Continúa en la agenda de la industria la preocupación por el impacto que podrían generar las exploraciones sísmicas en el Mar Argentino. Fundamentalmente inquieta al sector una eventual afectación sobre el nivel de las capturas.
Recientemente, el Gobierno adjudicó 18 áreas para la exploración petrolera tanto en la Cuenca Norte, como en la Cuenca Malvinas Oeste. Las áreas comprenden parte de la ruta migratoria del calamar y zonas de concentración de especies demersales de importancia comercial como merluza hubbsi, de cola y negra, abadejo y anchoíta, entre otras.
Algunas de las exploraciones comenzaron; pero no se realizó hasta el momento ningún tipo de evaluación sobre el impacto ambiental, de acuerdo a lo que pudo saber Pescare.com.ar.
Este último aspecto fue puesto de relieve en un trabajo que el Consejo de Empresas Pesqueras Argentinas (Cepa) presentó ante las autoridades de la Secretaría de Energía, el Ministerio de Medio Ambiente y la Subsecretaría de Pesca de la Nación.
“Impacto del Sonido Generado por las Exploraciones Sísmicas sobre Peces e Invertebrados Marinos” lleva por título el texto elaborado por la entidad empresaria a partir de la consulta de diversas fuentes bibliográficas tanto a nivel local como internacional.
Es necesario investigar
“Está claro que cualquier irrupción en los patrones de sonido naturales y habituales puede generar una reacción en los organismos subacuáticos de distinta intensidad. Por lo tanto, para evaluar los impactos de la contaminación acústica es necesario investigar”, concluyen.
Vale recordar que la búsqueda de petróleo y gas en ambientes marinos está marcada por la utilización de cañones de aire que se remolcan detrás de un barco. Los artefactos disparan a intervalos regulares, produciendo ondas sonoras de fuerte intensidad.
En principio, se ha comprobado que la operación intensiva de los cañones durante períodos prolongados puede alterar la distribución espacial de los cardúmenes en alta mar y, por lo tanto, perjudicar la operatoria de la flota pesquera.
“Se ha demostrado que las capturas comerciales de arrastre y palangre de bacalao del Atlántico y eglefino disminuyeron en un 45 y 70 por ciento respectivamente cinco días después de las prospecciones sísmicas en el Mar de Barents”, recuerdan desde Cepa.
También hay evidencia de que al menos algunas especies de cefalópodos y crustáceos pueden verse comprometidos, al igual que huevos, larvas y juveniles de peces que debido a estos estadios carecen o tienen muy escasa movilidad propia, según apuntan.
Pedido a las autoridades
“Por todo lo expuesto, no deben llevarse a cabo exploraciones sísmicas sin la realización de los estudios científicos que permitan evaluar dicha afectación y establecer mecanismos de mitigación sobre los componentes del ecosistema”, concluyen en Cepa.
Por otra parte, especifican que también deberán determinarse los mecanismos de compensación que pudieran corresponder para los actores involucrados si se produce un perjuicio ambiental o pesquero que afecte sus economías.
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