Como parte del plan de recuperación de espacios operativos del puerto de Mar del Plata, comenzaron las maniobras para trasladar el BP Ribazón Dorine, de 38,5 metros de eslora, con destino final en el Parque Submarino Cristo Rey. La embarcación, construida en 1957, permanecía inactiva en la sección 5º de la Terminal 2 desde 2007 y, tras años de deterioro y demoras, finalmente será incorporada al circuito de arrecifes artificiales frente a las costas marplatenses, donde ya descansan otros cuatro cascos de embarcaciones fuera de servicio, hoy recicladas como arrecifes artificiales para el buceo y la investigación.

El caso del Ribazón Dorine refleja no solo el deterioro de parte de la flota inactiva que ocupa espacio operativo en los muelles del puerto, sino también la desidia y la ineficiencia administrativa que, por años, impidió resolver su destino. El barco se hundió por primera vez hace más de una década, tras meses en los que se intentó mantenerlo a flote con bombas de achique. Sin actividad y en avanzado estado de deterioro, el casco cedió y se fue a pique en la sección 5º del muelle 2 para nuevamente con un esfuerzo privado desde lo económico por la empresa armadora Pedro Moscuzza e Hijos SA, y con anuencia operativa de la empresa de buceo Canal&Canal, se logró reflotarlo sujeto a innumerables actos administrativos, burocráticos y sin sentido de distintos entes que aferran a la desidia cualquier intento por desguazar o alijar un buque en las mismas situaciones.
El trabajo del equipo de buzos, liderado por Jorge Canal, con más de 50 años de experiencia en este tipo de operaciones, posibilitó la recuperación de un frágil casco emparchado en 20 puntos de ingreso de agua y con bombas de achique para sostenerlo a flote.
Sin dudas, el esfuerzo económico privado y el superlativo y continuo trabajo de los buzos hizo posible que ayer, el buque fuera movido del lugar y trasladado en una operación liderada por la empresa Remolcadores Mar del Plata de Sergio Di Napoli, arrastrado por el flamante remolcador V.B.Austral adquirido recientemente hasta su destino final.
El año pasado, en marzo de 2024, el buque había sido reflotado con el objetivo de trasladarlo al Parque Submarino Cristo Rey. Desde la sede local de la Armada Argentina, todo estaba preparado para concretar el operativo. Sin embargo, demoras administrativas originadas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires volvieron a postergar la operación. En medio de esa incertidumbre, durante la madrugada de un miércoles, el Ribazón Dorine se hundió por segunda vez en el mismo sitio.

Finalmente, este miércoles por la tarde, y tras años de gestiones frustradas, la maniobra se concretó con la colaboración de Prefectura Naval Argentina, las firmas Remolcadores Mar del Plata y Canal & Canal, el grupo Bioda, Thalassa Escuela de Buceo y la empresa armadora Pedro Moscuzza e Hijos SA, propietaria de la unidad naval.
“Así damos continuidad al plan de recuperación de espacios operativos que a la fecha ha podido integrar más de 1.200 metros lineales de frente de amarre para el uso de las embarcaciones en actividad”, destacó Marcos Gutiérrez, presidente del Consorcio Portuario Regional Mar del Plata. Desde el organismo también señalaron que el retiro de cascos inactivos contribuye no solo a optimizar el uso de los muelles, sino también a diversificar la oferta turística y científica local.

En el día de ayer, fue hundido en el Parque Submarino Cristo Rey, ubicado a unas tres millas náuticas frente al Faro de Punta Mogotes. Se sumó entonces a otras embarcaciones que conforman el parque: el dragaminas Cristo Rey (hundido en 1981), el barco ruso Kronomether (2014), el Simbad (2022) y el Sirius (2024).
En una muestra elocuente de la crítica situación que atraviesa el Consorcio Portuario Regional Puerto Mar del Plata, y con ello la operatividad del puerto y del muelle local, el buque Ribazón Dorine se convirtió en símbolo de la desidia y la ineficiencia administrativa. Hundido en dos ocasiones anteriores —en 2014 y nuevamente en 2024—, su historia refleja con crudeza las consecuencias de una burocracia paralizante que golpea de lleno al sector empresarial, verdadero motor productivo de la región. Recién bajo la conducción de las actuales autoridades, el destino final del Ribazón Dorine fue alcanzado de manera planificada y con sentido estratégico: su hundimiento definitivo no solo permitió recuperar funcionalidad operativa para el puerto, sino que además aportó valor ambiental y turístico al conformar un nuevo espacio de biodiversidad y buceo en el parque submarino.



A través de esta iniciativa —que incluye tanto el hundimiento controlado como el desguace de buques fuera de servicio— ya se recuperaron 1.206,63 metros lineales de frente de amarre, permitiendo optimizar la operatividad del puerto y, a la vez, potenciar el turismo subacuático y la investigación científica. En ese marco, recientemente fue remolcado hacia la terminal de Quequén el BP Giuliana, de 63,89 metros de eslora, donde será reducido a chatarra en el Astillero Aloncar de la localidad de Quequén bajo la supervisión técnica del Ing. Hugo Obregozo.
Estas acciones forman parte de una política más amplia que busca revitalizar la infraestructura portuaria y recuperar sectores estratégicos hoy inutilizados por embarcaciones fuera de uso. El hundimiento del Ribazón Dorine marca así el cierre de una historia con más sombras que luces, pero que finalmente tendrá un nuevo propósito en las profundidades del mar.