Cada 8 de marzo, el mundo conmemora el Día Internacional de la Mujer, una jornada de reflexión sobre la lucha por la igualdad de derechos y el reconocimiento de su rol en todos los ámbitos de la sociedad. Esta fecha, de profundo significado histórico, tiene su origen en la trágica muerte de 129 mujeres en el incendio de la fábrica Cotton de Nueva York en 1908, un suceso que marcó un hito en la historia del movimiento obrero femenino y consolidó la lucha por condiciones laborales más justas.
Argentina, tierra de conquistas y transformaciones sociales, ha sido testigo de la irrupción de mujeres en todos los sectores, desde la política hasta la ciencia, la educación y el arte. Sin embargo, en el ámbito pesquero y naval, su presencia ha sido muchas veces invisibilizada. No obstante, a lo largo de la historia, han desempeñado roles fundamentales, demostrando que no existen tareas vedadas por género, sino barreras impuestas por la falta de oportunidades.



Las mujeres han sido siempre un pilar en la industria pesquera, aunque por largo tiempo sin el reconocimiento que merecen. Han sostenido los hogares cuando los hombres de mar parten en busca del sustento, administrado la economía familiar y formado nuevas generaciones con esfuerzo y dedicación. Hoy, su protagonismo se ha ampliado y consolidado: dirigen astilleros, capitanean embarcaciones, lideran cámaras empresariales y sindicatos, instruyen en instituciones educativas y trabajan en la estiba o en las salas de máquinas de importantes pesqueros. También operan en plantas de procesamiento, realizando tareas de fileteado, calibrado, congelado y envasado, además de ocupar cargos en fuerzas de seguridad, conducción de camiones y dirección de entidades gremiales. Enaltecen con criterio sublime la observación con una mirada que apunta a la estética, el diseño, la innovación y el buen gusto; con la sutileza de la elegancia y el decoro por un plus que va más allá de la vista singular masculina.
El sector pesquero, tanto en tierra como en el mar, es testigo del esfuerzo silencioso de innumerables mujeres que, sin la visibilidad de los grandes medios, han sido el sostén de familias y comunidades enteras. Han acompañado, impulsado y sostenido la labor de quienes se embarcan, asumiendo múltiples responsabilidades que van más allá del ámbito laboral. Su incursión en espacios tradicionalmente ocupados por hombres ha generado un impacto positivo en la equidad de oportunidades dentro de la industria, abriendo puertas a nuevas generaciones.
A pesar de la persistencia de ciertos prejuicios, la constancia, el esfuerzo y la determinación de estas mujeres han roto barreras. Su trabajo ya no conoce de limitaciones impuestas por el género; conocen de compromiso, de dedicación y de superación constante.
Este 8 de marzo, el reconocimiento a la mujer en la pesca y la industria naval no debe limitarse a una simple conmemoración. Es una reafirmación de su invaluable aporte, de su capacidad y de su derecho a un lugar en igualdad de condiciones. Porque su presencia en el sector no solo es un hecho, sino una necesidad innegable para el desarrollo de una industria más justa y equitativa.