El 13 de diciembre evoca un momento fundacional en la historia energética de Argentina, al conmemorarse el Día Nacional del Petróleo. En esta fecha se recuerda aquel hallazgo decisivo ocurrido en 1907 en Comodoro Rivadavia, un evento que no solo marcó el inicio de una etapa de transformación industrial, sino que cimentó el lugar del petróleo como un recurso estratégico para el desarrollo económico, la soberanía energética y el progreso tecnológico del país.
Más allá de la evocación histórica, la fecha invita a una mirada reflexiva sobre los desafíos y oportunidades que se vislumbran en el horizonte de la industria petrolera nacional. Este año, las expectativas se concentran en las prospecciones offshore frente al mar lindero a la provincia de Buenos Aires y en una area vasta y rica en hidrocarburos como las costas de Tierra del Fuego y Santa Cruz, cuya potencialidad despierta un interés renovado. La posibilidad de identificar nuevos yacimientos hidrocarburíferos en aguas profundas plantea no sólo la promesa de un dinamismo económico regional, sino también un replanteo de las estrategias de desarrollo energético en el marco de un escenario global que exige adaptabilidad y visión de futuro energético.
El litoral bonaerense se perfila como un eje clave dentro de los planes de expansión de la matriz energética. Las primeras estimaciones apuntan a un impacto positivo que podría traducirse en la generación de empleos directos e indirectos, el fortalecimiento de la infraestructura portuaria y el impulso de sectores conexos como la logística y los servicios. Sin embargo, este horizonte, colmado de oportunidades, exige a su vez un enfoque que contemple no solo las dimensiones económicas, sino también las ambientales y sociales.
La exploración de hidrocarburos en alta mar no está exenta de desafíos. Las costas de Mar del Plata albergan ecosistemas marinos de gran sensibilidad, además de actividades esenciales como la pesca y el turismo, que forman parte del tejido económico y cultural de la región. Ante estas realidades, resulta imprescindible garantizar que las prospecciones se realicen bajo estrictos estándares de sostenibilidad, minimizando impactos y promoviendo un equilibrio que permita la convivencia de intereses diversos. Solo un diálogo transparente y un compromiso efectivo con las comunidades locales podrán consolidar estas iniciativas como un modelo de desarrollo armónico.
En el marco de esta jornada, es oportuno también rendir homenaje a quienes sostienen la industria energética nacional con su esfuerzo diario. Desde los históricos yacimientos en tierra hasta las modernas plataformas en el mar, su labor representa el pilar sobre el que se edifica el presente y se proyecta el futuro energético del país.
Historia del Petróleo en Argentina
En el lejano caserío de Comodoro Rivadavia, apenas un puñado de casas de chapa se erguía sobre la inhóspita costa patagónica a comienzos del siglo XX. Allí, un pequeño grupo de pioneros, impulsados más por la necesidad que por la ambición, perforaba el suelo en busca de agua potable. Eran días arduos, marcados por el viento cortante, la escasez de recursos y el anhelo de arraigar una vida en aquel rincón remoto del país.
La mañana del 13 de diciembre de 1907, mientras el equipo encabezado por Humberto Beghin y José Fuchs alcanzaba los 540 metros de profundidad, la perforadora arrancó de las entrañas de la tierra un chorro oscuro, de fuerte olor acre. No era agua lo que surgía, sino petróleo: el “oro negro” había sido hallado por azar en suelo argentino. Un telegrama lacónico, pero cargado de trascendencia, comunicó la noticia: “Buscando agua se encontró petróleo”.
El hallazgo marcó un antes y un después en la historia nacional. Hasta entonces, los esfuerzos por extraer petróleo en el norte del país —desde Jujuy hasta Mendoza— habían sido escasos y accidentados. La precariedad técnica y la falta de legislación específica habían relegado al petróleo a un segundo plano frente al carbón importado. Pero aquel chorro fortuito en Comodoro Rivadavia cambiaría el destino energético de Argentina.
