que ese paisaje cambiara para siempre. La naturaleza no quiso que se volvieran a “formar”, pero hoy no pasan por alto al departamento de Explotación y Marketing gerenciado por la arquitecta Julia Gasalla.
El punto en cuestión no son precisamente la desaparición de los médanos y su paisaje, sino la nueva licitación que se avecina para la explotación del lugar para la extracción de arena, que se transporta y se utiliza para distintos fines, sobre todo para la construcción, luego de un tratamiento específico para eliminar aquellos componentes que perjudican la calidad isotrópica de las mezclas, al margen del deterioro de corrosión producido por el componente salitrosa de la misma, producto del deficiente tratamiento aplicado.
En ocasiones cuando algunos temas “cobran estado público a nivel nacional”, como es este, da la sensación que de ese modo es más importante, pero con el agravante que la falta de elementos periodísticos o ¿por qué no? intereses creados, hacen que los más desprevenidos tomen como verdad eso que “salió en todos lados”, o “está en los canales de Buenos Aires”.
Por una parte la firma Cantera Fátima denunció una serie de irregularidades a través del Director Ejecutivo de la firma mencionada. Argumenta que la arena que hoy se extrae de las playas del Puerto recibe un tratamiento de manera deficiente.
El proceso para un nuevo llamado de licitación ya está en marcha a través del llamado que realizó en forma pública el CPRMDP, donde ya tiene dos oferentes: la mencionada Cantera Fátima y el actual concesionario Arenera Mar del Plata.
Ahora bien, ante los cuestionamientos de uno de los oferentes, como mencionamos, seguramente demorará el proceso hasta una nueva adjudicación.
Esta demora a la que hacemos referencia será inevitablemente por las denuncias presentadas por unos de los oferentes. Denuncias que están en el propio expediente de licitación porque no existe causa judicial al respecto.
Fuentes cercanas ante la consulta de PESCARE, confiaron que la contestación de esas denuncias están dentro de los 10 días hábiles que marca lo escrito. A partir de ahí, la contraparte tendrá la misma cantidad de días y en las mismas condiciones para responder.
Un camino de ida y vuelta que lo único que hace es demorar la adjudicación, pero ¿Qué ocurriría si ante todos estos vaivenes el CPRMDP decide, de acuerdo a sus propios reglamentos legales, llamar a una nueva licitación a través de otro pliego? ¿Es posible eso? Sí, esa es la respuesta, porque está dentro de los cánones legales. ¿Podría invalidar a estas dos empresas para que se presenten en una nueva licitación? Si toman ese camino, seguramente aparecerá una tercera opción y de ahí comenzará un nuevo proceso licitatorio.
Algunos argumentos de la empresa denunciante carecen de consistencia, por ende pueden ser objetados, como que solicita la intervención del Organismo Provincial de Desarrollo Sostenible (OPDS), cuando quien debiese intervenir es Ministerio de Minería.
Muchas dudas y algunas preguntas sobre una base concreta que es la información recabada: ¿una de las empresas que está en el pliego intentó adquirir a la otra para quedarse con la explotación de la arenera del Puerto de Mar del Plata? La respuesta a todas luces es afirmativa.
Lo concreto, y el tema va más allá de la arenera en cuestión, es que desde la propia creación del CPRMDP, muchos actores han utilizado espacios y accionares que han dejado de lado los principios básicos de sus pliegos originarios, sin ningún tipo de contemplación paisajística y/o ambientalista, siquiera preservando el medio ambiente natural, que hoy han desaparecido en medio de piedras, desperdicios, yuyos y basura, producto de favoritismos que vaya a saber por qué, no tuvieron su auditoria, fiscalización y consecuente penalidad en caso de encontrarse fuera de los cánones estipulados en los contratos entre las partes en su inicio, por otras administraciones portuarias.
Lo mismo sucede en el emplazamiento denominado la “manzana de los circos”, en los innumerables “kioscos” dentro del corazón industrial del puerto (restaurant y semi plantas de pescado producto de propinas a tripulaciones) o en galpones que desde hace años siquiera se invierte en una pintada, para al menos, hacer una “lavada de cara”, como así también el espacio de los silos, que pareciera que se está esperando un accidente producto del paso del tiempo, la falta de mantenimiento en ese sector y la fatalidad; en un puerto que por sobre todo, busca expandirse y trabajar cómodamente habida cuenta que ofrece los mismos metros cuadrados que en la década del 60’, mientras hoy, hay 320 pesqueros de dimensiones varias veces más grandes que los de aquella época, amén de cascos interdictos o hundidos y un portacontenedores que multiplica al menos por 3 el desplazamiento bruto de aquel viejo NAVARCHOS KOUNDOURIOTIS griego, hundido a 500 metros de playa grande en 1964.
Detrás de la arenera, parafraseando, es solo un grano de arena que sale a luz, pero las omisiones o irregularidades son históricas y muchos han preferido mirar para otro lado.
Por Gustavo Seira