Se avecinan días feriados y la expectativa por el turismo y el consumo interno, no condice con las ventas de pescados y mariscos.
En principio marzo tiene aún por delante el próximo fin de semana largo -24, 25 y 26 de marzo- y en abril comenzará con la celebración de la Semana Santa para la feligresía católica que concluye el día 9 con la Pascua de Resurrección.
Lejos está de lo vivido años atrás, cuando un mes antes al menos la preocupación hogareña y de los locales gastronómicos, era estar provistos de buenos pescados e impecables mariscos para realizar los tradicionales menús de Vigilia.
Concluir sobre factores determinantes aún es prematuro, máxime teniendo en cuenta que restan varios días para los feriados mencionados, pero el «sentir» de la calle ya advierte que no será tan productivo como años anteriores.
La creciente e imparable inflación en la Argentina está haciendo que los consumidores en general vayan seleccionando los productos alimenticios ya no por su calidad, si no por su precio, a sabiendas que no ingerirán alimentos de primera línea, pero al menos podrán “darse un gustito”.
“Un toque más le vamos a tener que dar para Semana Santa” nos han dicho días pasados en las pescaderías que funcionan contiguas a la banquina chica, en referencia a los precios para aquel consumidor que gusta ver a centímetros de sus ojos lo que está comprando.
Ese “toque más” no está dado por el aumento del precio en el pescado y mariscos que se está descargando, sino por los gastos que orbitan en derredor del funcionamiento de un comercio.
Canon o alquiler, empleados, luz, gas, hielo, impuestos, combustible, etc. Todos ellos hacen que el precio final aumente, en una cadena de valor que ya no es tal y que en lugar de ser productiva, transita por gastos que no se pueden obviar.
Claro está que algunos comercios “aprovechan” los días de Semana Santa para darle algo más que “un toque» a los precios y caminan entre la desmesura y lo increíble, sobre todo en el precio que se puede apreciar en algunos productos enlatados en grandes cadenas de supermercados, donde la sinrazón se cruza en varios -por no decir muchos- establecimientos gastronómicos, sobre todo los que se dedican a esos platos inigualables.
Por suerte para los consumidores y para algunos conserveros que mantienen los precios al público hasta el límite, las ventas en la primera quincena de marzo, aumentaron un 30% más que la última de febrero.
Si bien aún queda en stock algún volumen de latas de atún, el faltante ya se está haciendo notar, algo que le había presagiado Verónica Angeleri de productos MARECHIARE, a PESCARE hace algunos meses.
Ese faltante de atún hizo que los consumidores se volcaran a otro noble producto enlatado como lo es la caballa, que permite una amplia gama de platos donde utilizarla y donde el sector conservero pudo ser previsor e ir adquiriendo materia prima con el tiempo necesario.
Cómo cerrará el primer trimestre del año en referencia al consumo interno es casi un acertijo, y aunque parezca paradójico podría no serlo si es que alguien da un rápido y duro golpe de timón sobre la economía hogareña.