Como habíamos publicado en PESCARE días atrás, esta tecnología será vital para concretar la misión, debido a que es la que provee de energía para el funcionamiento del satélite que tiene como objeto estudiar los océanos mediante equipos de alta eficiencia y resistencia a la radiación solar.
La misión satelital de nuestro país ha sido llamada SABIA-Mar, la cual está en etapa de fabricación, para lo cual la Comisión Nacional de Energía Atómica ya entregó a la Comisión Nacional de Actividades Espaciales dos de los cuatro paneles solares que llevará a bordo el equipo.
Estos paneles solares serán los que garanticen el funcionamiento de los instrumentos durante toda su vida útil, aunque el propio satélite cuenta con una batería que almacena energía para usarla cuando pasa por detrás de la sombra que proyecta la Tierra.
Desde el Departamento Energía Solar de la Comisión Nacional de Energía Atómica, afirmaron que “los módulos fotovoltaicos de este satélite son el proyecto de mayor envergadura en el cual estamos trabajando”.
La utilidad de esta misión está apuntada al estudio de los mares a nivel global, pero especialmente en las regiones costeras de Argentina y Sudamérica, lo que permitiría un mayor control de en varios aspectos, pero sobre todo en la flota pesquera, más allá de los amplios controles que realiza la Prefectura Naval Argentina como también hemos reflejado en nuestro portal.
Este nuevo sistema consta de cuatro paneles que miden 1,80 x 1,20 metros con un peso de 12 kilogramos, contando con una superficie de 10 metros cuadrados y 2400 celdas que generarán una potencia de 2400 watts.
Desde la misma CONAE informaron que “dos de estos paneles ya fueron finalizados y enviados al Centro Espacial de la CONAE en Córdoba para hacer los ensayos de ciclado térmico en vacío.
Los otros paneles aún están en el laboratorio de la CNEA en una etapa muy avanzada. Sólo falta hacer la medición eléctrica para verificar que generan la potencia para los cuales fueron dimensionados. En uno o dos meses estarán siendo enviados a la CONAE”.
Marcela Barrera se desempeña como física del Instituto de Nanociencia y Nanotecnología, que depende de la Comisión Nacional de Energía Atómica, quien se refirió al proyecto comentando: “Para las espaciales deben cumplir requisitos como la alta eficiencia, para proveer potencia a todos los instrumentos del satélite donde están instaladas, y resistencia al daño por radiación, dado que en el ambiente espacial hay partículas cargadas que pueden dañarlas. Además, no deben degradarse por otros factores y tienen que ser estables en el tiempo. Les hicimos mediciones eléctricas y funcionan, se comportan como una celda solar. Ahora buscamos introducir mejoras en el proceso de fabricación para optimizar sus parámetros eléctricos”.
SABIA-Mar es el segundo proyecto espacial orientado al estudio del mar que realiza la CONAE. El primero fue el satélite SAC-D/Aquarius, puesto en órbita en el año 2011, en el marco de un programa de cooperación entre la agencia espacial argentina y la NASA.
A través de esta misión se lograron crear mapas de la salinidad superficial del mar a nivel global, lo cual constituyó información sin precedentes para el estudio del cambio climático del planeta, permitiendo además mejorar los pronósticos climáticos regionales, generar información de relevancia para el seguimiento de la dinámica de glaciares en la Antártida, seguir la evolución de huracanes en el Océano Atlántico y el derretimiento extremo de hielo superficial ocurrido en Groenlandia en 2012, entre otras observaciones importantes.
El ingeniero Nicolás Renolfi explicó que “SABIA-Mar aportará información muy valiosa sobre el mar argentino y para la gestión de los recursos pesqueros. Hoy estamos avanzando en la Revisión Crítica de Diseño de la Misión (SABIA-Mar Mission CDR), un análisis técnico multidisciplinar para consolidar el diseño y verificar que se pueda cumplir con los requisitos establecidos para la misión”.
“Esto implica al Segmento de Vuelo constituido por la plataforma de servicios y los instrumentos/carga útil del satélite y todas sus unidades de hardware y software, al Segmento de Tierra, a cargo de la operación y comando del satélite, y al Equipo de Ciencia, que se ocupa del desarrollo de los productos derivados de la información que obtendrá el satélite”.
Es tan importante el uso que tendrá para la actividad pesquera ilegal en nuestro mar, que el satélite podrá utilizar una cámara de alta sensibilidad capaz de observar luces nocturnas de pesqueros extranjeros no autorizados para realizar la explotación en alta mar.
El satélite llevará a bordo un conjunto de cámaras sensibles a los rangos de luz visible e infrarrojo, además de un sistema para la recolección de información de plataformas terrenas localizadas en zonas remotas y un detector de partículas de alta energía para la detección de la radiación espacial.
De la misma manera dará la posibilidad de monitorear la región costera argentina y sudamericana con una resolución espacial de 200 metros.
“La red SABIA-Mar estará formada por dos satélites, uno argentino (SABIA-Mar 1) y otro brasileño (SABIA-Mar 2), que serán fabricados por cada uno de estos países. Los satélites llevarán a cabo estudios y monitoreos de ecosistemas oceánicos, ciclos del carbono y hábitats marinos. La información recabada servirá para la industria pesquera, protección del mar argentino y el cambio climático”, manifestó Renolfi.