En 1989, tras el naufragio del B/P “Sheriff 1º”, el padre de dos de sus tripulantes, uno de ellos fallecido en el accidente, con el dolor a cuestas recorrió despachos de funcionarios pidiendo por la seguridad a bordo y la capacitación y formación de los tripulantes como herramienta fundamental para hacer frente a las contingencias.
El hijo que sobrevivió es Jorge Frías, Secretario General de la Asociación Argentina de Capitanes, Pilotos y Patrones de Pesca: «De alguna manera hoy siento que estamos cumpliendo con aquello que él pedía», afirmó en una entrevista a propósito de la certificación de la Asociación para el dictado de los cursos STCW, con orgullo de este gran paso durante su gestión, avanzar en la capacitación y formación de los compañeros desde el propio sindicato.
Desde el mismo gremio recordaron a través de dos artículos periodísticos del momento de la tragedia.
El Diario La Capital de Mar del Plata días después del lamentable suceso tituló: “Denuncia por el ‘Sheriff I’. Graves falencias en capacitación de los marineros” aquí reproducimos el mismo.
El padre del marinero Víctor Frías, fallecido trágicamente el 26 de octubre pasado al naufragar en altamar el buque «Sheriff I», acusó a la empresa armadora del barco de «irresponsabilidad en el mantenimiento de las naves» y denunció además que «existen graves falencias en la capacitación de los marineros a bordo». Víctor Frías padre, redactó una «carta pública» en la que afirma que su hijo «perdió la vida innecesariamente» y que «estas reflexiones son, un modesto aporte para evitar en lo sucesivo la reiteración de hechos como el que nos toca vivir y que enlutaron a mi familia».
Frías expresa en la misiva que «tomo conciencia ahora, de las falencias que hacen que se produzcan dichos accidentes luego de sesenta días de trabajo continuo para encontrar las razones de tales tragedias que golpearon con reiteración, en especial en este año, a las familias de la colonia pesquera marplatense». A manera de conclusión de sus investigaciones, Frías señaló que hay «irresponsabilidad de las empresas armadoras que no complementan a los buques con sus respectivos instrumentos y elementos de seguridad para la navegación» como por ejemplo «equipamiento de colisión y varadura, que consisten en puntales, cuñas y las herramientas correspondientes».
En cuanto a otras carencias a bordo, Frías mencionó que en el caso de incendios «se debe tener matafuegos y distintos elementos para cada circunstancia, manguera de incendio con su casillero donde exija seguridad», mientras que para abandonar la nave «se debe tener los respectivos salvavidas en el lugar donde se le asigne a cada tripulante, con sus complementos (silbatos y luces) y salvavidas de rescate en caso de hombre al agua».
En los párrafos siguientes el tradicional diario, haciéndose eco de las manifestaciones públicas de Víctor Frías también destacaba:
«La balsa salvavidas acotó luego Frías- es un elemento que en los últimos accidentes ocurridos con los buques ‘San Francisco’, ‘San Matías’ y ‘Sheriff’ han sido la constante del precio de muchas vidas, ya que indefectiblemente no funcionaron a causa de sus malos estados. Precisamente -añade- es el caso del Sheriff donde la tripulación con buena eficacia arrojó la balsa al mar, única existente a bordo, perdiéndola al no tener sus medios de seguridad en condiciones. La balsa se desprendió y fue arrastrada por el mar en medio de la noche».
Frías indicó después que «con esto pretendo indicar que tanto la empresa armadora como sus respectivos representantes (las casas responsables de balsas que no realizan el trabajo de seguridad con la seriedad que corresponde) son responsables porque es sabido que en casos de accidentes es la balsa el único medio con el que cuenta la tripulación para salvar sus vidas. Así también –continuó- la Prefectura Naval Argentina, que su función específica no es cuidar precisamente las espaldas de los pagadores, los cuales se refugian en una imagen casi como de represión que refleja Prefectura en estos casos, aprovechando esto para hacer usura con el sueldo de los tripulantes».
«Prefectura subrayó Frías debería controlar que los barcos despachados a sus respectivas tareas vayan con los elementos correspondientes para la seguridad de la navegación, como así también preparar las tripulaciones para cada caso de emergencia (colisión, incendio, naufragio, hombre al agua, etc.) denominada esta instrucción ‘zafarrancho’. Cuando el armador aclaró Frías- tome conciencia y cumpla con su obligación de proveer todo lo necesario para la seguridad, incluyendo esto al responsable de asignar a los superiores a bordo de los buques, esto significa capitanes de patrones, segundos patrones, conductores y primeros pescadores, responsables de las maniobras de los marineros en cubierta, los cuales deben ser capaces, más aún en un caso de emergencia».
Por último, Frías afirmó en su carta que «estas falencias son sólo parte de las existentes y no abandonaré esta acción hasta su solución definitiva, para la cual es mi intención hacer llegar estos elementos ampliados en forma personal a todos y cada uno de los legisladores marplatenses y demás organismos para que éstos arbitren las medidas necesarias para asegurar las vidas de los trabajadores del mar».
Pasaron 34 años de uno de los hechos que enlutó a toda la colonia pesquera. Lamentablemente, por distintas razones, ocurrieron hechos nuevos sucesos trágicos.
Desde hace algún tiempo, se va tomando día a día más conciencia desde todos los sectores involucrados en la seguridad, pero siempre hay más para mejorar. En ese camino están desde el CESMAr por ejemplo, que este lunes, con la presencia del subsecretario de Puertos, Vías Navegables y Marina Mercante, presentará el primer CEFOCAPEMM en la ciudad de Mar del Plata.
La cita es este lunes en la sede de Juan B. Justo 518 de la ciudad de Mar del Plata. Es un gran paso en la imprescindible formación no solo de los tripulantes, sino también de todos los que de algún modo tienen vinculación con la pesca.
A pesar del dolor, cada evento como este, desafortunado y probablemente evitable, nadie lo sabe mucho menos quienes creen en el destino, marcan de alguna manera un antes y después. Quien no aprende de los errores está condenado a repetirlos. Lo más importante es aprender de aquellos dolorosos errores, enmendarlos y que sirvan de trampolín para no repetirlos. De esta manera, al final sería un aliciente pensando que todo sacrificio no fue en vano, marcando el inicio hacia una pesca y navegación más segura, responsable y sobre todo, que permita aprender y formar a futuras generaciones para que la aventura de la pesca sea solamente algo meramente comercial.