De acuerdo a las especies a capturar es de donde surgen las ocupaciones, pero sobre todo las preocupaciones. Por un lado el mal tiempo que no ayuda a la pesca de anchoas y como condimento una frase dicha a PESCARE en el propio muelle: “pescado hay, pero no lo pagan, así no podemos ir a buscarlo. Además todo lo que han traído del sur…”, sentencia el viejo conocedor del sector (la historia de siempre).
Claro que no son todas malas. Por otro parte, el magrú –la consabida caballa-, continúa como hace dos semanas cuando comenzaron con la pesca, con un aumento superlativo y que favorece al sector conservero.
Desde hace una semana las diez embarcaciones que “estaban a magrú”, arribaron con sus bodegas completas, con la única complicación del “fin de semana largo”, que a nivel industrial trae alguna complicación pero sin mayores preocupaciones.
El “rebote” de al menos 10 embarcaciones va marcando un rumbo deseado y buscado, tanto para el trabajo a bordo como para el trabajo en tierra.
Los parámetros comparativos con lo sucedido entre 2021 con respecto a la pesca de la caballa (tanto al norte como al sur del 39), arrojaron 5.425,8 toneladas, mientras que en lo que va de este 2022 –datos tomados hasta el último 17 de agosto- marcan ya que se han desembarcado 1.942,4 toneladas, abriendo un panorama de muy buenas expectativas, algo que no había sucedido durante el año pasado, donde se llegó hasta hablar de desabastecimiento, que afortunadamente no ocurrió.
Como siempre la duda se plantea en el tiempo de duración de esta buena pesca que se está registrando por estos días, pensando en lo que ocurrió el año próximo pasado, donde, por factores que no se pueden determinar, la temporada comenzó lenta y “se cortó”.
Ergo: sin materia prima, se pensó en el desabastecimiento.
A raíz del fracaso de la temporada del año anterior, en estos momentos hay una demanda muy alta de parte del mercado, ya que eso posibilitó que el sector conservero se quedó sin caballa prácticamente sobre “Semana Santa”, por consiguiente, como viene ocurriendo desde hace varios meses, al no haber materia prima y ante la demanda insatisfecha, se elevaron los números de requerimientos.
En la Argentina, la caballa es un producto de alta demanda, sobre todo en el norte del país, donde se registra un alto consumo del producto.
PESCARE consultó a Emiliano Rosso Quesada gerente de la empresa de conservas Marechiare, sobre el producto terminado y puesto en las propias góndolas de ventas, con el incremento generalizado de todos los productos y particularmente del rubro alimenticio.
“En un principio, porque existe una demanda real insatisfecha que se viene arrastrando, haya un ‘pico’ alto de consumo. Puede que después caiga un poco, que no se sostenga. Esto ocurre también porque tanto empresas como comercios de cercanía no se stockean mucho y además por cuestión financiera”.
“Con respecto a los precios, en un principio no va a afectar, pero al cubrirse de la demanda insatisfecha que te mencionaba, ahí sí se va a poner un poco más difícil. Nadie puede decir lo que va a costar la caballa el mes que viene”.
Otra de las variables a las que se enfrenta el sector de las conservas son los insumos, donde tampoco hay una línea a seguir respecto a los costos que deben afrontar.
“Nadie puede decir cuánto va a salir la lata, el aceite –que está atado al valor de la soja-. Tal vez hoy por hoy la caballa es lo más predecible, porque ya está acordado un precio con los armadores y eso se mantiene. Te diría que si hay mucha materia prima, hasta podría bajar el precio o al menos no va a subir si es que hay mucho”, cuenta Rosso Quesada.
“Otro insumo que es muy complicado es el aceite que sube cada quince días, atado al valor de la soja y al valor del dólar. Las latas, o sea la hojalata, está atada al valor del dólar. Es un valor en dólares, pasados a pesos, con lo cual sube el dólar y sube el costo de la lata”.
La mano de obra, pieza fundamental en el entramado se enfrenta también a otros puntos, que tal vez no sean conflictivos, pero sí al menos de discusión.
“Se termina el período de paritarias ya cerrado y ahora viene una revisión. Tenemos que ver que nos solicitan a partir de septiembre/octubre”.
Mediante la Ley 27.642 y su Decreto Reglamentario 15/22, a partir del 20 de agosto en la Argentina, comenzó a regir la Ley de Promoción de la Alimentación Saludable, más conocida como ley de Etiquetado Frontal.
Esta normativa obliga a la industria alimenticia a colocar en sus envases y paquetes la información sobre el contenido de exceso en azúcares, grasas totales, grasas saturadas, calorías y sodio.
Consultado también sobre este tema y para conocer como lo implementará Marechiare, su gerente nos comentó que “la empresa ya lo tiene previsto, nos pusimos en tema, pero al ser una PyME y estamos dentro de ese convenio, tenemos un plazo mayor para realizar el etiquetado frontal. Nosotros por ejemplo hasta agosto del año próximo no tenemos la obligación de colocar esas etiquetas, por eso con la presente temporada de magrú, vamos a dejar todo como está y vamos a ir progresivamente con el etiquetado frontal –los octógonos que marca la ley- a partir del año que viene. Nosotros tenemos una gran variedad de productos y se ha planificado convenientemente para hacerlo, no solo para cumplir con la ley, sino porque es un valor agregado para el consumidor”.