No simplemente es una actividad para unos pocos, como erróneamente se impulsa desde determinados sectores con un desconocimiento fenomenal de la actividad.
La pesca genera trabajo, pero además aporta con productos que hacen bien a la salud y son necesarios para garantizar el sustento nutricional desde la propia concepción hasta la vejez.
Los sistemas acuáticos, que incluyen las pesquerías y la acuicultura (aun con poca inserción en el mercado local por la exuberancia en el mar argentino de especies), juegan un papel fundamental en la seguridad alimentaria, la erradicación de la pobreza y el uso sostenible de los recursos naturales. La gestión sostenible de estos sistemas es esencial para garantizar que las generaciones futuras puedan seguir beneficiándose de los recursos acuáticos. Es menester mostrar y demostrar la importancia de promover la gestión sostenible de las pesquerías y su impacto en la sociedad y el medio ambiente.
Desde hace algunos meses, cámaras, armadores, gremios y trabajadores en general se movilizaron por algunos embates hacia el sector, poniendo de manifiesto el trabajo como principal virtud. Pero es muy importante, destacar en la actividad la seguridad alimentaria que el mismo brinda.
Los productos pesqueros son una fuente crucial de proteína animal, vitaminas, minerales y ácidos grasos omega-3, esenciales para una dieta equilibrada y saludable. En muchas comunidades costeras y rurales, el pescado y los mariscos representan la principal fuente de proteínas, contribuyendo significativamente a la nutrición y la salud pública.
La acuicultura ha permitido aumentar la disponibilidad de productos pesqueros, estabilizando el suministro frente a las fluctuaciones naturales de las pesquerías silvestres en caladeros sobre agotados. Mediante esas prácticas sostenibles, se pudo asegurar que la producción acuática siga creciendo para satisfacer la demanda alimentaria global sin agotar los recursos naturales.
Argentina escapa a estos desafortunados eventos. La caída a niveles paupérrimos de extracción producto de la pesca olímpica de la década de los ’90 permitió elaborar de una manera integral un modelo a modo de paradigma que fue la Ley Federal de Pesca. Sin dudas, fue el escenario bisagra para la realidad que hoy posee el mar argentino.
Encontró respuestas a problemas de índole social de las comunidades pesqueras, económico, de las empresas del sector, y biológico, ya que mediante pormenorizados estudios del INIDEP, la biomasa se multiplicó siendo para FAO el único caladero del mundo en crecimiento según informe SOFIA 2022.
Pero aún no se potenciaron las vicisitudes de la Ley, ya que falta lo mas trascendental; destacar la importancia de incorporar proteínas naturales, de origen marino salvaje, limpio de antibióticos y otras sustancias, para erradicar la desnutrición, la pobreza y potenciar la salud.
La industria pesquera proporciona empleo a miles de personas en todo el país, especialmente en comunidades costeras. La pesca sostenible puede crear empleos estables y mejorar los medios de vida, contribuyendo significativamente a la reducción de la pobreza, pero además, sus productos son una fuente completa de proteínas, lo que significa que contienen todos los aminoácidos esenciales que el cuerpo necesita. Las proteínas son importantes para el crecimiento, la reparación y el mantenimiento de los tejidos.
Los pescados y mariscos son ricos en ácidos grasos omega-3, que son esenciales para la salud del corazón, el cerebro y los ojos. Los omega-3 también pueden ayudar a reducir el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes y la artritis. Fuente por excelencia de vitaminas y minerales, como la vitamina D, el selenio, el zinc y el yodo. Estas vitaminas y minerales son importantes para diversas funciones corporales, como la función inmunológica, el crecimiento óseo y la salud de la tiroides. además, son bajos en calorías y grasas saturadas, lo que los convierte en una opción saludable para personas que controlan su peso o que tienen niveles altos de colesterol.
Los productos de origen marino aportan y mejoran la calidad de vida y salud por reducir el riesgo de enfermedades cardíacas al disminuir los triglicéridos, la presión arterial y el riesgo de formación de coágulos sanguíneos. Quedo comprobado recientemente que reducen los riesgos de enfermedades cognitivas como el Alzheimer, demencia senil y depresión.
En conclusión, promover la gestión sostenible de las pesquerías es vital para potenciar la contribución de los sistemas acuáticos a la seguridad alimentaria, la erradicación de la pobreza y el cuidado de la salud desde el propio embarazo hasta la vejez, con el uso sostenible de los recursos naturales.
A través de prácticas responsables, políticas adecuadas y la participación comunitaria, podemos asegurar un futuro en el que los recursos acuáticos sigan siendo una fuente de alimento, empleo y bienestar para las generaciones venideras. La pesca no es solo una actividad recaudatoria para las arcas de una nación; es una actividad de riesgo que ofrece múltiples beneficios a la sociedad. Genera vidas más sanas y contribuye a formar individuos potencialmente útiles para la demandante sociedad futura.