La discrepancia entre las estadísticas oficiales y la realidad palpable en los muelles pesqueros de Argentina es un tema recurrente, que desvela profundas tensiones dentro del sector, entre quienes profesan el culto a la Ley y quienes buscan el atajo.
Aunque los números indican un crecimiento en las capturas, desembarques y actividad que en general para algunas especies como el caso de la merluza común, la situación económica y operativa de muchas empresas pesqueras está lejos de ser favorable. Esta aparente contradicción, donde las estadísticas señalan progreso mientras los actores de la industria enfrentan pérdidas, subraya un fenómeno común: el control insuficiente y la manipulación de datos.
El muelle, como lugar de descarga y actividad incesante, expone una verdad cruda que las estadísticas esconden. La merluza, principal especie capturada en el país, ha visto una caída dramática en su precio: de $1000/kg a principios de año, a tan solo $600/kg en la actualidad con costos crecientes en moneda dura que multiplican en el mismo período por 1.80.
Mientras los costos operativos siguen subiendo, los ingresos del sector pesquero se desploman. Esta reducción de valor no solo amenaza la rentabilidad inmediata, sino que pone en peligro la sustentabilidad económica de la flota pesquera, las inversiones en tecnología e innovación y, el mantenimiento y renovación, de la propia flota.
Sin embargo, las estadísticas siguen mostrando un aumento en las capturas. «¿Cómo se explica esta incongruencia?; nadie continúa haciendo algo por lo que pierde dinero «, nos preguntaba ayer un alto funcionario del gobierno dedicado a la innovación y eficiencia del Estado. La realidad es otra.
En principio las empresas están obligadas a cumplir con su cuota de captura máxime en momentos donde la detracción puede obligar a una reducción y/o pérdida de CITC en vistas a la renovación a partir del 1 de enero próximo y por 15 años sucesivos.
Hoy las empresas pesqueras, integradas tanto en la extracción deben abastecer a sus propias plantas procesadoras, pues de lo contrario, se enfrentan al pago de garantías salariales comúnmente denominado «garantizado», sin contraprestación de servicio, lo que genera pérdidas aún mayores.
Muchas empresas, que honran sus compromisos de abastecimiento desde hace muchos años con un mismo cliente internacional, teniendo como bastión su propia marca, saben que en el tiempo los precios se acomodan y lo que hoy es perdida, mañana es utilidad, por ende, se privilegian los compromisos por encima del negocio puntual.
Ahora bien, lo que ocurre en los muelles es un claro ejemplo de cómo algunos actores del sector logran compensar sus pérdidas mediante prácticas cuestionables. En lugar de limitarse a la captura de merluza, algunas embarcaciones recurren a capturar especies de mayor valor, como la raya o el abadejo, que son luego declaradas merluza en los registros oficiales. Esto genera una distorsión en los números: lo que debería ser un registro fiel de la captura de merluza se reemplaza con otras especies, haciendo que las estadísticas parezcan más favorables de lo que realmente son; pero, además, para quienes cumplen la burocrática función en un escritorio alejado de los muelles, generan políticas pesqueras y prejuzgan una actividad, la realidad ampliamente los supera. Hoy en las descargas se ven volumen extralimitados de rayas y abadejo, siendo la meritocracia para el armador que cumple con la Ley una mera palabra más del diccionario, ya que ve como su vecino descarga hasta 2000 cajones de rayas y otros 1600 cajones de abadejo que desesperadamente busca a quien vender, puesto que al no tener el certificado de captura legal, quema a la hora de exportar, aunque hay quienes solapadamente hacen el trabajo contrario, es decir, declaran lo que no pescan y de esa manera se «matchean» operaciones; mientras tanto, el Ministro Federico Sturzenegger, ampliamente criticado por el sector, es tildado de incompetente y desconocedor de la actividad.
Esta práctica no solo desvirtúa las cifras oficiales, sino que perjudica a quienes, actuando dentro de la ley, enfrentan pérdidas crecientes. La pesca de merluza, cada vez menos rentable, es disfrazada por la inclusión de especies más valiosas, mientras en el papel parece que todo está en orden y lo peor, es que funcionarios que deben generar la política pesquera, creen que se está pescando más…
Este fenómeno no es exclusivo de la pesca de merluza. En los puertos de Chubut y Santa Cruz, la pesca de langostino también sufre de prácticas similares, parece común que cuando los números no dan las practicas e inventivas despiertan alternativas insospechadas. Aunque la legislación establece que cada cajón debe contener 18,06 kg (como máximo), muchos terminan pesando hasta 21 kg, o, pero aun, cargando a granel, generando una falsa percepción de abundancia y eficiencia en las estadísticas, además de una operatoria ilegal, al margen de la Ley e incluso generando un perjuicio económico enorme a las arcas del Estado.
