Se conmemora el Día Internacional contra el Cambio Climático. Uno de los varios temas en los cuales no nos hemos concientizado, aún a riesgo de perder parte del planeta. El peligro de las especies y su realidad.
Si bien el día no fue proclamado de manera oficial por la Organización de las Naciones Unidas, el organismo apoya la iniciativa para generar acciones que contrarresten lo que ya es inevitable: el cambio climático.
El cambio climático está definido como la variación global del clima y la temperatura del planeta, generada a largo plazo por causas naturales.
Inevitablemente el pensamiento se traslada a las especies ante esta situación, sobre todo a las especies marinas que es el tema que nos aboca en nuestro portal.
Antes debemos pararnos en el lugar de saber qué es lo que ocasionan los gases y el fenómeno del subestimado calentamiento global.
Los especialistas remarcan que son cuatro puntos fundamentales: incremento de las temperaturas medias; incremento del nivel del mar; deshielo en el Ártico y el Antártico; incremento de eventos climáticos extremos, tal el caso de las sequías, incendios, escasez de agua e inundaciones.
Desde la ONU sostienen los Expertos sobre el Cambio Climático –a través de su Grupo Intergubernamental de Expertos- lo afirmó hace apenas dos años a través de un trabajo titulado “Cambio Climático 2021: bases físicas”, donde se afirma que el calentamiento global se intensifica a gran velocidad, siendo inminente la reducción sustancial de las emisiones de gases por el efecto invernadero.
Este efecto es ocasionado por cierto tipo de gases como el dióxido de carbono (CO2). La liberación de este tipo de gases se considerada natural y adecuada para la supervivencia de muchas especies.
Casi contrariamente a lo que se presume –por algunas investigaciones- el riesgo de extinción de al menos los mariscos es potencialmente bajo de acuerdo a un estudio de la Universidad de Birmingham.
La investigación fue publicada por la prestigiosa revista “Nature”, la que describió que se recolectan unas 720 especies más que las que tiene registradas las Naciones Unidas, confirmando que las mismas condiciones que los hacen atractivos para al consumo, a la vez los protege frente al cambio climático.
Describen que los bivalvos marinos son componentes muy importantes de los ecosistemas y son explotados como alimento en todo el mundo, pero se conoce poco sobre su vulnerabilidad a los cambios globales.
Distintos científicos de la Universidad de Birmingham ampliaron sus estudios, describiendo drásticamente la lista de especies tales como las almejas, ostras, vieiras y mejillones, las que son recolectadas por el ser humano, lo que les ofreció como resultado que estas especies sean objetivos principales para la práctica, algo que es mundialmente conocido.
Además descubrieron que algunos de estos mismos rasgos han hecho que este grupo de mariscos sea menos propensos a la extinción en el pasado y pueden protegerlos en el futuro.
Los autores señalaron ciertas regiones oceánicas, como el Atlántico este y el Pacífico noreste y sureste, como áreas de especial interés para la gestión y la conservación, encontrando que en la actualidad se explotan un poco más de 800 especies de bivalvos.
Estas especies viven en una variedad de climas en todo el mundo, con una amplia gama de temperaturas. Esta adaptabilidad promueve la resiliencia frente a los factores naturales de extinción. Además la demanda humana puede ponerlas a ellas y a los ecosistemas de los que forman parte en mayor riesgo de destrucción.
“Es algo irónico que algunas de las características que hacen que las especies de bivalvos sean menos vulnerables a la extinción también las hacen mucho más atractivas como fuente de alimento, ya que son más grandes y se encuentran en aguas menos profundas en un área geográfica más amplia. El efecto humano, por lo tanto, puede eliminar desproporcionadamente las especies fuertes. Al identificarlas y hacer que sean reconocidas en todo el mundo, la pesca responsable puede diversificar las piezas que se recolectan y evitar que las ostras, por ejemplo, se conviertan en el grupo que desaparezca del mar”, sostienen los científicos.
El equipo examinó qué rasgos hacen que los humanos puedan explotar un bivalvo y cómo esos rasgos se relacionan con su riesgo de extinción. El estudio encontró que los humanos tienden a recolectar bivalvos de cuerpo grande, que se encuentran en aguas poco profundas, ocupan un área geográfica amplia y sobreviven en un amplio rango de temperaturas. Esos dos últimos rasgos también hacen que la mayoría de las especies de bivalvos explotadas sean menos susceptibles a los tipos de presiones y riesgos de extinción que han eliminado especies del registro fósil en el pasado antiguo.