La reciente propuesta del presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, contempla un aumento significativo de los aranceles a productos pesqueros provenientes de Canadá, México y China. Esta medida, de concretarse, afectaría importaciones por más de USD 5.600 millones, incrementando los costos de los importadores estadounidenses en aproximadamente USD 1.200 millones.
Anunciada el 25 de noviembre, la propuesta establece aranceles del 25% para productos de Canadá y México y del 10% para los de China, adicionales a los gravámenes ya existentes. Según Trump, estas medidas buscan presionar a estos países para abordar cuestiones relacionadas con la inmigración ilegal y el tráfico de drogas, factores que, en su opinión, justifican esta política comercial.
En 2023, Estados Unidos importó USD 25.300 millones en productos pesqueros, registrando un déficit comercial de USD 20.300 millones. Canadá, como principal proveedor, exportó productos por un valor de USD 3.620 millones, mientras que China y México aportaron USD 1.550 millones y USD 647 millones, respectivamente. Los productos canadienses, particularmente la langosta y el cangrejo de las nieves, serían los más impactados, con un aumento proyectado de costos de USD 904 millones. En el caso de México, las exportaciones de atún rojo fresco tendrían un impacto adicional de USD 161,8 millones. China, a pesar de enfrentar aranceles desde 2018, vería un incremento adicional de USD 153 millones en los costos para sus importadores.
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, expresó su disposición a dialogar de manera constructiva con Trump y adelantó que su gobierno considera la posibilidad de contraaranceles específicos. La industria pesquera de Canadá también analiza estrategias para mitigar los efectos de esta medida. En tanto, México y China, con economías dependientes del comercio pesquero, han manifestado inquietud ante el potencial impacto de estos aranceles en sus exportaciones hacia Estados Unidos.
En este contexto, Argentina se posiciona de manera ventajosa al no estar sujeta a estas nuevas medidas arancelarias. Esto abre una oportunidad para fortalecer su presencia en el mercado estadounidense y consolidarse como un socio estratégico en la provisión de productos de origen marino.
La implementación de estos aranceles podría generar una reconfiguración significativa del comercio internacional de productos del mar, afectando tanto a los países exportadores como a la industria estadounidense, que depende en gran medida de estas importaciones para abastecer su mercado interno.