La realidad es que la política pesquera se está quedando atrás frente a una industria que se ve forzada a adoptar prácticas cuestionables para sobrevivir. Los responsables de la aplicación de estas políticas, al confiar ciegamente en los números y estar alejados de los muelles deslumbrados por las luces de Conxemar 2024, no comprenden el trasfondo real de la crisis. Para ellos, mayores descargas deberían significar mayor prosperidad, cuando en realidad el sector enfrenta una tormenta de costos crecientes y precios en caída que abulta series de descargas poco veraces con la realidad.
La conclusión es clara: el valor estadístico en la actividad pesquera es solo una cara de la moneda. Lejos de la meritocracia que desea imponer nuestro gobierno, en la actividad se impone claramente una premisa marxista que dice » El Estado hace que cobra mientras el sector hace que paga «, la realidad es una gran distorsión alejada de la Ley y el derecho, ni unos pagan ni otros cobran, algo que el Ministro de Desregulación y Transformación del Estado de la Nación Argentina, Dr. Federico Sturzenegger pregona y es tan criticado por todo el sector, incluso tildado por su desconocimiento.
Extracto del programa radial Lanata sin Filtro emitido el 10 de octubre 2024 Radio Mitre.
Si bien hay muchas imprecisiones, puesto que por ahora el sector por Derechos Únicos de Extracción solo paga el 0.92% comparado al total de exportaciones (y esto es un gravísimo error, puesto que no se puede comparar los derechos por extracción con el volumen exportado, ya procesado y manufacturado porque se grava el proceso de industrialización del producto original -remitirse a Art.29 Ley Federal de Pesca 24.922-); como así también, que si el año 2023 todo el sector pagó el 0.15% de Exportaciones, fue como consecuencia de un Estado que permitió un grave desacople entre el valor del combustible hasta marzo UP $935 versus los aplicados en octubre 2023 de UP $325 producto de la inflación galopante que el propio Estado espiralizó y no se puede culpar al sector todo como responsable de esa situación. Por otro lado, alcanzar el 2.5% de las EXPO, es por el momento solo una expresión de deseos a partir del 1 de enero de 2025, mientras que todo el sector ya se manifestó con sendas notas al CFP previendo ese inoportuno e inviable gravamen que, además, podría judicializarse.
Sería impropio e inoportuno, pero además inequitativo decir que es el sector todo. Este tipo de prácticas es ampliamente difundida por varios armadores, aunque abundan quienes no, pero seguramente el desconocimiento y la injusticia hace pagar justos por pecadores. No todos descargan raya y/o abadejo, pero muchos sí y no es precisamente en volúmenes incidentales, en una semana se contabilizaron más de 5000 cajones de abadejo y 3500 de rayas (175.000kg y 147.000 kg respectivamente). » El muelle es un dislate, hoy vale todo, fijate eso se pesca sin control, se descarga otro tanto, sale del puerto solo con remito, se procesa sin factura, se vende sin procedencia, no se puede exportar porque no tiene certificado de captura legal y tarde o temprano se comercializa igual, lo pero que cuando hablan del sector, no todos somos iguales «, nos decía un querido armador que hacía esfuerzo por mal vender la merluza mientras estaba al pie de la descarga de su barco y explicaba por qué para algunos la merluza carece de rentabilidad y para otros no.
Podríamos explayarnos en cupos, capturas, bodegas, reformulaciones y otros deslices incluso en otros recursos como el langostino de amplia dedicación en la flota que opera el puerto de Rawson, ante la mirada esquiva del monje negro de las estadísticas de pesca, pero esta nota sería demasiado larga. ¿La dejamos ahí?, mejor.
El muelle muestra una realidad mucho más compleja y desafiante, donde los números no siempre reflejan la verdad. En última instancia, las decisiones y políticas pesqueras deben basarse en una comprensión más profunda de lo que realmente sucede en el muelle, si se quiere garantizar la sustentabilidad y eficiencia del sector pero, además, se debe conocer la actividad para poder gerenciarla, algo que desde hace mucho escasea en el sector pesquero argentino.