El Astillero Contessi muestra nivel pleno de actividad. Por estos días, tres buques se están construyendo simultáneamente. “Esta es la música que más me gusta”, esboza su director, Domingo Contessi, en la nave donde se oye el repiqueteo de martillos sobre chapas y el contacto de las soldadoras.
Una de esas unidades, un clásico costero de 19 metros de eslora que fue financiado por Iberconsa, ya tiene fecha de botadura: será el próximo 30 de noviembre. De aquí se irá para Rawson. Mientras tanto, avanza el armado del “Federico C”, el congelador tangonero de 40 metros para el propio Grupo Veraz.
El tercer barco es un fresquero de 25,5 metros, un metro más chico que el recientemente botado “Acrux”, que también tiene destino patagónico. “Estamos atravesando un muy buen momento; aunque hay temas que nos siguen preocupando”, reconoce Contessi en el inicio del diálogo que mantuvo con Pescare.com.ar.
– Hace tiempo que el sector no tenía este nivel de demanda, ¿cómo lo están encarando?
– Sí, vamos a terminar el año con tres botaduras y, si Dios quiere, para 2019 ya tenemos cinco botaduras confirmadas. En este contexto, tenemos previsto ampliar las instalaciones operativas, hacer un área nueva de oficinas y vestuarios. Esto nos va a permitir construir cuatro barcos simultáneamente. Luego, en una segunda etapa, tenemos previsto hacer un nuevo galpón de 75 metros de largo por 20 de ancho con salida directa al mar para construir barcos aún más grandes. Estamos hablando de barcos de 75 metros de eslora.
– ¿Tenés luz verde para avanzar con esa obra?
– El proyecto está aprobado, pero esto es más complicado porque va a ser una instalación especial totalmente techada, con el suelo inclinado y acceso al mar. Será necesario dragar la zona y ver qué hacemos… un railway, un varadero, todavía no lo tengo definido. También venimos llevando adelante un proceso de inversión en maquinaria que es muy grande. A principios de año, nos llegó un torno de volteo chino, único en la Argentina, para hacer los conos de las hélices. Ahora, estamos comprando otro para los ejes de cinco metros de largo. Además de otra plegadora, renovamos todo el parque de soldadoras, estamos comprando un puente grúa de más de veinte toneladas. Nos estamos jugando con todo a esto.
– El langostino aparece como la especie que tracciona las construcciones. ¿Hay lugar para otro tipo de proyectos?
– El buen momento del astillero se debe básicamente al langostino y al nivel de obsolescencia que tiene la flota, pero hay lugar para otros. Tengo dos clientes que tienen proyectos aprobados, pero no les puedo empezar el barco porque en esta coyuntura tengo que priorizar a quien me financia la construcción. Después hay otros elementos que son para destacar.
– ¿A qué te referís?
– La Subsecretaría de Pesca (de la Nación) y el Consejo Federal Pesquero destrabaron algunos proyectos de reemplazo. Más importante que esto fue la publicación del decreto 1205/16, el cual establece que cuando alguien quiere importar algún bien de capital usado se le consulta a la industria si hay fabricación nacional; y si la hay, no se autoriza. La Secretaría de Industria está haciendo una aplicación muy responsable de este decreto. Donde antes había miles de fisuras, hoy no las hay, lo cual no quita que sigue habiendo presiones de los armadores por traer buques usados. Nos preocupa mucho que está política pueda cambiar en el futuro porque cambiaría por completo el panorama. Si empiezan a filtrarse excepciones, se genera un ánimo en el armador de imitar esa conducta.
– Entiendo tu interés, pero ¿por qué no podrían convivir nuevos y usados en el mercado?
– El usado te termina devastando las bases de cualquier industria. Si nos abrimos a eso, no hay industria que pueda subsistir. Me preocupa que se empiecen a otorgar excepciones de importación porque me estoy preparando para dentro de cuatro o cinco años poder construir barcos de 70 metros. No quiero tirar cinco o diez millones de dólares a la basura. Hace un año atrás tenía 47 empleados en relación de dependencia; hoy tengo 66. El año que viene voy a tener cien, si va todo bien. Este mismo proceso lo están viviendo nuestros proveedores, toda la cadena y otros astilleros. Río Paraná Sur está construyendo cinco barquitos de 9,90 metros de eslora; SPI hizo el suyo recientemente, TPA está trabajando en el proyecto de un barco más grande.
– En esto también hay un riesgo empresario que es parte de la actividad, sobre todo en una como esta asociada a recursos naturales que son oscilantes…
– Justamente el barco usado va al meollo de esa cuestión. Es totalmente distinto el respeto que vos tenés sobre el caladero, sobre el país, sobre la industria cuando invertís en un barco nuevo. El barco usado lleva implícita una mentalidad de corto plazo. Con un barco nuevo se piensa en el período de amortización, que puede ser de diez años. La mirada de corto plazo es la que nos termina condenando.
– ¿Qué fue lo que viste en tu reciente paso por Noruega? ¿Cómo trabajan ellos?
– Los barcos que ellos hacen de 40 o 50 metros son barcos que adentro tienen tecnología de 20 o 30 millones de dólares. Esa tecnología se puede incorporar a cualquier tipo de barco. Lo que hoy no está es el mercado que piensa mucho en eso. Hoy hacer un tangonero congelador que tiene que funcionar con 35 personas adentro en el mundo moderno es una locura. Tienen barcos automatizados que pescan 80 toneladas/día con nueve personas a bordo. Es hacia donde va la industria.
– ¿Cuáles consideras que son las fortalezas y debilidades de nuestra industria naval?
– En precio estamos mejor que España y mucho mejor de lo que es Noruega, Francia… Respecto a China, estaremos un poquito arriba. En términos de costos estamos bien.
– ¿Los problemas siguen siendo la ausencia de herramientas de financiación?
– Para una parte de la flota, sí. Hoy los barcos que estoy vendiendo, los estoy vendiendo prácticamente de contado. Pero si buscamos una real renovación de la flota, necesitamos financiación, además de incentivos. Hay voluntad de reemplazo entre los armadores. Yo recibo semanalmente clientes que tienen barcos para reemplazar pero todavía se encuentran con muchos obstáculos (burocráticos). De todas maneras, estamos trabajando con la Subsecretaría de Pesca en dos instrumentos: hubo una mejora de la hipoteca naval que pasó del octavo al tercer grado de privilegio, que eso para el banco la hace más atractiva; pero aún así no es considerada una garantía preferida. Ahora, la Subsecretaría de Pesca y la Secretaría de Industria hicieron una presentación conjunta ante el Banco Central para solicitar que la hipoteca naval sea considerada garantía preferida B. Esto la haría un poco más atractiva.
– ¿Qué mirada tenés sobre proyecto de ley que presentó Solanas en Senadores?
– Algunas cosas nos parecen muy buenas, otras inaplicables; por ejemplo, cuando se prevé decretar la inactividad tras dos meses. Es por falta de conocimiento del sector. También nos parece inaplicable en este contexto la Ley de Vida Útil Máxima. Adherimos al concepto para el largo plazo, pero la realidad es que no tenemos forma hoy de aplicarlo por la demanda de barcos que generaría. Sí nos parece muy positivo el concepto de premios y castigos para la renovación de la flota. Una política de incentivos que diferencia la construcción en el país de las importaciones.
El director del astillero, Domingo Contessi, adelanta que el 30 de noviembre bajarán un costero, describe planes de ampliación, y se manifiesta contra la importación de barcos usados.
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