La salida de quienes hasta hace unas horas estaban buscando su sustento en el Mar Argentino, más allá de las caras que reflejan el cansancio, los muestra con sus pesados bolsos y con algunas bolsas de nylon que dejan ver que salen con la consabida “propina”, que podrá tener destino hogareño pero también comercial.
El ingreso de algunas embarcaciones poteras que realizaban tareas de pesca en la zona norte, mueven las actividades laborales (estiba, grúas, camiones), y aun sabiendo que no será por muchos días, alienta a seguir al menos por algunos días, con la luz intermitente de lo que pueda ocurrir en las próximas jornadas en torno al impuesto a las ganancias y a la determinación que pueda tomar el Gobierno argentino, en lo que tranquilamente se puede calificar de enfrentamiento (no violento) entre gremios y mandatarios.
“Tuve los camiones parados muchos días, pero muchos días”, nos cuenta nuestro interlocutor con su brazo izquierdo colgado por la ventanilla, no por alta temperatura, sino para una mejor apreciación de sus ademanes.
“Hola Juan”, dice el conductor del Mercedes Benz de color azul, saludando a un colega que sirve de referencia a nuestra incómoda charla (no por el diálogo sino por la posición física de cada uno).
“Ese que ves ahí debería venir de agradecer en la Gruta. No se la cantidad de días que también estuvo parado. Ustedes dicen (por PESCARE) que este es el puerto más importante del país. Tienen razón, pero si somos tan importantes no puede ser que haya tantos días sin trabajar. No trabajan los camiones, no trabaja la estiba, no trabajan las plantas. Esto no es nuevo, y como es tan viejo ya tendría que haber cambiado”, nos cuenta el reconocido cincuentón con más de 30 años de actividad portuaria que por ahí no tomó dimensión de la pobreza de esta zafra del Illex.
Mucho no ha cambiado el panorama en referencia a las capturas del Illex, en las descargas de las últimas horas donde se destaca el “SS”, muy poco porcentaje de tamaño “M” y en su gran mayoría “S”, pero no en cantidades significativas.
La irregularidad que reflejábamos días atrás a través de nuestro portal, se sostiene, fundamentada en días de pesca de 20 toneladas y otros de apenas 1. “El pescado se ve pero no levanta por la temperatura del agua. Es como que está pegado al fondo”, nos referencia otro de los marineros que aguarda un remis y ya piensa en la próxima marea, calculando cuanto le descontarán en Impuestos en el próximo mes. Tal vez el “cambio de luna” ayude a una mejor producción a bordo.
Lo cierto es que hasta el martes último, el puerto de Mar del Plata había recibido 21.186,3 toneladas de calamar Illex en lo que va del año, de un total de 69.887,4 toneladas descargadas entre todos los puertos argentinos.
Más allá de estos datos puntuales de nuestro país, un reciente informe indica que las pesquerías de calamar, a nivel mundial, aumentaron su esfuerzo en un 68% en los tres últimos años, en tanto que el 86% de ese esfuerzo pesquero se desarrolló en áreas no reguladas en alta mar, por lo menos en lo que muestra una investigación de “Science Advances” y que tituló “La pesca a través de las grietas: la naturaleza no regulada de la pesca mundial del calamar”.
El informe destaca que desde el año 2017 a 2020 hubo un aumento en los días anuales de pesca del calamar de 149.000 a 251.000 y un total de 4,4 millones de horas de tiempo de pesca, principalmente en áreas no reguladas.
Refleja además la investigación que la necesidad de organismos reguladores, incluidas las organizaciones regionales de ordenación pesquera, para cerrar la brecha de regulación fragmentada entre las pesquerías de calamar para abordar la salud de las especies, los derechos de los trabajadores y las preocupaciones sobre cuestiones de equidad.
Nate Miller jefe de Investigación Aplicada de Global Fishing Watch, comentó al respecto que “mientras que muchas otras poblaciones de peces comerciales enfrentan una presión cada vez mayor por parte de una creciente flota pesquera industrial, junto con amenazas al hábitat por la contaminación, el cambio climático y el desarrollo costero, muchas de esas poblaciones están reguladas, lo que significa que su sostenibilidad a largo plazo es monitoreada y se pueden hacer ajustes a los límites de captura y otras políticas cuando los datos muestran que se necesita acción. Nuestro estudio sugiere que los actores pueden aprovechar las regulaciones fragmentadas para maximizar la extracción de recursos, lo que ejerce una presión adicional sobre la pesquería donde existe una supervisión limitada”.
La investigación, fue realizada de manera conjunta entre Global Fishing Watch, la Universidad de California Santa Cruz, el Centro Nacional Australiano para los Recursos y la Seguridad del Océano en la Universidad de Wollongong y la Agencia de Educación e Investigación Pesquera de Japón.