El sector pesquero argentino atraviesa uno de los momentos que podría tornar crujiente al modelo de los últimos años. Preocupante.
La combinación de un aumento constante en los costos, la caída de los precios internacionales, la presión tributaria y una demanda interna deprimida ha generado un escenario de creciente preocupación en la industria. Mar del Plata, el epicentro de la manufactura de filet de merluza con destino a exportación y mercado interno, enfrenta una crisis que pone en jaque la rentabilidad de cada eslabón de la cadena de valor. A eso habría que sumar una mayor CMP de la especie que permite capturar más para buscar el equilibrio de la ecuación económica, compensando precio por mayor cantidad, en una clara descompensación de oferta y demanda. ¿En momentos de falta de demanda, se multiplica la oferta? (parecen ser solo 20.000 toneladas mas de Santa Cruz…).
Por eso se capturó más durante el 2024, por una lucha denodada por solventar perdidas a través de un mayor volumen; que en enero, mostró una fuerte retracción como consecuencia que muchos armadores decidieron ralentizar la operatoria debido a la complejidad del mercado.
» Cuesta vender y los números no dan. Los plazos son a 60/70 días y habrá que saber si los cheques que hoy recibimos en 70 días tienen el mismo respaldo. El problema es para todos, acá no hay ni grande ni chico a pesar que cuatro estupidos quieran diferenciar fresco de congelado. Estamos muy mal y si esto se frena como lo que se ve, hoy no hay distinción de clases. Caemos todos... fijate, acá vino el gremio y le dijo al titular de este barco, –(un merlucero tangonero de algo más de 40 metros reales)– ¿por que no sale?, ¿sabes qué le dijo?, paguen Uds el gasoil, que lo saco mañana…», terminó diciendo uno de los armadores que no es parte de ninguna cámara, pero es referente de grandes y chicos por sensatez, trabajo e historia. Es palabra de peso en el muelle, junto a sus dos fresqueros.
La ecuación económica del sector se ha vuelto cada vez más difícil de sostener en base al mismo know how de épocas expansivas de la economía.
Mientras los costos operativos no dejan de subir, el precio internacional de la merluza ha alcanzado su nivel más bajo en los últimos cinco años. Esta disparidad impacta de lleno en la rentabilidad, ya que la capacidad de trasladar estos incrementos de costos a los precios de venta es prácticamente nula en el actual contexto de mercado. La busqueda de un mejor perfil debe llegar desde una profunda reestructuración empresaria, pues desde el Estado, poco espere y cuanto más lejos, mejor.
A esta problemática se suma la inestabilidad en la demanda de Brasil, el principal comprador de filete de merluza argentino. Si bien el interés del país vecino se mantiene, los recientes desequilibrios en la moneda brasileña afectan la competitividad del producto argentino que sumado a una creciente evolucion del cultivo de especies como tilapia, hacen mucho mas competitiva la posibilidad de ingreso al mercado de consumo. Esto ha llevado a una menor fluidez en las transacciones y a mayores dificultades para sostener los niveles de exportación.
El impacto de esta crisis no es homogéneo en todas las empresas del sector. En los muelles de Mar del Plata se observa con claridad la diferencia entre aquellas compañías que han logrado diversificar su actividad y aquellas que han debido postergar inversiones esenciales, como el mantenimiento de su flota. La imagen de algunos pesqueros inactivos y con signos evidentes de deterioro se ha vuelto cada vez más frecuente, reflejando las dificultades que enfrentan muchas firmas para sostener su operatividad.
Por otro lado, el endeudamiento de varias empresas ha crecido de manera alarmante en los últimos tres meses, alcanzando niveles máximos de los últimos años. Este factor añade una presión adicional sobre las compañías, muchas de las cuales luchan por cumplir con sus compromisos financieros en un contexto de ingresos restringidos.
A la crisis externa se suma un mercado interno que no brinda ningún alivio. La demanda local de pescado está en mínimos históricos, lo que convierte en una odisea la venta de cada barco que llega al muelle. La falta de compradores ha llevado a precios de merluza que en el mejor de los casos no superan los 700 pesos (u$s 0.66 por kilo), un valor insuficiente para cubrir los costos de captura y procesamiento.
Este contexto empieza a generar problemas más profundos. Algunas empresas ya muestran signos de dificultad financiera, agotamiento e ingreso a zona preocupante, y en el sector crece el temor que la crisis desemboque en alteraciones de la paz social. La incertidumbre ha crecido desde mediados de la semana pasada, cuando se registraron los primeros cheques rechazados de firmas con renombre y larga trayectoria en la actividad. Aunque algunos empresarios intentan justificarlo como problemas técnicos y operativos, la realidad es que los montos involucrados podrían alcanzar sumas millonarias en pesos, una cifra que enciende todas las alarmas, por lo incipiente y caso testigo, pero podría ser un primer eslabón en una cadena que espera la semana santa como una última vía de escape.
El modelo de eficiencia que el sector ha intentado implementar en los últimos años se ve golpeado por esta situación, afectando especialmente a las primeras empresas del sector manufacturero. Nada de esto sorprende como tampoco es la primera vez que ocurre. La necesidad de mejorar la productividad y reducir costos choca con un panorama en el que las oportunidades de inversión y crecimiento son prácticamente inexistentes. La parálisis de la actividad en el principal sector ponderante de la mayor porción de generación del PBI de Mar del Plata, enciende una alarma en el prefacio del invierno. Para colmo, el otrora salvavidas del langostino, hasta parece transitar su inviabilidad económica y con traslado a lo operativo, de hecho ya los principales sindicatos han manifestado la imposibilidad de trasladar bajas en los haberes de sus afiliados. Todo parece complejo.
El horizonte de la actividad pesquera en Argentina es incierto, pero la marplatense es mas que preocupante. Hay varios pesqueros parados, son al menos 60.000 cajones de merluza menos al mes, ¿Sabrán lo que viene, quienes disfrutan el sabor de la pizza en Kentucky, lo que sucede a no más de 5 minutos de auto, en este lugar llamado puerto, generador de divisas y mano de obra; pero también epicentro de futuros conflictos?.
La actividad es una bomba de tiempo. La industria necesita encontrar respuestas urgentes en cada actor de puertas adentro para evitar un colapso que afectaría no solo a las empresas, sino también a miles de trabajadores que dependen de esta actividad. La solución jamás estuvo en el Estado, y mucho menos a expensas de funcionarios que viven de espalda a esta realidad; donde el desconocimiento es parte diaria inherente a su función. Sin medidas concretas URGENTES que alivien la presión sobre el sector, el riesgo de una crisis mayor se vuelve cada vez más real y tangible.