La Seafood Expo Global Barcelona 2025, celebrada esta semana en la Fira de Barcelona, constituye mucho más que una exposición internacional de productos del mar. Es, en los hechos, el gran mercado planetario donde las estrategias empresariales se contrastan con la realidad de la demanda global, y donde los países exhiben no solo sus productos, sino también el estado de salud de sus industrias.
En este contexto, la delegación argentina —agrupada bajo el emblema Mar Argentino, Salvaje y Austral— se presenta en medio de una paradoja que resulta tan evidente como inquietante: mientras ocupa un lugar visible en el circuito internacional, puertas adentro atraviesa una crisis profunda que amenaza su continuidad productiva.
En la madrugada de hoy, un grupo menor a 25 referentes del sector dirimieron después de 5 horas en el enclave pesquero más importante del lustro, la política a seguir respecto al segmento del complejo langostinero argentino. En un reservado privado de las salas del Meeting Room de la Fira de Barcelona, Ceo´s y representantes de empresarios del sector langostinero definieron la política a seguir. Poco se sabe al momento de lo acordado, solo un escenario es claro, » no se puede salir a pescar para perder dinero «, de allí en más, tantas cabezas como ideas surgen de como llegar a compatibilizar costos con un alicaído mercado afectado por el cultivo que terminó desterrando la calidad, por el bolsillo; y con Él, la necesidad de encontrar un modelo productivo acorde a lo que puede pagar la demanda. No es fácil el ejercicio, más cuando se debe hablar de costos, finanzas y valores económicos para quienes solo están preparados para pescar. El mercado expondrá al limite para una gran evolución de la empresa pesquera, y lo que hoy es tomado erróneamente como crisis pesquera, es un oportunidad de proyectar el futuro próspero y dinámico de la actividad. Solo hace falta historia, capacidad y tiempo.
La pesca es el octavo complejo exportador de la Argentina. Genera divisas, trabajo y desarrollo, abastece a más de 112 mercados en el mundo, emplea directamente a 45.000 personas y moviliza más de 100.000 personas a lo largo de la costa argentina. No obstante, el marco económico mundial de la demanda que condiciona la actividad ha producido un escenario que topa con la rigidez de un modelo de costos que impacta en la rentabilidad del sector. Los actores del sector saben que como hoy, como está diseñado el modelo y los esquemas de costos, la ecuación es inviable y los márgenes de utilidades son escasos y hasta negativos.
Una presencia sólida en Barcelona, una estructura paralizada en casa
En esta 31ª edición de la feria —la más relevante del sector a nivel global, con 2.187 empresas expositoras de 87 países y más de 35.000 asistentes previstos—, la representación argentina fue encabezada por el subsecretario de Recursos Acuáticos y Pesca, Juan Antonio López Cazorla, y la consulesa general en Barcelona, Rossana Surballe. La comitiva incluyó a funcionarios del Consejo Federal Pesquero, autoridades provinciales y buena parte del entramado empresario nacional: desde grandes firmas hasta cooperativas y compañías independientes de distintas provincias.

Sin embargo, la solidez de esta presencia contrasta con una realidad doméstica marcada por la parálisis. Toda la flota congeladora tangonera permanece amarrada. Gran parte de la flota fresquera de altura con senda nota suscripta por 5 cámaras representativas del sector también ha decidido no registrar operaciones de pesca apenas se abra aguas nacionales, —al menos en el papel—, pero convergen en un punto estructural: los costos han sobrepasado cualquier lógica operativa.
Costos laborales, presión fiscal y competencia internacional

Los empresarios coinciden en que el principal factor que torna insostenible la actividad es el peso del costo laboral, que representa aproximadamente el 56% del gasto total por buque. A esto se suma la carga de derechos de extracción y la falta de incentivos fiscales o financieros para compensar las distorsiones que afectan a la cadena productiva.
