El 27 de junio se celebra en la Argentina el Día del Biólogo, en conmemoración de una decisión histórica tomada en 1812, cuando el Primer Triunvirato, a instancias de Bernardino Rivadavia, solicitó a las provincias el envío de elementos naturales para iniciar la conformación de un Museo de Historia Natural en Buenos Aires. Este gesto fundacional marcó el punto de partida para la institucionalización de las ciencias biológicas en el país y sentó las bases para el desarrollo de una tradición científica que se ha consolidado a lo largo de más de dos siglos.
En el presente, el conocimiento generado por la biología se ha vuelto indispensable en múltiples áreas del desarrollo nacional. En particular, en el ámbito marino y pesquero, la labor de los profesionales de la biología representa un componente estratégico para el análisis, seguimiento y administración de los ecosistemas oceánicos y de los recursos vivos que los habitan.
La biología marina permite comprender el funcionamiento de las complejas redes tróficas del mar argentino, una de las plataformas más extensas y biodiversas del hemisferio sur. Estudiar las especies de interés comercial —como la merluza común, el calamar, el langostino, la centolla o el abadejo— exige una profunda investigación sobre su biología, su comportamiento reproductivo, sus migraciones, su alimentación, sus ciclos de vida y su relación con el ambiente.
En la Argentina, el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) desempeñan un papel central en esta tarea. Equipos de investigación conformados por biólogos, técnicos y científicos especializados desarrollan programas orientados al monitoreo de poblaciones, a la elaboración de modelos de dinámica pesquera, a la evaluación de impactos ambientales y al asesoramiento técnico que permite la definición de políticas públicas de manejo sustentable.
Gracias a esta labor científica, es posible establecer parámetros fundamentales como las cuotas de captura, los períodos de veda, las zonas de protección y las tallas mínimas de extracción. Estas herramientas permiten equilibrar la explotación productiva con la conservación de los ecosistemas marinos, garantizando la continuidad de la actividad pesquera, que representa una fuente clave de empleo, exportaciones y desarrollo regional.
La ciencia aplicada al mar no se limita a la descripción de especies ni a la recopilación de datos. Implica una visión integral del ecosistema, de sus componentes abióticos y bióticos, de su variabilidad climática y de las presiones antrópicas que lo afectan. La información generada por los biólogos permite anticipar tendencias, detectar alteraciones, mitigar impactos y, sobre todo, tomar decisiones fundadas en conocimiento científico cuyo objetivo es potenciar al máximo sostenible del caladero sin afectar los recursos vivos del mar.
El trabajo de los biólogos marinos tiene un impacto directo en la sustentabilidad de los recursos pesqueros. A través de campañas de investigación a bordo de buques, análisis de laboratorio, estudios genéticos, modelos bioestadísticos y monitoreo continuo, su aporte sostiene la base científica de una de las actividades económicas más importantes del país. Esta tarea, silenciosa y constante, permite que el mar argentino sea no solo fuente de producción, sino también un territorio bajo gestión responsable.
En este día, el reconocimiento a los biólogos no solo se orienta a su formación académica o a su trayectoria profesional, sino a la función esencial que cumplen en la interfaz entre conocimiento y acción. Son quienes observan los procesos naturales para interpretarlos, quienes traducen los signos del océano para construir herramientas de gestión, quienes sostienen con datos y evidencia la posibilidad de producir sin agotar.
El Día del Biólogo representa, entonces, una oportunidad para valorar el rol de quienes trabajan por la vida en todas sus formas. En el caso particular del ambiente marino, su tarea es vital: protege el equilibrio ecológico, fortalece la soberanía científica y asegura que las decisiones sobre el uso de los recursos se basen en información confiable, actualizada y pertinente.
Celebrar a los biólogos es, también, reafirmar el compromiso con un modelo de desarrollo sustentable, donde la producción y la conservación no sean fuerzas opuestas, sino dimensiones complementarias guiadas por el conocimiento.