Durante el último fin de semana, particularmente el domingo al mediodía —cuando la ciudad suele aletargarse—, el puerto de Mar del Plata volvió a demostrar por qué es considerado uno de los nodos logísticos más activos del litoral atlántico argentino. La intensa descarga de buques poteros reconfiguró el mapa operativo nacional, con un repunte volumétrico que proyecta a este enclave portuario como potencial líder en desembarques de calamar (Illex argentinus) en la presente temporada 2025.
Con 53.904 toneladas descargadas hasta el 6 de mayo, Mar del Plata se posiciona apenas por debajo de Puerto Madryn, que conserva el liderazgo con 55.457 toneladas, aunque con tendencia estabilizada. Los registros nacionales para esa fecha acumulan 147.929,30 toneladas, y la proyección técnica —a la luz del ritmo observado— indica que podrían alcanzarse 165.000 toneladas al cierre del ciclo extractivo.
La flota potera concentra su esfuerzo de pesca a lo largo de la isobata de 200 metros, mientras la arrastrera de altura, opera en la zona conocida como la Barranca, dentro del caladero norte bonaerense. Los testimonios técnicos y empíricos recogidos de capitanes tanto poteros como arrastreros de gran porte, indican una fuerte presencia de biomasa, si bien se evita cohortes juveniles, la presencia predominante de ejemplares en tallas M y L sugiere el avance natural del ciclo biológico y plantea hipótesis de una etapa de transición hacia el final de temporada, aunque sería prematuro afirmarlo, por el momento el recurso está en calidad y talla comercial, y por eso se pesca.

Sin embargo, las marcas ecoicas reportadas muestran núcleos compactos de calamar suspendidos en medias aguas, fenómeno que altera la eficiencia de captura de los arrastreros de menor porte, cuya apertura vertical de red no alcanza los parámetros requeridos para interceptar eficientemente cardúmenes a profundidades entre 150 y 180 metros. « Esta dinámica semi pelágica exige ajustes operativos finos para mantener la productividad con aparejos semipelágicos o bien con algo más de velocidad de arrastre en una red convencional para que la red vuele mejor «, nos informaban, en una destacada como polémica mesa de parroquianos y capitanes integrada por los hermanos Sacheta, en el histórico Café Michelangelo.
La flota potera nacional registra rendimientos promedios actuales de 25 a 28 toneladas por jornada, con picos excepcionales de hasta 40 toneladas/día durante la primera semana de mayo, únicamente viables en buques con capacidad de congelado superior que permitan dar fluidez a la operatoria laboral en planta, que una vez más muestra estar a la altura de los acontecimientos.
En paralelo, la flota fresquera de altura encuentra en el calamar un «salvavidas económico», ante una merluza hubbsi con precios deprimidos pese a sostenida demanda europea pero con precios que no detienen su derrotero bajista, haciendo cada día más compleja la ecuación económica para la empresa primaria y extractiva.
En este segmento, el calamar, -que mejora sustancialmente la calidad económica de la bodega-, se cotiza en boca de bodega entre $3.300 y $3.400 por kilo, un valor sostenido principalmente por la demanda de empresas de capitales mixtos, chino-argentino, que operan con plantas de reproceso de bajo volumen y limitada integración operativa. En contraste, las empresas históricas marplatenses, con mayor capacidad instalada y trayectoria en el sector, mantienen una actividad intensa bajo los estrictos protocolos de reprocesamiento vigentes, cumpliendo con auditorías regulares de la Dirección Nacional de Coordinación y Fiscalización Pesquera y operando en plantas integradas que garantizan trazabilidad, calidad y cumplimiento normativo.
Más allá de la ZEEA, la temporada 2025 se define como regular para la flota potera internacional. La baja performance del calamar en aguas de Malvinas provocó una notable concentración de grandes buques arrastreros congeladores, mayormente de bandera española y china, en los límites exteriores de la milla 200. En momentos críticos se llegaron a contabilizar 32 unidades simultáneas, configurando una verdadera barrera extractiva que dificultó la deriva natural del recurso hacia aguas internacionales, ejerciendo presión sobre el borde de la jurisdicción nacional.

Desde hace dos semanas, esta flota ha iniciado su migración hacia el Pacífico oriental, con rumbo a las aguas al oeste de la ZEE peruana, bordeando las islas Galápagos. El tránsito congestionado a través del Estrecho de Magallanes y el fondeo temporal en Bahía Aguirre —estratégicamente elegida como apostadero frente a los embates del invierno austral— marcan el cierre operacional del ciclo atlántico.
Este segmento extrajurisdiccional reporta capturas de 17 toneladas por día, cifra inferior a las expectativas iniciales, pero que ha contribuido a impulsar el precio internacional a valores récord, ubicando al Illex 2025 en una franja de alta valorización dentro del mercado del comercio global con una fuerte presion de demanda del sudeste asiático.
La convergencia de una biomasa aún activa, un escenario de precios sostenidos y una logística portuaria de alta eficiencia consolida a Mar del Plata como epicentro nacional del desembarque de calamar. Todo indica que en los próximos días podría superar a Puerto Madryn como primer puerto en volumen de descargas, reconfigurando el liderazgo en la industria pesquera nacional para la temporada 2025.
La adaptabilidad operativa, el cumplimiento normativo y la capacidad de reprocesamiento continúan siendo los factores diferenciales del sistema pesquero marplatense.

Párrafo aparte, para los trabajadores de la descarga. En este marco de alta exigencia operativa y presión logística, la labor de los estibadores de las distintas cooperativas de trabajo del puerto de Mar del Plata se revela como un engranaje esencial y de excelencia técnica. Su predisposición, compromiso y eficiencia no sólo garantizan la continuidad del circuito productivo, sino que representan una verdadera puesta en valor del trabajo portuario marplatense. Con un sentido del deber admirable, ejercen su oficio con alto nivel de responsabilidad operativa y “amor al arte” que trasciende la rutina diaria.
La descarga de toneladas de calamar, la limpieza de bodegas y el alistamiento para nuevas mareas se suceden con una sincronía y profesionalismo que sólo puede encontrarse en quienes hacen del esfuerzo físico y la precisión una vocación. Los estibadores, con su experiencia forjada a pulso, son quienes logran poner nuevamente en operación un buque en tiempo récord, cumpliendo con los estándares más exigentes y enfrentando, muchas veces, condiciones climáticas y de carga adversas.
En tiempos donde los indicadores económicos y los volúmenes desembarcados ocupan los titulares, es justo y necesario reconocer la silenciosa excelencia del trabajo en muelle, que se traduce en operatividad real, continuidad logística y, sobre todo, en una digna y ejemplar expresión del trabajo cooperativo y colectivo.
En que en un contexto internacional complejo, hacen que se logre capitalizar al máximo, el aprovechamiento del recurso más estratégico del año: el calamar Illex argentinus.