Historia
Desde sus inicios en Mar del Plata, la pesca fue desarrollada principalmente por la flota costera de rada y ría, es decir, las tradicionales lanchas amarillas y algunos barquitos menores a 17 metros, de madera. Los mismos, abastecían de pescado fresco al mercado interno y de materia prima (anchoíta, caballa y otras pelágicas) a los establecimientos conserveros. A partir de 1963 las capturas de esta flota fueron superadas por las de buques de altura, así, aparecieron los primeros buques de altura, algunos de línea dura llegados desde Ostende, Bélgica, otros, más afinados a posteriori, desde Francia, los cuales tuvieron como especie objetivo la merluza. En la medida que la flota de altura iba consolidando su supremacía sobre la flota costera, las plantas procesadoras de filete de merluza se imponían a las plantas conserveras. Unos casi 25 saladeros en viejas bordalesas de madera iban quedando obsoletos. El mercado de la demanda cambio, y con El, el trabajo.
En los anuarios de producción pesquera de los primeros años sesenta se lee “La fe depositada en estos recursos marítimos ha permitido registrar una notable transformación de la flota de pesca de altura, renovada hoy con modernos barcos arrastreros dotados de los más eficientes equipos y artes de pesca, así como de instrumental adecuado y de las comodidades necesarias para la debida conservación a bordo de los pescados y mariscos capturados. Como consecuencia de las disposiciones del decreto número 10032/60, que exime de recargos cambiarios a los buques y embarcaciones nuevas destinadas a la pesca marítima, se logró la incorporación de dos unidades altamente especializadas para la pesca de arrastre dotadas de los más modernos equipos de navegación y de extracción”. Sin embargo, la transformación en la flota no fue la única ni la principal. Con el cambio en la especie objetivo y los buques, también mutó la estructura fabril y el proceso de trabajo en la rama. También estos cambios se ven reflejados en las páginas del anuario estadístico pesquero: “ Notable capacidad se ha logrado en la industria de enfriamiento y congelación de pescados y mariscos y en las plantas elaboradoras de filetes, trozado, etc. en cuya producción se cifran grandes esperanzas… Este rubro (refrigeración y congelación de productos pesqueros) relativamente nuevo en el aspecto industrial se ha venido desarrollando con un ritmo ascendente y se espera aún una mayor demanda de productos eviscerados, trozados, etc. congelados o supercongelados, ya que constituye una forma moderna y cómoda de promover su venta… Hay muchas esperanzas fundadas en la expansión de esta nueva actividad de nuestra industria pesquera, por cuanto existe una demanda potencial grande para este tipo de productos en el extranjero en tanto compitamos en calidad y precios.” A los cambios en la especie objetivo, los buques y el proceso de trabajo hay que sumarle un cambio en el mercado de destino. Si previamente, con la industria conservera, el mercado principal era el nacional, con la industria fresquera el mercado dominante será el internacional, con sus vaivenes en la demanda y en los precios. De esta forma quedaron grabados sus inicios en la estadística oficial: “ Como brillante perspectiva dentro de la actividad pesquera nacional hay que destacar la exportación de algunas partidas de filete de merluza congelado… Es imperioso para la industria pesquera nacional la concreción de corrientes de exportación para sus productos como un medio para la consolidación económica de sus intereses…”
Pasemos ahora a ver los números. Según la estadística oficial, en 1961 de las 1.333 salidas de los buques de altura 1.300 fueron dedicadas a la captura de merluza y hacia fines de los 70, ya Mar del Plata concentraba el 90% de las capturas del país con una creciente industria del fresco, con una fuerte incidencia en las temporadas de anchoita, magru y bonito.
Así, la industria de la conserva fue mutando y con ello fueron desapareciendo un sinnúmero de saladeros, se contaron mas de 40, y ya habían quedado muchos en el camino. Ya las operarias de las grandes fábricas Molfetta, La Cascabel, La Campagnola, iban quedando sin trabajo. Las descabezadoras, las envasadoras y personal de planta que eran abocadas a la fuerte temporada de anchoíta y magru, iban perdiendo puestos de trabajo. De a poco mutaba el mercado laboral al unísono de la demanda y del tipo de flota.
Ya sobre principio de los ’80 quedaban muy pocos saladeros, los mas fuertes, unos 10 que forjaban la industria conservera que aun era fuerte, y de a poco iban reconvirtiéndose en conserveras, es decir, integrando la industria al procesado; mientras nacía la industria merlucera, el filete y el procesado en continente. Con él la reconversión laboral iba medianamente equilibrada. Había capacidad de reordenamiento laboral. Los saladeros dejaban gente en la calle, la industria manufacturera de la merluza absorbía y demandaba personal.
