La pesca de langostino en Argentina vive un momento crítico. Según datos mencionados en el programa radial Alguien tiene que decirlo, conducido por Eduardo Feinmann, el sector acumuló pérdidas cercanas a los 300 millones de dólares y más de 100 barcos permanecen amarrados en los puertos nacionales. En ese contexto, Fernando Álvarez Castellano, presidente de CONARPESA, aportó una mirada detallada sobre las causas y las consecuencias de esta crisis.
Una de las principales razones que explica esta situación es la fuerte caída en los precios internacionales del langostino. Hace dos décadas, en 2005, el kilo para exportación rondaba los 12 dólares. Hoy ese precio se ha desplomado a poco más de 5 dólares y continúa en descenso. Este derrumbe tiene una explicación clara: el crecimiento exponencial del langostino de cultivo, que actualmente produce alrededor de tres millones de toneladas anuales y que, al ingresar masivamente en los mercados globales, “nos tiraron los precios a la baja”, explicó Álvarez Castellano.
El impacto en la economía de las empresas pesqueras es severo. Álvarez Castellano señaló que “sacar un barco a pescar me cuesta 150 mil dólares de pérdida por viaje”, considerando los costos de operación, mantenimiento y logística. Con dos o tres viajes al mes durante una temporada que se extiende seis meses, el desequilibrio económico es insostenible.
Este escenario se agrava por la tensión con los sindicatos, especialmente nombra al SOMU. Las negociaciones para ajustar los premios por producción a la realidad de precios más bajos no avanzan. “Hay de su lado una total negativa en rever los números. No se creen que perdemos dinero”, afirmó Álvarez Castellano, y agregó que “los sindicatos nunca quisieron escuchar nada”. Esta postura cerrada, según el empresario, impide encontrar soluciones consensuadas y mantiene al sector en un callejón sin salida.
Otro punto clave en esta crisis son los salarios en la marinería, que, según el presidente de CONARPESA, alcanzan niveles muy elevados. En junio del año pasado, un marinero que participó en la descarga de un buque con 348 toneladas de langostino percibió un ingreso bruto superior a 13 millones de pesos. Estos montos dificultan los ajustes salariales que plantean las empresas para sobrevivir en el contexto actual.
Álvarez Castellano también cuestionó la comparación que algunos hacen entre los salarios brutos y los precios de góndola. “El producto bruto es el que a mí me cuesta, el de la góndola es después de muchos movimientos en la cadena. Yo no soy el dueño del supermercado”, sostuvo, subrayando que las pérdidas de las empresas no se compensan con los precios minoristas.
Ante esta situación, las empresas propusieron una reducción salarial que mantendría ingresos aún significativos: a un marinero que ganó 13 millones se le ofrece que este año gane 12,1 millones. “No estamos pidiendo que acepten ganar 750 mil pesos”, aclaró Álvarez Castellano.
En cuanto a la intervención gubernamental, si bien existen mediaciones y el Estado está al tanto de la situación, la realidad salarial dificulta una intervención directa. “El presidente dijo que no se puede meter cuando son sueldos que están por encima de la media de cualquier sueldo en Argentina”, indicó el empresario.
La pesca de langostino representa más de mil millones de dólares en exportaciones y es uno de los sectores que más mano de obra directa genera en Argentina. Sin embargo, esta combinación de caída de precios, altos costos operativos y conflicto sindical deja a la actividad en una encrucijada que amenaza su continuidad.