El mercado del consumo mundial ha cambiado, y mucho, pero como esos cambios son lentos a simple vista, parecen no verse. Como a fuego lento, en la fabula de la rana. Pero, al sacar una foto del consumo de pescados y mariscos hace 30 años y el de hoy, los cambios son sustanciales, grotescos.
Los hábitos de consumo han cambiado mucho principalmente con la incorporación de la mujer al trabajo a la par de hombres. El tiempo en la cocina no es el mismo, mucho menos la dedicación de comidas elaboradas. Difícilmente hoy en los hogares se limpie un pescado y se lo haga filete. Los tiempos del mundo moderno cambiaron. Aquella vieja frase que “en la cocina se ve el amor de la china”, solo quedó en el recuerdo nostálgico de algún tango perdido.
La mujer trabaja, necesita alimentos nutritivos con altas concentraciones de proteínas para la familia, sin pérdida de tiempo, si es posible pre elaborado.
Por eso, las empresas pesqueras van cambiando su perfil, muchas ya no son parte de una industria netamente primaria y extractiva para convertirse en empresas de alimentos. Empresas que ya entendieron la demanda puntual de las familias y hacia donde apunta el mercado del consumo interno y externo. Comprometidas con el medio ambiente y la sustentabilidad del recurso, realmente tendiendo al descarte cero. Abordo, se aprovecha todo. Hasta el espinazo.
La posibilidad de agregar valor a la materia prima no solamente es un desafio sino que alienta la posibilidad de generar trabajo, valor agregado, mano de obra, conocimiento argentino y, por sobre todo, tecnificación en procesos productivos que alientan al desarrollo y a las divisas de los pueblos. Exportar materia prima debe ser considerado un sacrilegio, máxime en una sociedad que bloquea avenidas por reclamo de trabajo. Hay mucho por hacer, la pesca puede multiplicar la demanda de mano de obra, pero el empresario no puede estar solo.
Si bien por momentos los números son azules, la actividad pesquera industrial necesita el apoyo incondicional de las entidades financieras. No es posible que los mercados a los cuales llega Argentina con productos de la pesca compitan con otros países que se fondean a 20 años y con tasas del primer mundo. En argentina, el sistema financiero esta ideado junto a los bancos para prestar al Estado Nacional en bonos o cualquier otro instrumento de financiación, casi como pescar en la pecera, sin riesgo y con un mercado cautivo que desabastece y desatiende la actividad privada.
Amén de la presión impositiva, donde se llega a viejos proverbios que esgrimen falacias de ambas partes; “yo hago que pago, y Ud, -Estado Nacional, Provincial o Municipal-, hace que brinda servicios” la realidad es que se evade mucho o poco pero la contrapartida es el desperdicio de esfuerzos en obras que no se ven en proporción al esfuerzo del privado, si las hay. La sociedad hace que paga impuestos, y el Estado hace que brinda servicios, una gran mentira de ambas partes. No todos pagan impuestos y el Estado cada día hace menos o peor aún, interviene.
Las grietas no son solo en políticas o criterios, las grietas son el camino en soledad que toma el empresariado para llevar adelante las empresas. Alejándose del resto solo por supervivencia. Es la única célula de desarrollo genuino de los pueblos, que solo por estas latitudes, a veces, hasta está mal visto. Sin empresarios no hay empresas y sin empresas no hay trabajo ni desarrollo. Las empresas son las entidades en la que intervienen el capital y el trabajo como factores de producción de actividades industriales para la prestación de bienes y/o servicios que generen la transformación de las materias primas que Dios supo repartir por estas latitudes..
Por suerte, algunos gremios han entendido que la única manera de avanzar es juntos. Hay gente de gremios con muy buenas ideas, que se dialoga, que se puede dialogar, que defiende los derechos del trabajador, con criterio y raciocinio. La vieja escuela de las monarquías sindicales, por suerte, van quedando atrás, aunque algunas pululan en los muelles aun.
Cuando releo lo escrito deseo explicar por que pasa la nota desde el cambio de consumo hasta los gremios pasando por los bancos.
Porque la actividad es una sola, el cambio mundial del consumo provoca cambios sustanciales en la actividad pesquera, pero para eso hace falta alinear eslabones, donde el empresario piensa, arriesga e invierte, el empleado trabaja, el sindicato acompaña sin regalar el derecho a los trabajadores y los bancos financian. El Estado cobra su parte pero a cambio ofrece salud, educación, seguridad, defensa, independencia, reglas de juego claras, seguridad jurídica, en fin todo lo que aun falta del modelo para que se llegue a la eficiencia que permita ser un modelo generador de desarrollo y bienestar para la gente.
Sin olvidar, el valor de la moneda..! ya que muchas veces, como por estos tiempos, inclusive, los costos andan en avión a chorro, y el dólar en bicicleta, por ende la inflación en moneda dura hace desalentador el panorama exportador pro falta de competitividad. El Estado a través del BCRA debe ajustar el valor de la moneda, para que ese desfasaje no impacte en la disminución de exportaciones e incremento de importaciones, haciendo el modelo primariamente deficitario.
El soberano es el consumidor, es el cliente, es el comprador, el resto debe encolumnarse para ofrecer la mejor calidad y servicio al precio mas conveniente, solo de esta manera se crece. Por eso, es tan importante ver el cambio a tiempo del consumidor y adaptarse rápidamente para ofrecer lo que la demanda pide. El que piense que dentro de este esquema se salva solo, quedará en el intento.
Empresas, gremios, proveedores, trabajadores, sistema financiero y Estado (pasando por el BCRA) debe alinearse para ser eficientes. Sin eficiencia no hay desarrollo ni tecnificación, sin eficiencia no habrá bienestar.
Solo así se logrará vender al mercado interno y al mundo el alimento que surja de una actividad primaria y extractiva como es la pesca, generando servicio y crecimiento para toda la cadena laboral y el desarrollo de la sociedad; pero teniendo en cuenta, que todos los objetivos están puestos en la demanda y como satisfacerla con calidad, precio y responsabilidad, desde la tan difícil tarea de pasar de un pez a un pescado listo para consumo directo en góndola y si es posible en el plato.