Así los fileteros comenzaban a jerarquizarse y se constataba que con el desplazamiento de la industria conservera y el dominio productivo del fresco se iba capacitando personal para el trabajo futuro.
Era muy común en la mitad de la década del ’70 transitar una multitud de trabajadores en la madrugada, había cambiado el perfil del puerto. La demanda y el cambio de flota modificaron el perfil laboral y así es como después de 25 años de convenios colectivos de trabajo que prohibían el trabajo a destajo, en 1966 se firmó un CCT para la rama filete donde se relacionaba el salario a la productividad. De esta forma, con la producción a destajo de filete de merluza para el mercado externo, los capitalistas de la rama daban el primer paso hacia la superexplotación obrera y precarización laboral, que llegó a su máxima expresión 25 años después, durante la década del noventa.
La Industria merlucera. Avance y desempleo
A partir de los „90, en la industria pesquera, se produjo una gran transformación. Por un lado, la preponderancia del sistema productivo de pesca con fresqueros y procesamiento en tierra fue perdiendo, (en términos relativos) su importancia en relación a la actividad extractiva realizada por los buques congeladores y factorías, que contaban con procesado a bordo y mayor capacidad de bodega. Este proceso fue acompañado por la extranjerización de la flota, particularmente a través de los convenios de charteo y el acuerdo con la Comunidad Económica Europea.
Una de las consecuencias que se evidencian de este proceso, al cotejar la participación de los mismos en las capturas, es que mientras los desembarques provenientes de la flota fresquera se muestran más o menos constantes, los realizados por los buques factorías y congeladores crecen, pasando a liderarlos con 600.000 tn. en 1993 y llegando a 900.000 tn. hacia mediados de esa década. En definitiva, estas referencias nos permiten visualizar el cambio en el tipo de flota y su participación en la pesca nacional. Por otro lado, si introducimos algunas características regionales veremos que durante el gobierno de la dictadura militar se intentó dar fuerza a los puertos del sur para que desarrollen la actividad pesquera, incentivando la inversión a través de subsidios y reintegros. Aquella política iniciada en los ’70 fue reforzada durante los ’90, en esta década el crecimiento de las provincias Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego fue acompañada por la incorporación de buques procesadores, congeladores y factorías en aquellos espacios geográficos.
De este modo, el cambio en materia de sistema productivo en los ’90 también genero una sobreoferta de mano de obra de fileteros y personal de planta sobre todo en Mar del Plata. Ahí es donde una fuerte ola de cierres de empresas importantes de la industria merlucera dejan centenares de trabajadores sin su fuente laboral.
Ahí es donde nacen las cooperativas de trabajo, el subempleo, el trabajo precarizado y el desempleo, por una lado como unión de trabajadores que han quedado en la calle, por otro, como consecuencia del cambio de regímenes de trabajo, donde los gremios pasaron a tener una importancia preponderante y generaron mayor presión a las empresas que ya luchaban con la presión tributaria, ademas.
Ya por aquella época terminaron de desaparecer los pocos saladeros que quedaban, la industria conservera hizo malabares para continuar siendo puramente conservera, y el trabajo de los fresqueros no pudo sostenerse con los procesadores abordo.
Cambios en el mercado laboral
La precarización del trabajo comenzó a fluir en pseudoplantas fomentadas por otras más importantes que no deseaban correr con cargas sociales, nacen las cooperativas y el fasonado del filete. Los barcos daban pescado fresco, y estos establecimientos devolvían filete a través de una cooperativa.
Recordemos que en esta época de los ‘90 aparecieron los charteo o sea el alquiler de permisos de pesca a buques de terceros países para la extracción de especies excedentarias. Los países involucrados en la operación negocian cada año un canon que pagan por la cesión de los permisos. Esto motivó la entrada de buques factoría asiáticos para la pesca de calamar (poteros). Ya en mayo de 1994 entró en vigor el Acuerdo Sobre las Relaciones en Materia Pesquera entre la CEE y Argentina. El acuerdo propiciaba la incorporación de buques pesqueros a la flota argentina a cambio de la posibilidad de pescar en el caladero nacional. Este mecanismo venía siendo utilizado para trasladar la crisis de los caladeros europeos a los países del sur. Para la Argentina representó un aumento global de los buques que operaron en el mar, provocando una presión muy fuerte sobre los recursos, lo que llevó a la merluza a los niveles más bajos de su historia, y todo esto por la insignificante suma de 34 millones de dólares que aportó la CEE en materia de cooperación científico-técnica al Estado argentino. A partir de este acuerdo, un grupo de empresas pesqueras salió altamente beneficiado por su asociación con capitales de origen europeo.
