El puerto duerme. Los cascos de los barcos, varados por m谩s de setenta d铆as, parecen vig铆as oxidados de una flota que alguna vez zarp贸 con promesas de abundancia. Sobre las cubiertas, cuerdas endurecidas por la sal y el tiempo se enredan como testigos mudos de una par谩lisis que ya se mide en millones de d贸lares y en cientos de mesas familiares vac铆as.
En medio de ese silencio forzado, las c谩maras empresariales decidieron mover ficha. La C谩mara de Industrias Pesqueras del Uruguay (CIPU) y la C谩mara de Armadores Pesqueros del Uruguay (CAPU) lanzaron un llamado urgente a hombres y mujeres dispuestos a embarcarse, sin preguntar por su afiliaci贸n sindical ni por sus a帽os de mar. En menos de dos d铆as, 4.763 almas respondieron, algunas con la libreta de embarque en regla, otras con el simple deseo de ganarse el sustento en aguas abiertas.
鈥Esto no es contra el sindicato鈥, asegura Juan Riva-Zucchelli, presidente de la CIPU, mientras repite que la medida busca liberar a quienes 鈥攕eg煤n 茅l鈥 no pueden trabajar por presi贸n y extorsi贸n gremial. Pero en el PIT-CNT la interpretaci贸n es distinta. Para Nathalie Barb茅, secretaria de Conflictos, se trata de una maniobra calculada para quebrar la negociaci贸n y allanar el camino a nuevos subsidios, como los que ya recibieron las empresas cuando la flota estuvo inactiva durante casi ocho meses el a帽o pasado.
El precio del tiempo perdido
Las cifras golpean como una ola inesperada: p茅rdidas estimadas en 42 millones de d贸lares y la amenaza latente sobre m谩s de 3.000 puestos de trabajo. El calendario se convierte en enemigo: las zafras no esperan y el pescado que no se captura hoy no volver谩 ma帽ana. Corvina, merluza, calamar鈥 especies que marcan el pulso de la temporada ya se han escapado hacia otras aguas, llev谩ndose consigo oportunidades de exportaci贸n que representaban el 95% de la producci贸n nacional.
Riva-Zucchelli lo resume con crudeza: 鈥淓l da帽o es irreparable. Son dos zafras seguidas perdidas. Nos damos el lujo de dejar pasar ingresos que sostienen a marineros, obreros de plantas y proveedores. No se recupera lo que el mar deja ir鈥.
Una historia que se repite
Quien haya seguido la trayectoria de la pesca uruguaya sabe que este conflicto no es nuevo. En 2015, la ca铆da en las capturas de merluza y la p茅rdida de mercados internacionales dejaron lecciones que parecieron claras pero no se aplicaron. La dependencia de subsidios, la rigidez de los Convenios Colectivos de Trabajo y la falta de un plan estrat茅gico a largo plazo contin煤an siendo las mismas grietas por donde el agua entra, lenta pero constante, en el casco del sector.
Hoy, la discusi贸n gira en torno a un punto que parece menor pero que ha resultado infranqueable: la exigencia sindical de sumar un nuevo marinero por embarcaci贸n. Las c谩maras lo consideran innecesario; el gremio, irrenunciable. Entre ambas posturas, el mar sigue en calma forzada.
El Estado, entre la mediaci贸n y la impotencia
El gobierno de Yamand煤 Orsi observa el conflicto con preocupaci贸n, consciente de que el tiempo es un recurso tan valioso como el pescado. Ha convocado a mesas tripartitas, pero las conversaciones se diluyen. 鈥No hay nada que negociar cuando existe un convenio vigente鈥, repite la voz empresarial. Y as铆, las horas se suceden en un puerto donde lo 煤nico que se mueve es el viento.
En la pesca, cada d铆a de inactividad es un d铆a perdido para siempre. Si la soluci贸n no llega pronto, no ser谩 solo una industria la que se hunda: con ella ir谩n las esperanzas de cientos de familias y la reputaci贸n de un pa铆s que, en otros tiempos, supo hacerse un nombre en el mapa de la pesca mundial. Toda similitud con otras cercanas latitudes es pura coincidencia y queda a criterio del lector.






