En todo el territorio nacional, hoy, 12 de septiembre, se conmemora el Día de la Industria Naval Argentina, fecha instaurada por decreto del ex presidente desarrollista Arturo Frondizi en 1961.
La jornada invita a reconocer la trayectoria del sector, su vínculo con la pesca, el comercio exterior y el transporte fluvial y marítimo, así como los desafíos que enfrenta en la actualidad.
La industria naval argentina se consolidó como un eslabón fundamental en la economía del país. Su aporte ha sido decisivo para el transporte de cargas, la defensa, la actividad pesquera y la construcción de embarcaciones de distinta envergadura. Hoy, el sector se enfrenta al reto de modernizar su infraestructura, incorporar tecnologías de última generación y adecuarse a estándares internacionales de eficiencia y sustentabilidad.
En los últimos años, Mar del Plata se ha convertido en escenario central de botaduras de buques pesqueros, reflejo del esfuerzo conjunto entre astilleros, cámaras empresarias, sindicatos, autoridades y empresarios, como líquido motor de las demás industrias. Cada nueva embarcación puesta a flote simboliza no solo la continuidad de la tradición naval, sino también la capacidad del país para sostener una industria estratégica con mano de obra calificada y arraigo territorial.
Uno de los principales obstáculos que enfrenta el sector es el peso de los altos costos logísticos y operativos desfasados muchas veces por un Tipo de Cambio poco propicio, que condicionan la competitividad argentina en el comercio exterior y una mano de obra que saca del mercado cualquier proyeccion y planificacion de proyectos que muchas veces desde la decision hasta la botadura . Con estas cargas, no hay posibilidad de industrializar ni de exportar de manera sostenida, lo que genera un escenario de asfixia para la producción nacional.
En este contexto, la reactivación de la industria naval aparece como una necesidad urgente. Argentina necesita fortalecer su capacidad de construcción y reparación de buques, lo que permitiría reducir la dependencia externa, mejorar la logística del transporte fluvial y marítimo y abaratar costos estratégicos. Apostar al desarrollo naval es, en definitiva, apostar a un país más integrado y con mayores posibilidades de crecimiento.
La conmemoración constituye una oportunidad para reafirmar el compromiso con el futuro de la industria naval argentina, vital para la integración territorial, la competitividad internacional y el desarrollo soberano. Su articulación con proyectos energéticos, pesqueros y de transporte de cargas la convierten en un motor estratégico para el país.
Foto de Portada: Soldadura de una moneda en la quilla del BP Anita, 10 de junio de 2022, símbolo de prosperidad y buena fortuna, elegida precisamente para este día tan particular de la Industria Naval Argentina.
Al iniciar la construcción de un buque, existe una tradición ancestral cargada de simbolismo y solemnidad: la soldadura de una moneda en la fogonadura del palo mayor o en la quilla, el corazón mismo de la nave. Este gesto, heredero de siglos de cultura marítima, trasciende lo meramente ritual para convertirse en un acto que enlaza el pasado, el presente y el futuro de la embarcación.
La moneda, depositada en ese punto neurálgico, representa prosperidad, protección y buena fortuna, como si el metal precioso, al fundirse con la estructura, infundiera vida y carácter al navío que está por nacer. Es, además, un tributo a la mar y a los hombres que surcan sus aguas, una ofrenda destinada a apaciguar los caprichos de los océanos y a asegurar el regreso seguro de la tripulación. Así, con el brillo de esa pequeña pieza resguardada en la penumbra de la quilla, se sella un pacto invisible entre el hombre, la nave y el mar, marcando el inicio de una travesía que llevará no solo carga y tripulantes, sino también la esencia de una tradición que se resiste a perderse en el tiempo.