En una nueva escalada dentro del ya complejo tablero del comercio internacional, el expresidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, ha intensificado sus amenazas arancelarias al anunciar, mediante cartas dirigidas a las máximas autoridades de la Unión Europea y de México, su intención de imponer un arancel del 30% a partir del 1 de agosto, con argumentos diferenciados pero con una misma advertencia: o se modifican las condiciones actuales del intercambio comercial, o Washington responderá con fuerza tarifaria.
Las misivas, publicadas en su plataforma Truth Social, fueron enviadas a la presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y a la presidente de México, Claudia Sheinbaum, y constituyen la tercera amenaza de este tipo en apenas cuatro meses, en una secuencia de presiones que busca corregir, según Trump, desequilibrios estructurales e inacción política.
En el caso europeo, el exmandatario justificó el nuevo arancel como respuesta a las «políticas arancelarias y no arancelarias del bloque comunitario«, a las que calificó de barreras sistemáticas al acceso de productos estadounidenses. “La cifra del 30% es mucho menor de lo que se necesita para eliminar la disparidad del déficit comercial que tenemos con la UE”, escribió Trump, reforzando el tono confrontativo que ha caracterizado su retórica en materia de comercio exterior.
Cabe recordar que en abril, Trump ya había amenazado con un arancel del 20%, y en mayo, con otro del 50%, siempre con el argumento del déficit y el proteccionismo europeo. Ninguna de esas amenazas llegó a materializarse, pero mantuvieron en vilo a Bruselas y generaron una intensa actividad diplomática.
Por su parte, México vuelve a quedar bajo el foco del expresidente republicano. Si bien el 87% del intercambio comercial con Estados Unidos queda protegido por el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) —incluyendo productos clave como los del sector pesquero—, Trump ha reinstalado la amenaza arancelaria con un tono marcadamente político: acusó a México de no haber actuado con firmeza frente a los cárteles del narcotráfico y el tráfico de fentanilo, una narrativa que ya había esgrimido durante su mandato anterior.
“México aún no ha detenido a los cárteles que intentan convertir a toda Norteamérica en un campo de juego para el narcotráfico. ¡Obviamente, no puedo permitir que eso suceda!”, expresó en la carta dirigida a la presidente Sheinbaum, sin hacer mención al fallo del Tribunal de Comercio Internacional (CIT), que recientemente invalidó los aranceles del 25% impuestos a productos mexicanos relacionados con el fentanilo, calificándolos como contrarios a la legislación vigente.
Hasta el momento, la Casa Blanca no ha emitido documentación oficial más allá de las cartas publicadas por Trump, y no ha sido claro si estas amenazas se enmarcan en una futura acción ejecutiva concreta o si forman parte de una estrategia electoral y de presión política.
Tanto Von der Leyen como Sheinbaum han respondido con cautela, manifestando decepción pero también voluntad de diálogo. “Siempre hemos sido muy claros en nuestra preferencia por una solución negociada. Sigue siendo así, y aprovecharemos el tiempo que tenemos hasta el 1 de agosto”, expresó la líder europea en conferencia de prensa. No descartó, sin embargo, la aplicación de contramedidas en caso de que se concreten los nuevos aranceles.
En un escenario donde la diplomacia parece caminar al filo de la confrontación, y con un mercado global cada vez más tensionado, las amenazas de Trump marcan un nuevo punto de inflexión en la ya frágil arquitectura del comercio multilateral. La cuenta regresiva hacia el 1 de agosto ha comenzado, y con ella, la necesidad de definir si prevalecerá la negociación o el conflicto tarifario.