Que la situación sigue siendo compleja en España y Europa en general no es una primicia, pero la información recibida habla de programas que muestran la compleja situación del consumo, que llevó al sector de pescados y mariscos a niveles casi sin demanda de importación y con precios que ya están planeando en mínimos nunca antes vistos.
La situación financiera de las empresas pesqueras es desesperante, el ahogo por caída en facturación y tasas a pagar con fuerte alza, impulsó al sector a situaciones, en algunos casos, irreversible y hasta con liquidación de activos.
La prueba de tamaña situación es por un lado el pedido inmediato de cámaras que nuclean al sector productivo procesador, en la reducción del IVA para productos de origen marino, con la idea de incentivar al alicaído bolsillo del consumidor para sostener una dieta que en España siempre fue rica en pescados y mariscos. Si bien es un inicio, llega tarde y es poco.
Por otro lado, desde fines del año 2019, España intentó reforzar la dimensión social y colocarla en el mismo nivel que la Europa económica y monetaria. En tal sentido, oportunamente, habia accedido a la legislatura del Parlamento Europeo para establecer un seguro europeo de desempleo y fijar un salario mínimo para todos los trabajadores de la UE, además de otros desafíos como crear un bono de formación para todos los ocupados o fijar cuotas para el equilibrio de género en los consejos de administración de las empresas, siempre como consecuencia del impacto del Brexit.
Hoy, pasada esa puntual situación, en regiones donde la actividad pesquera está teniendo un fuerte impacto social, se han activado los mecanismos para dar solución a las familias afectadas por grandes empresas que están haciendo agua en lo económico financiero, lo que muestra que la situación en nuestro principal cliente europeo recién empieza.
Esto tiene un enorme impacto en la demanda, que aún no termina de conocer cuál será el piso, mientras en Argentina se lucha por mejorar calidad, y evitar que el sector, que goza una fuerte presión entre suba de costos indexados por IPC y estos inconvenientes en los principales mercados internacionales de consumo, hacen que se hayan evaporado desde hace más de dos años la rentabilidad de los grupos empresarios del sector.
Por eso es importante, agilizar los vínculos, aún sin un interlocutor nominado en la Subsecretaría de Pesca, o como se llame próximamente, para acercar propuestas segmentadas de derechos de exportación que no sean una carga mucho más pesada a la hora de las exportaciones de origen pesquero, pero además, impulsar la desafectación del impacto burocrático y administrativo por años de un Estado presente poniendo en jaque a la dinámica industria procesadora nacional.
En la era pos pandemia, y los reacomodamientos por conflictos bélicos en dos paises con muchisimo intercambio comercial con el sector pesquero argentino como Ucrania y Rusia, ahora sumado también Israel por la situación de público conocimiento, que se había encontrado como alternativa de envío de productos marinos argentinos (principalmente merluza) a consecuencia del cierre o disminución de Ucrania y Rusia, hace que el sector caiga en un atolladero que de no liberar anclas desde el sector estatal, podría comenzar a hacer agua con lo que implica para una actividad que nutre y da empleo a más de 80.000 personas en forma indirecta desde las cinco provincias con litoral marítimo e intereses en el mar argentino.