Este jueves por la mañana, cientos de trabajadores del sector pesquero marcharon por las calles de la Ciudad de Buenos Aires bajo la consigna “No a la baja”, en rechazo a la propuesta de las cámaras empresarias de reducir el valor del ítem producción, componente clave del salario variable que perciben los tripulantes embarcados.
La columna, conformada por marineros y trabajadores del litoral marítimo y de provincias del interior, partió desde la sede del Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU), ubicada en la calle Perú al 1600, y se dirigió hacia Plaza de Mayo.
Fue una marcha cargada de sentido de pertenencia. Banderas de Goya, Campana, Barranqueras, Mar del Plata, Puerto Madryn, Comodoro Rivadavia, Puerto Deseado, Rosario, Corrientes y tantos otros puntos del país flamearon durante todo el recorrido, como un mapa en movimiento que contaba de dónde venía cada trabajador. Muchos viajaron durante horas, recorriendo centenares de kilómetros, solo para estar ahí, presentes con un reclamo bien claro: no aceptar la rebaja salarial. Cada bandera no solo representaba un lugar, sino también una historia, una familia, un proyecto de vida sostenida por el trabajo en la actividad pesquera.
La movilización estuvo marcada por un fuerte operativo policial enmarcado en el protocolo antipiquetes del Ministerio de Seguridad de la Nación, lo que generó ciertas tensiones a lo largo del recorrido.
Pese a la presencia de las fuerzas de seguridad, desde el gremio que conduce Raúl Durdos aseguraron que la protesta se desarrolló de forma pacífica, con el objetivo de visibilizar un reclamo legítimo y urgente ante el intento de avanzar con recortes que impactarían directamente en los ingresos de los tripulantes.
“Hacemos oír nuestra voz en defensa del sector pesquero y de los derechos laborales que tanto nos han costado conquistar. Las políticas impuestas por las cámaras pesqueras están afectando gravemente a miles de trabajadores, poniendo en riesgo nuestra fuente de ingresos y dignidad laboral”, expresaron desde el sindicato. “Nos negamos a aceptar recortes que pongan en jaque nuestras condiciones de vida y trabajo. La unidad es nuestra fuerza, y hoy más que nunca, debemos estar juntos para luchar por lo que es justo”, agregaron.
La jornada dejó en claro que el conflicto por la rebaja salarial sigue escalando, y que la presión de los trabajadores comienza a ocupar un lugar central en la agenda pública. La masiva convocatoria reflejó el hartazgo de un sector que, lejos de quedarse en los muelles, decidió hacer escuchar su voz en el corazón político del país.
Porque no se puede construir una industria más competitiva a costa del bolsillo de los trabajadores. Hoy, los marineros no pidieron privilegios: pidieron respeto. Y cuando un pueblo trabajador se pone de pie, su dignidad no se negocia.