En este derrotero sin rumbo que marcan las nuevas políticas gubernamentales, tal vez ignorando trayectorias y gestiones, el Médico Veterinario Fabián Ballesteros (Director de Inocuidad de Pesca y Acuicultura) debe despedirse de su cargo.
En innumerables ocasiones su nombre estuvo en las noticias de PESCARE. ¿El motivo? Su gestión y la de un equipo de trabajo que ahora se ve desmembrado por la salida de su líder, quien ocupaba su cargo por mérito propio. No en vano alguien se mantiene en la función pública por más de un cuarto de siglo, ganándose el respeto de sus pares de otros países, como el de actores del sistema pesquero.
A todas luces resulta incomprensible desechar el expertise de más de dos décadas por simples cambios de funcionarios.
Hace pocos días nos alegrábamos por gestiones que consiguió nuestro país (porque en definitiva es eso, es el país), donde nos tocaba informar que la República Popular China autorizaba el ingreso de Trucha arcoíris a su país. Dato no menor sabiendo de la exigencia del mercado chino, que no son compradores de cualquier producto, sino que tienen altas pretensiones de sanidad, en una gestión que tuvo al frente a Ballesteros.
Pero esa es sola una de sus últimas gestiones, ya que la mirada retrospectiva hace foco en la relación con sus pares brasileños (no olvidar tema de exportación de merluza hubbsi y langostino por citar apenas dos casos difíciles), sin dejar de lado países con la vara muy alta como Estados Unidos, Tailandia, Japón y la Unión Europea, donde Argentina está presente con sus productos.
No se trata solo de la calidad que nos da el mar salvaje, sino que la cadena que debe resguardar a la materia prima debe ser cuidada y con indicadores muy claros para que los mercados nos sigan eligiendo como país. Por más de 25 años se logró. Ahora, con un equipo de trabajo diezmado será también incertidumbre como tantas cuestiones referidas a la pesca argentina.
Alguien podrá decir que prescindir del trabajo de un técnico que se desempeña en el servicio sanitario argentino, no es materia de preocupación, “sale uno y entra otro”. Pero no es así. Nuestro país, con el aporte de cada uno de los ciudadanos fortaleció y armó un equipo de trabajo (de modo indirecto claro está), ahora, como en otros casos y creemos que sin explicación, se deja de lado un funcionario que funcionaba, algo que no pasa en todos los sectores.
La relación con la FAO (organismo de Naciones Unidas), por lo pronto quedará en manos de otra gente desde “acá”, pero desde “allá” también resultará incomprensible ante la falta de políticas de Estado que viene padeciendo la Argentina gestión tras gestión.
Hoy nuestro país –por el mérito de funcionarios responsables- posee un sistema de fiscalización pesquera de alta calificación. Seguramente no es el más moderno del mundo, ni con la tecnología que se puede observar en Canadá o Estados Unidos por citar solo dos casos, pero que la Unión Europea reconozca a la Argentina (porque se reconoce al país, no al funcionario y está muy bien), es para enorgullecerse.
La cadena de fiscalización se cumple (con sus más y sus menos es verdad), y está muy bien reconocida en todo el mundo. No en vano hoy nuestro país tiene acceso a 150 mercados internacionales, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), trabaja y de la mejor manera para lograr esto.
¿Producto de la calidad solamente? No, es el resultado de intensas gestiones, que no pasan solamente por un gobierno nacional, pasan por trayectorias que no se observan a la hora de “eliminar” funcionarios públicos. Otro grave error de un gobierno que viene fallando en la mayoría de sus decisiones.
No todo ha sido solo mérito de prácticamente tres décadas de trabajo. La interrelación y el compromiso del sector privado han hecho su gran parte, acompañando las gestiones y puliendo diferencias para llegar a un objetivo en común.
En ocasiones destacados mercados como el chileno, el ecuatoriano, los productos peruanos o los brasileños quedaron sin espacio para hacer sus envíos a la Unión Europea por ejemplo, por no cumplir con las normas exigidas. A la Argentina no le ocurrió desde comienzos de los años 2000 donde se empezó a construir lo que tenemos hoy, que obviamente genera preocupación ante estos inminentes cambios.
