En el marco de la 42ª Fiesta Nacional de los Pescadores, se realizaron ayer los 96º festejos a San Salvador, patrono de los pescadores.
El tradicional párroco de la iglesia Sagrada Familia, Miguel Caciutto, invitó a las familias de pescadores y feligresía a participar en una solemne Misa con la presencia de autoridades en la propia Parroquia cita en Rondeau 551. En la misma, se mencionó la celebración próxima del centenario de la fundación del Colegio y de la Parroquia fundada por San Luis Orione (1924-2024).
Convocados a las 15:30hs, se dio inicio a la tradicional procesión náutica que reúne a las lanchas amarillas y barcos costeros de menor porte, y a diversas embarcaciones náuticas, deportivas y de las fuerzas vivas de la ciudad para acompañar al santo y surcar las aguas del espejo interior del puerto ya que el viento impidió la salida como otros años.
La misma hizo una parada en la sede de la Prefectura Naval Argentina donde se impartió una bendición y saludara a sus autoridades. Previo, en el monumento al Pescador se depositó una ofrenda floral a los pies del mismo.
Una vez embarcado el santo patrono, toda la feligresía presente, embarco en unas 20 embarcaciones que hicieron un tradicional recorrido dentro del espejo del puerto debido al fuerte viento y mar de leva con rompiente sobre la boca del puerto. Así transitaron por dentro del espejo de la Base Naval Mar del Plata donde se recordó a los caídos del ARA San Juan, para retomar el curso hasta la banquina chica.
Debemos recordar, que estos eventos que ya transitan casi medio siglo en la comunidad de pescadores, era el final de una fiesta que se iniciaba con numerosos actos con figuras internacionales de la cancion, fiestas populares acuáticas dentro de la misma banquina chica y durante la noche la tradicional cantina del puerto; con platos accesibles y tradicionales para deleitar el paladar de turistas y visitantes, desde la banquina al plato.
Una pésima idea del sector no haber continuado con esa tradicional costumbre, pues era el marco ideal donde la ciudad, y principalmente los turistas, tenían contacto con la gente del puerto que, entre plato y plato, acercaban sus historias de alta mar.
Era un vínculo entre el pescador y el turista; y una forma de involucrar en costumbres tan arraigadas como las que tienen los pescadores, a la gente del interior o de sectores de nuestro país tan alejados al puerto.
Hoy, cuando las papas queman y es necesario que la opinión pública esté informada sobre la vida del hombre de mar y la pujante industria pesquera, algunos recién dan cuenta el impacto de haber terminado uno de los actos más propios y característicos del corazón del puerto local de frente a los turistas argentinos que llegaban a esta ciudad en calidad de veraneantes. Un atractivo perdido, pero por sobre todo una ventana que se cerró frente al hombre de a pie. Un verdadero error más de todo un sector que a veces no ve más allá de la nariz (o el bolsillo).