La crisis estructural que afecta a la industria pesquera en Mar del Plata ha alcanzado un punto crítico con el cierre del frigorífico Sur Trade. Más de 140 trabajadores han quedado desempleados tras la decisión de la empresa de cesar sus actividades y negociar las indemnizaciones con los obreros de las cooperativas que tercerizaban el reproceso de materia prima.
El sector viene atravesando meses de profunda inestabilidad, con una pérdida progresiva de rentabilidad que ha tornado inviable la continuidad de muchas empresas.
La Cámara de Frigoríficos Exportadores de la Pesca ya había alertado sobre la inminencia de este desenlace, advirtiendo que la actividad se encuentra en una situación de » no retorno «. Lo que parecía una advertencia en el comunicado de la cámara exportadora se ha transformado en una realidad tangible, con el impacto directo sobre cientos de familias que dependían de estos puestos de trabajo, y lo que es mas lamentable aun, migrarán a un modelo de precarización laboral generando una competencia desleal contra quienes con esfuerzo a diario sostienen una actividad que termina por ser inviable, tal lo anticipado hace meses por este medio.
El impacto del cierre y la incertidumbre laboral
La planta industrial de Sur Trade, ubicada en la Avenida Edison entre Guanahani y San Salvador, era un eslabón fundamental dentro de la estructura productiva del sector. » Su cierre no solo implica la pérdida de empleos directos, sino que también afecta a varias cooperativas como Cabo Corrientes, Rosamar, Costa Galana y Cruz del Sur, cuyos trabajadores dependían de la producción del frigorífico «, nos indicó ayer una fuente cercana a un ex titular de la firma.
El panorama en otras plantas no es menos desolador. Según supo esta redacción, son varias las empresas cuyos empleados han sido relegados a la garantía horaria, un síntoma claro del colapso económico que enfrenta la industria actual y a futuro; » pagar por no producir termina siendo un prolongador de la agonía, todos sabemos como termina la película, lamentablemente «, enfatizó la misma fuente.
Las empresas, que han diversificado su producción para reducir su dependencia de la exportación de pescado, enfrentan un año aún más complicado que el anterior, con pérdidas sostenidas y una drástica reducción en su nivel de actividad que tampoco se suple pagando menos el pescado en la boca de bodega, donde también se trasladaron los problemas en todo el sector pesquero. » La actividad del fresco,-como están dados los mercados internacionales, el Tipo de Cambio y la presión tributaria-, no cierra, es inviable y esto recién empieza «, decía un gerente de cámara consultado ayer a última hora de la noche. Lo veníamos adelantando en notas de editorial desde febrero pasado, hoy la realidad supera cualquier escrito.
» El mercado internacional no paga, no demanda y de allí para atrás, todos los eslabones de la cadena terminan en quebranto. Las pruebas están a la vista para quienes lo quieran ver. Nosotros lo planteamos en reiteradas oportunidades, incluso lo dijimos frente a funcionarios del sector, pero siempre estuvieron más preocupados en las cuotas de merluza común y su recaudación que en ver la matriz inviable del negocio. Vamos a terminar todos fundidos y trabajando «, terminó cerrando de manera contundente un armador en el muelle ayer por la noche, cuando contabilizaba más de 20.000 cajones de merluza en varios barcos arribados al puerto cuyo precio no termina de frenar la derrapada.
Desinterés gubernamental y consecuencias sociales
Fuentes del sector han manifestado su profunda preocupación ante la indiferencia del gobierno nacional, que ha mostrado una absoluta falta de respuesta frente a la crisis. Empresarios y gremios coinciden en que la ausencia de medidas concretas para sostener la rentabilidad del sector podría derivar en un problema social de gran magnitud.
El cierre de Sur Trade es un síntoma de un problema más amplio. La falta de rentabilidad y la ausencia de incentivos han desmotivado la inversión, dejando a la industria pesquera en un estado de vulnerabilidad extrema con una presión tributaria atroz para la matriz de negocio actual. Sin políticas públicas que atiendan las necesidades del sector, los despidos y el cierre de empresas podrían multiplicarse, arrastrando consigo a una parte esencial de la economía marplatense.
El desenlace de esta crisis no solo impactará a los trabajadores y empresarios del sector pesquero, sino que tendrá repercusiones en toda la comunidad, agravando aún más el ya delicado panorama social y económico de la región donde la pesca representa el 56% del PBI de Mar del Plata.