La pesca, tradicional pilar de la economía de las Islas Malvinas, se encuentra en una encrucijada preocupante que amenaza la estabilidad de las arcas fiscales. El desplome en la captura de calamar, uno de los productos más significativos para la industria pesquera de la región, ha llevado a una brusca contracción en las proyecciones de recaudación fiscal por parte del gobierno. En un informe reciente emitido por la Comisión Permanente de Finanzas, se reveló la magnitud de este golpe económico, que va más allá de las expectativas iniciales.
El gobierno de las Islas había calculado un ingreso de £16.1 millones menos de lo proyectado para el resto del año fiscal, debido a la menor recaudación del impuesto sobre las ganancias empresariales (Corporation Tax). A pesar de que el ejercicio fiscal actual había mostrado un respiro de £2.1 millones por encima de las previsiones iniciales, la temprana cancelación de la segunda temporada del calamar Loligo 2024 y los aranceles de exportación hacia Europa han oscurecido el panorama futuro.
Las cifras no dejan espacio a la duda. En septiembre de 2024, la recaudación de impuestos por ganancias empresariales alcanzó apenas £16 millones, significativamente inferior a los £36 millones obtenidos en el mismo período del año anterior. Las autoridades han confirmado que no se espera un incremento significativo en estos ingresos durante lo que resta del año.
El Jefe de Finanzas ha advertido que este escenario sombrío podría prolongarse hasta el ejercicio 2025/26, y quizás más allá; infiriendo y destacando que la crítica situación de la pesca del loligo podría extenderse en el tiempo. La dependencia de la industria pesquera y, en particular, de la captura del calamar, expone a las Malvinas a vulnerabilidades económicas que difícilmente pueden mitigarse sin diversificación productiva o una renegociación de los acuerdos comerciales que hoy imponen barreras insuperables.
Pero el mayor impacto, sin dudas, no será la retracción de los ingresos a las arcas gubernamentales, sino al momento de la negociación de los cánones de las licencias por la pesca que el Gobierno de las islas cobra a sabiendas que este año, la flota viguense encontró un quebranto operativo de magnitud. No pescaron lo esperado, y esta flota el único lugar del mundo que tienen para pescar es en aguas afuera de la ZEEA o aledañas de las Islas Malvinas, por lo que ya han agotado todos los caladeros del mundo donde han operado, agregando mayor dramatismos a su situación financiera y estratégica de largo plazo.
El desafío está servido para un gobierno que deberá repensar su estrategia económica si pretende evitar que esta crisis de ingresos pesqueros desencadene problemas fiscales aún mayores. El horizonte financiero parece nublado y, mientras tanto, el calamar se escabulle de las redes, dejando una brecha cada vez más difícil de cerrar.
La pesca del calamar Loligo en las Islas Malvinas ha experimentado altibajos recientes que afectan tanto a la sostenibilidad como a la economía de la región. En 2023, se alcanzó un récord de capturas, con más de 53.000 toneladas durante la primera zafra, lo que reflejaba una gestión eficaz de los recursos pesqueros. Sin embargo, para la temporada de 2024, las condiciones oceánicas han cambiado drásticamente.
«El descenso en las temperaturas del mar y un aumento en la profundidad de la termoclina«, según biólogos expertos que siguen el comportamiento de las especies comerciales y las características técnicas de las condiciones del medio marino, han desplazado la biomasa de calamar, lo que ha reducido las capturas y ha obligado a implementar medidas restrictivas, incluyendo el cierre temporal de la pesca en algunas zonas.