La reciente decisión de YPF de aplicar una reducción del 4% en el precio de los combustibles a partir del 1° de mayo representa un alivio sustancial para los sectores productivos primarios de la Argentina, particularmente para la industria pesquera, históricamente relegada en la configuración de prioridades de la política económica nacional.
En un escenario donde los índices de inflación se mantienen elevados, y los costos logísticos y de insumos continúan presionando la rentabilidad del sector, la baja del precio del gasoil —recurso clave para la operatividad de la flota— constituye un gesto tangible hacia la recomposición de la ecuación económica del sector. Este ajuste, aunque moderado, introduce un respiro genuino en un esquema de producción cada vez más tensionado por variables externas e internas.
Los buques pesqueros, cuya actividad depende por completo del gasoil, deben enfrentar extensas jornadas de navegación desde puertos como Mar del Plata hacia los caladeros al sur del paralelo 47°S. El combustible no solo se destina a motores principales, sino también a generadores, equipos auxiliares y toda la cadena de soporte logístico: transporte, mantenimiento, fletes. Cada litro de gasoil consumido en el fondo se traduce en un tramo más hacia la generación de empleo, divisas y desarrollo para una industria pujante que muchas veces no tiene la prensa que merece.

En el marco de las acciones orientadas a fortalecer la competitividad del sector pesquero, el Subsecretario de Recursos Acuícolas y Pesca, Juan Antonio López Cazorla, sostuvo intercambios institucionales con el presidente y CEO de YPF, Ing. Horacio Marín, en los que se abordó la posibilidad de revisar la actual composición del componente impositivo y de costos incorporado al precio final del gasoil destinado a la actividad. La propuesta se inscribe en una lógica de eficiencia económica, tendiente a mejorar los márgenes operativos mediante una adecuación fiscal y tarifaria que permita amortiguar asimetrías estructurales y avanzar hacia esquemas de mayor equilibrio en la formación de precios para la producción primaria extractiva, en un esfuerzo por ayudar a encontrar la rentabilidad perdida del sector.
Según estimaciones de cámaras empresarias, el gasoil puede representar entre el 20% y el 30% del costo total de producción de un buque, dependiendo del tipo de especie capturada, la capacidad de bodega y la distancia del caladero. En consecuencia, una baja del 4% puede traducirse en cientos de miles de dólares anuales en ahorro para muchas empresas, dependiendo del tamaño y el segmento de la flota.
Pero más allá del impacto económico directo, esta medida envía un mensaje simbólicamente poderoso: reconoce a la pesca como un eslabón esencial en la matriz productiva nacional. Al igual que la agricultura durante la cosecha gruesa, la pesca transita actualmente etapas clave del calendario biológico de especies de alto valor como el langostino y la merluza, cuyo aprovechamiento óptimo exige eficiencia energética y precisión logística.
Invertir en la pesca es invertir en soberanía, empleo y desarrollo federal.
La decisión de YPF de aplicar esta reducción se apoya en una lectura sofisticada de variables macroeconómicas y del entorno internacional. En abril, el precio del crudo Brent —referencia global para el mercado local— descendió desde los 75 a los 64 dólares por barril. Este comportamiento se vio influido por la desaceleración de la demanda global producto del endurecimiento arancelario en economías centrales. A nivel local, el reordenamiento del tipo de cambio bajo un régimen de bandas implementado por el Gobierno Nacional permitió estabilizar el dólar, lo cual aporta previsibilidad a las estructuras de costo internas.
En este contexto, YPF ratifica su compromiso con la competitividad del entramado productivo nacional, respetando los acuerdos de precios y asegurando el abastecimiento de combustibles en condiciones más accesibles para sectores estratégicos.
Argentina necesita políticas y entornos amigables con la actividad productiva e industrial acordes a modelos que buscan la eficiencia como motor hacia la competitividad. De hecho lo que mueve a un país que desea jactarse de productivo y exportador, son las empresas. Estos beneficios, son apenas un gesto en el sentido de eficiencia y búsqueda de competitividad. En una nación agroexportadora, el combustible no puede ser visto simplemente como un costo: es la energía vital que impulsa la producción, la industria, el empleo, las exportaciones y, en definitiva, la generación de riqueza para su gente.