No se trata de una crisis coyuntural: es un desfasaje de fondo entre la estructura de costos y la dinámica de precios internacionales. El sector pesquero no readecuó los costos internos a los precios que está dispuesta a pagar la demanda. No es crisis pesquera, sino falta de capacidad para readecuar costos que paga el sector, donde lo financiero quedó de lado y lo operativo impacta en sus arcas de manera certera. No hay rebusques, ganar de lo estrictamente operativo goza de una inventiva de costos que el sector aún no tiene en un marco de exacerbaciones de lo que paga en el puente y en las máquinas, rompiendo toda ecuación histórica de liquidación a la parte.
El problema se agrava por la creciente presión del langostino de cultivo asiático y ecuatoriano, cuya estabilidad de oferta y bajo precio comienzan a consolidarse en los mercados donde históricamente dominaba el PREMIUM, salvaje y natural argentino. En el primer día de feria, la demanda fue intensa, pero también reveladora: los compradores analizan con frialdad, comparan con rigor y presionan sobre los valores. No hay mercado fluido con los precios que ofrece argentina. Al menos 18 meses se necesitan para una recomposición de fuste.
El futuro inmediato y el riesgo de colapso en tierra
La parálisis de la flota implica consecuencias inmediatas en tierra. Si no hay desembarcos, no hay materia prima. Y si no hay insumos, las plantas procesadoras —especialmente en Chubut, Santa Cruz y Buenos Aires— verán reducida su actividad a mínimos históricos. Se prevé que no se convocará personal de relevo en buques, ni eventual ni temporario para la temporada invernal en plantas procesadoras continentales, lo que implicará miles de empleos perdidos y un impacto social significativo en regiones donde la pesca representa una de las pocas actividades productivas relevantes, como Puerto Madryn, Rawson y otras localidades de fuerte presencia del marisco.
Desde el sector empresario no se espera que el gobierno nacional intervenga con medidas fiscales o financieras que alivien la situación. Tampoco se vislumbran avances en la negociación con el gremio de la marinería, que no ha mostrado señales de flexibilizar su posición ante los planteos de las cámaras empresarias. El sistema cruje.
Unidad empresarial, incertidumbre política
Frente a este escenario, lo más relevante —y posiblemente lo más inédito— es el nivel de cohesión que ha alcanzado el sector privado en una clara posicion que el celebre Jorge Luis Borges interpretó claramente y que tiene gran validez » los une el espanto «, efectivamente, cámaras históricamente divididas han logrado articular una posición común: no volverán a zarpar hasta que se revisen los valores de referencia para la producción y se reconfigure el esquema de costos. El consenso no es menor: en una industria históricamente fragmentada, hoy prevalece una estrategia conjunta basada en la necesidad de preservar la sustentabilidad económica del modelo. Sin rentabilidad no hay empresa, y sin empresa no hay trabajo. O se evoluciona a un modelo que cierre para todos o la actividad verá en el langostino un producto que quedará perdido en el olvido, como el caracol, el pargo, la misma cime di rape o hasta el balero, por falta de interés de la demanda, se extinguió la oferta y con ella, toda una actividad.
La cuestión de fondo ya no es si hay crisis, sino cómo se la enfrenta y se la doblega. La pesca argentina está frente a una bifurcación crítica: o logra una reestructuración realista de su matriz de costos y políticas de incentivo, o quedará atrapada en un modelo operativo que, aun con presencia internacional y demanda asegurada, no puede sostenerse por falta de rentabilidad. Y sin rentabilidad no hay producción ni industria ni trabajo ni empleo ni impuestos como sin trabajadores no hay industria posible.
Conclusión: el valor estratégico del mar
La Seafood Expo Global 2025 ofrece a la Argentina una oportunidad singular para releer su posición en el mapa marítimo mundial. Pero esa lectura debe hacerse con honestidad. La presencia en ferias, las cifras exportadoras y la diversidad de mercados no bastan si el núcleo operativo del sistema está paralizado. La pesca no es solo una industria de alimentos: es una herramienta de desarrollo regional, un vector de empleo y una fuente clave de divisas. Hoy se dirimió el destino del futuro pesquero del complejo langostinero 2025, veremos los resultados en los próximos días.