Rusia, Corea del Sur, Vietnam, China, en sus frecuentes visitas o inspecciones en interminables días ponen la lupa en los productos pesqueros argentinos, que siempre salieron airosos por el tratamiento de los mismos.
El mantener la posibilidad de seguir exportando a la Unión Europea, Estados Unidos o Canadá y abrir mercados como China por ejemplo y mantenerlo, con la exigencia que tiene el país asiático, han sido también mérito del SENASA y del sector pesquero (sí el mismo que también quieren borrar de la noche a la mañana).
Durante 15 días el servicio sanitario surcoreano se instaló en la Argentina, tras lo cual nuestro servicio de sanidad logró generar un proyecto de cooperación bilateral para el desarrollo de distintas acciones referidas a la fiscalización y al control de la pesca. Datos, no opinión.
Capítulo aparte para la acuicultura, la que parece que hoy va camino también a las actividades que se pretenden desechar, de hecho Bioeconomía ya no incluiría un sector que está en franco y paulatino crecimiento. Dicho de otro modo, tres años de trabajo intenso prácticamente tirado a la basura, pasando de la insipiencia y yendo a la desolación, donde quedarían los importantes desarrollos acuícolas vaya a saber uno en qué estado.
Nos consta que apenas recorridos minutos de esa inoportuna decisión, el sector se moviliza a través de comunicados para evidenciar a quien corresponda que estén cometiendo otro grave error. Ballesteros, intermediador entre SENASA de Argentina y los principales organismos de control de alimentos de los paises a los que nuestro país vende en el mundo, fue quien conoce cada establecimiento elaborador a la perfección, y su gente; pero además, cada planta procesadora del total de la flota congeladora.
Sin dudas, la merluza y el langostino, con fuertes barreras paraarancelarias en algunos paises, entre ellos Brasil y China respectivamente, fueron motivo de innumerables gestiones para que el sector pueda avanzar en la comercialización, aun cuando por razones netamente corporativas y comerciales, expusieron la calidad del producto argentino por sobre una descomunal barrera de impedimentos.
No se puede explicar, como funcionarios como el vice presidente actual de SENASA, M.V. Sergio Robert, pueda admitir una decisión de esta índole. Inexplicable. Deberá dar explicaciones cuando atienda su teléfono frente a la arbitrariedad y torpeza de esta decisión, que el sector debe aclarar.
Ballesteros es una persona proba e idónea en materia alimentaria pesquera, así lo hizo saber ayer a esta redacción más de una decena de personas de controles de calidad de empresas pesqueras con las que llamaron a esta redacción sorprendidos por esta desafortunada medida.
Un funcionario a tener en cuenta dentro del CFP, ya que el volumen de experiencia acumulada, la capacidad demostrada a lo largo de su carrera y el conocimiento de organismos internacionales de control de calidad en alimentos y cada uno de los establecimientos elaboradores de nuestro país, no pueden tirarse por la borda.
“Donde hay un pescado, ahí está SENASA y su Departamento de Inocuidad”, le dijo un funcionario hace algún tiempo a esta Editorial. Nada para agregar al respecto.
Hoy algo más del 90% de la producción pesquera argentina se exporta y aporta –como lo hizo en el último año- casi 1.800 millones de dólares. ¿Producto de qué? producto que hay un organismo sanitario que garantiza las condiciones que exigen los mercados de destino, algo sin dudas invaluable, gracias al conjunto de acciones público-privado.
Se cierra el ciclo de un funcionario que también el sector va a extrañar, donde la cordialidad, la predisposición y sobre todo su experiencia, se tiran por la borda. Así estamos, y vuelve otra vez a la memoria, aquella frase del genio Albert Einstein, «Hay dos cosas que son infinitas: el Universo y la estupidez humana, y de la primera no estoy muy seguro.»