Se suman maniobras fraudulentas en la comercialización de langostinos en la ciudad de Rawson. Dicen que se trata de una modalidad denominada “hormiga”.
De acuerdo a lo informado por las autoridades chubutenses, tras realizar distintos trabajos de investigación, la policía de la provincia de Chubut y la municipalidad de Trelew allanaron un establecimiento que funcionaba como planta procesadora de langostino, la que luego de ser verificada fue clausurada.
El principio de la investigación fue como consecuencia de una denuncia que se presentó en el Juzgado de Faltas por la propia Secretaría de Pesca, ante la observación de obreros que no se encontraban registrados correctamente y los cuales procesaban materia prima para ser trasladada luego a otras ciudades argentinas.
En declaraciones públicas, el secretario de pesca chubutense Andrés Arbeletche manifestó que “son plantas que compran pescado robado, lo procesan, lo congelan y luego lo comercializan. Es pescado que sale de los barcos producto de ‘robos tipo hormiga’, lo consiguen de a poco y generan mucho volumen para venderlo en otras provincias”.
Evidentemente esta modalidad no se ha extinguido con la llegada de las nuevas autoridades, dado que la tan pretendida trazabilidad en la pesca argentina no se cumple de ninguna manera, siendo llamativo que se trata de volúmenes importantes de capturas.
“Esto es una práctica que tiene casi 20 años, desde siempre, en la cual sale pescado de contrabando desde el puerto y se termina vendiendo en plantas clandestinas. El gran problema es que genera una competencia desleal con las plantas que trabajan todo en regla, por eso lo atacamos constantemente”, le dijo hace pocos días el Dr. Arbeletche a PESCARE.
Se habla que durante la inspección ocular que realizaron las autoridades y que derivaron en la posterior clausura, se observaron que dentro mismo del lugar de procesamiento había perros y la higiene directamente no existía, incluso en condiciones sanitarias peligrosas para las propias personas que allí trabajaban.
De acuerdo a fuentes de información en el lugar, el langostino que allí era procesado, el mismo era congelado, para luego ser transportado en camiones hacia la provincia de Buenos Aires, especulándose que su destino es Mar del Plata.
Hoy los controles bromatológicos en las rutas de acceso a la ciudad balnearia son “un colador”. El ingreso sea tanto por las rutas 11, 226, 88 y autovía 2, no tienen ningún tipo de restricción salvo en días de vísperas de feriado o en controles aleatorios, los cuales no son lo rigurosos que deberían ser, si es que se quiere hacer la ya olvidada trazabilidad de los productos pesqueros.
Si alguien lo vende es porque alguien lo compra, sería tal vez la reflexión al respecto. Los calculados 20 millones de pesos que tiene el costo del langostino decomisado en Chubut algún destino tenía, pero de esa parte nada se dice y nadie quiere revelar como es el sistema en un mercado negro donde son más los que se escandalizan que los que pretenden hacer las cosas bien, generando como señaló el funcionario chubutense, en una competencia totalmente desleal.
No solo langostino sin trazabilidad fue encontrado en la ciudad de Rawson, sino también otras especies como calamar, pulpo y anchoa.
En apariencia y luego de realizarse los controles sanitarios correspondientes, la mercadería incautada se encontraba en perfectas condiciones a pesar de las ausentes condiciones sanitarias del lugar allanado, por lo que la autoridad de Chubut, procederá a la subasta de la materia prima, donde el dinero recaudado ingrese a las arcas oficiales, ya sea municipales o provinciales tal como se tiene previsto.
Caben destacar dos situaciones, en principio toda vulneración a la reglamentación debe ser penalizada, máxime cuando se trata de alimento, pero a decir verdad, se están detectando granos de arena y no el Sahara. Las actuales autoridades políticas de la administración pesquera debiesen investigar cada descarga anual de cada buque de la flota chubutense desde principios del año 2018 y cotejarlo con su permiso de pesca, ese es el objetivo que nadie desea tocar, pues quedaría expuesto un sistema más cercano a una banda delictiva con raíces insospechadas que un desliz en los controles, que no los hubo.
Al margen de ello, anticipamos que en Mar del Plata a partir del mes de abril se llevarán adelante inspecciones a innumerables plantas clandestinas del bajo fondo paralelamente con personal del Ministerio de Trabajo, Municipalidad, SENASA y Bromatología para comenzar poniendo en regla la proliferación de plantas que procesan productos de origen marino sin las pertinentes habilitaciones, violando la reglamentación pero exponiendo productos alimenticios a condiciones sanitarias calamitosas, y además, fomentando una distorsión y competencia desleal para quienes están enmarcados con el rigor de la normativa.
Peor aún, pescado y marisco sin ningún tipo de trazabilidad ni registrado para la AFIP, al final de su destino termina siendo exportado, en una ingeniería de la viveza criolla que se debe desterrar en estas latitudes, donde no solo se compromete la planta apócrifa de procesado sino los buques y transportes que llevan la materia prima a esos destinos.
Sin embargo, una pregunta surge en nuestros corazones palpitantes: ¿será esta una verdadera lucha contra la viveza criolla o solo una cacería de chivos expiatorios?