Precarización y fraude laboral
En la industria pesquera marplatense implicó una modificación profunda en la industria pesquera general del país, resultando de ello una pérdida de importancia relativa muy fuerte por parte del puerto marplatense que quedó conformado preponderantemente por la flota fresquera y el procesado en tierra. Es esta ciudad la que concentra alrededor del 70% de la flota fresquera. Esta situación no descarta la existencia de grupos económicos que participan de ambos sistemas productivos y tienen una doble localización (Mar del Plata y la Patagonia). En la comparación de las exportaciones pesqueras por puerto se observa que en términos relativos el crecimiento de las exportaciones se mantiene parejo, sin embargo, hay que considerar que el comienzo del descenso en el nivel de exportaciones del puerto de Mar del Plata se inició en 1997, antes que en el resto de los puertos, que por el contrario se mantienen en ascenso hasta 1998.
En resumen, la década del ‟90 se caracterizó por poner de manifiesto los síntomas de una actividad pesquera (esfuerzo de pesca) por sobre la posibilidad de renovación de los recursos ictícolas, lo que trajo aparejado una sobre capitalización en el sector. Esta situación comenzó a hacer crisis en 1997. Hasta aquel año el volumen de las capturas se mantuvo ascendente y se superan los niveles históricos. Sin embargo, el resultado de tal expansión significó que en 1997 entrara en crisis el recurso pesquero más importante, la merluza común, debido a la sobreexplotación. El descenso en las capturas de esta especie afectó a ambos tipos de flota, sin embargo, el impacto más fuerte lo sufrió la flota congeladora, pues fue obligada a pescar debajo del paralelo 48° donde los volúmenes de merluza existentes son menores, repercutiendo de esta forma en los niveles de captura. Por consiguiente, el resultado concreto fue que se pasó de las 316.000 tn. declaradas de merluza del año 1997 a las 29.000 del año 2000, reduciéndose de esta forma en 287.000 tn. Ante esta situación, el gobierno nacional resolvió hacer paros biológicos, vedas y otros mecanismos de control para resguardar el caladero, provocando una reducción en las capturas de merluza. Estas medidas, que fueron llevadas a cabo sin preocuparse por las consecuencias económicas y sociales, pusieron en riesgo en forma directa a más de 15.000 trabajadores y en forma indirecta a más de 150.000 personas vinculadas a la industria pesquera marplatense. La crisis provocó y provoca forcejeos y alineamientos entre las distintas fracciones capitalistas ligadas al sector y el involucramiento de las fracciones obreras. La disputa fue representada por el discurso periodístico y académico como una dicotomía entre distintos sectores, como por ejemplo, entre las distintas localizaciones (Buenos Aires – Patagonia), tipos de flota (costeros – fresqueros – congeladores – factorías), orígenes de los capitales.
En 1996 la exportación de productos pesqueros empezaba a aventajar a las carnes rojas, al año siguiente la pesca exportaba por 1.030 millones de dólares, mientras que la exportación de carne alcanzó los 906 millones de dólares (según INDEC).
Esa profunda caída a escasas 29000 tn desde las 300mil, dejo nuevamente una cantidad de mano de obra especializada de filete sin trabajo. Así, llegaba la era de la informalidad al sector del pescado. Hoy, con el amesetamiento de la merluza, con los grandes buques procesadores congeladores y con la llegada del langostino, el auge del oro rojo patagónico para los fresqueros que daban trabajo a las plantas de fileteado más la presión laboral de los sindicatos, la mano de obra vuelve a sufrir una precarización. Quien no se reconvierte, o queda fuera del sistema, migra o no hay muchas posibilidades si no es trabajar en grupos reducidos mediante una cooperativa o una asociación/sociedad de hecho.
Quizá esto, es lo que por estos días se discute desde el sur del Río Colorado, quienes nacieron con el langostino y jamás tuvieron un cambio en su patrón de demanda y de flota. Si podemos hacer una reflexión, detrás de la precarización, tristemente hay gente. No se justifica, se comprende. Esperemos, todo sirva para lograr un futuro mejor.