El Atlántico Sur y el mar argentino se han convertido en zonas de gran valor estratégico y económico debido a su inmensa riqueza en recursos naturales, particularmente en lo que respecta a sus riquezas pesqueras y minerales. Las aguas que rodean las Islas Malvinas, la Zona Económica Exclusiva Argentina (ZEEA) y las áreas circundantes han sido durante mucho tiempo el centro de tensiones internacionales, donde actores globales como el Reino Unido, China y España buscan consolidar su influencia para aprovechar estos recursos.
Reino Unido y las Áreas Marinas Protegidas: Un control expansivo
El Reino Unido ha intensificado su control sobre el Atlántico Sur mediante la ampliación de Áreas Marinas Protegidas (AMP) que abarcan zonas de alto valor pesquero, especialmente alrededor de las Islas Malvinas y las Islas Georgias y Sándwich del Sur. Estas AMP, que el Reino Unido ha declarado unilateralmente desde 2011, tienen como objetivo proteger ecosistemas marinos, pero también aseguran el acceso a los recursos naturales que abundan en la región, como el krill y otros recursos pesqueros vitales como el caso de la merluza negra de valioso mercado internacional.
La más reciente expansión de la AMP, que incluye una franja de 164.000 kilómetros cuadrados en la zona, se extiende sobre partes de la Zona Económica Exclusiva Argentina y aguas internacionales adyacentes. Esto ha generado una fuerte reacción de Argentina, que considera estas acciones como una violación de su soberanía marítima y de los principios del derecho internacional. Mientras el Reino Unido justifica sus medidas bajo el pretexto de la conservación ambiental, muchos observadores ven estas expansiones como un intento de consolidar un control ilegítimo sobre el Atlántico Sur y sus recursos.
China y su ingreso al continente: Ofrecimientos de logística y asilo a su flota
Por otro lado, China, con su creciente poder económico y expansión internacional, ha mostrado interés en entrar al mar argentino bajo el pretexto de ofrecer mejores condiciones laborales a los trabajadores de puertos santacruceños. A través de acuerdos logísticos, China busca establecer una base de operaciones en el litoral de Santa Cruz, (lo había propuesto en Tierra del Fuego), lo que podría facilitar la presencia de su flota pesquera en las aguas del Atlántico Sur. Esta incursión está siendo vista con preocupación por algunos sectores, ya que se teme que bajo la fachada de «desarrollo local», China pueda estar consolidando una mayor presencia en las aguas cercanas a la ZEEA argentina, contribuyendo a la sobreexplotación de los recursos pesqueros, como el calamar Illex, sin los controles necesarios practicando operaciones de pesca desleal en competencia con los mismos mercados de consumo internacionales.
La posible alianza con los puertos santacruceños parece una jugada estratégica para China, que desea asegurar acceso a recursos pesqueros clave (de hecho ya lo hizo en Peru, bajo el mismo esquema argentino). Sin embargo, esta colaboración podría socavar la soberanía argentina, ya que no solo las flotas chinas operarían en la zona, sino que se integrarían dentro de un sistema logístico que favorecería a las embarcaciones extranjeras, dificultando el control argentino sobre sus propias aguas, no obstante garantizando la presencia y la sustentabilidad de su flota a más de 10.000 millas náuticas de su puerto base.
España y las joint ventures en Malvinas: Continuación de la pesca ilegal
España, por su parte, mantiene una presencia significativa en el Atlántico Sur a través de joint ventures con empresas de participación en las Islas Malvinas. Las flotas gallegas, que operan con licencias británicas, no solo pescan dentro de la ZEEA argentina afianzadas en sociedades argentinas, sino que también trasladan sus operaciones a las aguas linderas de la zona, donde pescan calamar Illex, loligo y merluza negra, aunque también especies protegidas por la legislación argentina vigente. Las joint ventures entre las empresas gallegas y las de las Malvinas han permitido la explotación de estos recursos marinos en competencia desleal con la flota argentina, que se ve limitada por las restricciones impuestas por el Reino Unido en la zona de exclusión Malvinas linderas a la zona de presencia de la codiciada merluza negra.
Aunque el gobierno argentino ha intentado plantear su posición en foros internacionales, la falta de una estrategia firme para contrarrestar estas acciones y la tendencia de algunos funcionarios a ignorar las implicaciones de la pesca ilegal en la región ha permitido que esta situación persista. Los intereses pesqueros españoles en las Malvinas han sido un tema delicado, pues las flotas españolas continúan operando, aprovechando las licencias británicas y ahora la sociedad mixta con un 51% de participación de sociedades isleñas para explotar recursos marinos transzonales cuyo Estado ribereño debiese ser suficiente marco legal para evitar su captura.
Un Escenario de riqueza y tensiones geopolíticas
La riqueza de los recursos del Atlántico Sur y el mar argentino, especialmente en lo que respecta a la pesca de especies como la merluza negra, hubbsi, abadejo, robalo y calamar Illex y loligo, ha hecho que estos mares sean objeto de un creciente interés y disputa internacional. El Reino Unido, a través de sus Áreas Marinas Protegidas, ha asegurado un control efectivo sobre estos recursos y otros como el krill, mientras que China busca aumentar su influencia en la región mediante acuerdos logísticos y pesqueros. España, por su parte, continúa afianzando sus posiciones a través de asociaciones con sociedades pesqueras de Islas Malvinas, explotando los recursos marinos de manera cuestionable.
Ante esta situación, Argentina se encuentra en una encrucijada, donde la defensa de su soberanía marítima y la protección de sus recursos pesqueros requieren una acción diplomática más firme, contundente y coordinada bajo la estructura de una política de Estado. El Atlántico Sur no solo es un espacio de vital importancia para la biodiversidad y la seguridad alimentaria global, sino también un escenario de tensiones geopolíticas que podría redefinir el equilibrio de poder en la región, por presencia, por proyección hacia la Antártida y sobre todo por el control del paso natural de los océanos Pacífico y Atlántico.
El Atlántico Sur es, sin lugar a dudas, un territorio de gran valor estratégico y económico de reservorio de proteínas salvajes de origen marino vital para la garantía alimentaria de la humanidad. Además, base de proyección a la Antártida y custodia natural del pasaje entre los océanos Pacífico y Atlántico. Mientras actores como el Reino Unido, China y España buscan consolidar su control sobre los recursos de la región, Argentina enfrenta el desafío de proteger su soberanía y los derechos sobre sus recursos marinos. La geopolítica del Atlántico Sur está lejos de ser resuelta, y la competencia por los recursos pesqueros continúa siendo un terreno fértil para las tensiones internacionales de estas tres grandes potencias.