El presidente José Figueroa Alcorta, consciente de la magnitud del descubrimiento, reaccionó de inmediato. Dictó un decreto que estableció una reserva petrolífera de cinco leguas a la redonda, protegiendo el hallazgo de intereses privados. La medida, pionera en su tipo, sentaría las bases para la creación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales en 1922, bajo el liderazgo visionario del general Enrique Mosconi. Así, Argentina no solo consolidaría su soberanía energética, sino que también se convertiría en un ejemplo para el mundo al fundar la primera empresa estatal petrolera.
Pero aquel 13 de diciembre de 1907, la visión de futuro era aún incipiente. En el paisaje desolado de Comodoro Rivadavia, donde medio centenar de familias enfrentaban las inclemencias del sur sin energía eléctrica ni agua corriente, nadie imaginaba que estaban sentando las bases de una industria que transformaría al país.
El equipo responsable del histórico descubrimiento estaba compuesto por Humberto Beghin y José Fuchs, acompañados por los foguistas Gustavo Kunzel y Juan Martínez, los peones Florentino Soto, Antonio Viegas, Joaquín Domínguez, José Barravoz, Pedro Gedhorn y los cocineros Pedro Peresa y Francisco Ferrera.
La primera acción de Beghin y Fuchs fue informar la novedad a la Dirección General de Hidrología, Geología y Minas, dependiente del Ministerio de Agricultura de la Nación. Al día siguiente, a las 12:45, un particular solicitó autorización para realizar un cateo en la región de Comodoro Rivadavia, que abarcaba más de dos mil hectáreas. Sin embargo, los funcionarios se encontraron ante un vacío legal, ya que no existía una normativa específica para regular esta clase de hallazgos.
Ante la trascendencia del descubrimiento, el presidente José Figueroa Alcorta emitió el 14 de diciembre un decreto que estableció una reserva petrolífera de cinco leguas kilométricas de radio alrededor del pozo, asegurando la protección del recurso en favor del Estado nacional. Esta medida fue posible porque Comodoro Rivadavia era una colonia, y las tierras donde se había realizado la perforación eran concesiones fiscales sujetas a la ley de tierras, que prohibía enajenar propiedades con recursos estratégicos como el petróleo. Aunque inicialmente el decreto fue tildado de inconstitucional por algunos sectores empresariales, la promulgación de la ley 7059 en 1910 permitió al Poder Ejecutivo reservar hasta cinco mil hectáreas en la zona, prohibiendo la concesión de permisos de explotación y cateo durante un período de cinco años.
Posteriormente, se estableció la Dirección General de Explotación del Petróleo de Comodoro Rivadavia, bajo la conducción de Luis Augusto Huergo, el primer ingeniero graduado del país. Huergo, en un intento por destacar la importancia del hallazgo y captar la atención de las autoridades, afirmó: “Los yacimientos de Comodoro Rivadavia son de los más ricos y extensos del mundo”.
En 1922, el gobierno dio un paso decisivo con la creación, por decreto, de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), la primera empresa estatal petrolera del mundo. Bajo el liderazgo visionario del general Enrique Mosconi, alma mater del proyecto, la industria petrolera nacional alcanzaría un lugar central en la historia energética del país.
Hoy, al evocar aquel momento fundacional, se reconoce no sólo la fortuna de aquel hallazgo fortuito, sino también la capacidad de un país para convertir un accidente en una oportunidad histórica. El petróleo argentino, surgido de la necesidad y moldeado por la visión de hombres como el Gral.Mosconi, se convirtió en un motor de desarrollo que aún hoy late bajo el suelo patrio. Y es en días como este cuando la memoria y el porvenir se encuentran para celebrar una herencia que, por azar o por destino, pertenece a todos.
El Día Nacional del Petróleo no es únicamente una efeméride; es una invitación a pensar en un porvenir donde los recursos energéticos se conviertan en herramientas para el bienestar colectivo, bajo un prisma que combine innovación, responsabilidad y sostenibilidad. En última instancia, el mayor desafío será hacer del progreso un camino compartido al desarrollo, en beneficio de las generaciones actuales y venideras.