La reciente visita de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a Montevideo se ha convertido en el catalizador político que destrabó las negociaciones y allanó el camino para la aprobación del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur. Este miércoles, Bruselas confirmó oficialmente la validación del acuerdo, un paso decisivo que sitúa a ambas regiones ante la posibilidad de conformar una de las zonas comerciales más extensas y estratégicas del planeta.
El ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, Mario Lubetkin, calificó la noticia como un triunfo diplomático para su país y destacó la importancia del encuentro que Von der Leyen mantuvo en Montevideo durante la cumbre regional, pese a la fuerte oposición de algunos socios europeos, particularmente Francia, cuya resistencia quedó evidenciada durante las discusiones previas.
“El comisario de Comercio de la UE anunció el inicio del proceso final de ratificación del acuerdo. Confiamos en que los Estados miembros y el Parlamento Europeo le darán su aprobación antes de fin de año”, declaró Lubetkin en una entrevista televisiva, subrayando que el objetivo del gobierno de Yamandú Orsi es culminar la ratificación antes de diciembre.
De manera paralela, Uruguay avanza en la firma de un tratado similar con los países de la AELC (Noruega, Liechtenstein, Suiza e Islandia), cuya formalización está prevista para este mismo mes, consolidando así una estrategia de apertura comercial sin precedentes.
Un acuerdo que redefine relaciones comerciales
Von der Leyen celebró la aprobación del TLC, asegurando que su implementación permitirá a las empresas europeas reducir aranceles y costos, especialmente en sectores clave como el automotriz, la maquinaria industrial y las bebidas alcohólicas. A cambio, la UE abrirá su mercado a productos agropecuarios del Mercosur, entre ellos carne vacuna, azúcar, arroz, miel y soja.
“Las empresas de la Unión Europea y el sector agroalimentario se beneficiarán de aranceles más bajos y menores costes, lo que los convertirá en competidores más fuertes en la economía global”, escribió la mandataria en redes sociales.
Para el Mercosur, el acuerdo representa una oportunidad histórica de acceso preferencial a uno de los mercados más poderosos del mundo. El eurodiputado Juan Martín Rodríguez, presidente de la Comisión de Asuntos Internacionales, destacó el papel central de la visita de Von der Leyen a Montevideo, señalando que fue clave para acelerar las definiciones políticas; “Este es un día histórico para Uruguay y para todo el Mercosur. La presencia de Von der Leyen en nuestra cumbre fue decisiva, y hoy vemos los resultados de esa gestión, pese a la fuerte oposición europea, en particular la francesa”.
Resistencias y desafíos internos en Europa
El tratado, sin embargo, enfrenta una dura batalla en el seno de la UE. Países como Francia, Italia y Polonia han manifestado su preocupación por el impacto que la entrada masiva de productos sudamericanos podría tener sobre sus sectores rurales. El poderoso sindicato agrícola francés FNSEA advirtió que el acuerdo pone en riesgo la carne vacuna, la avicultura, el azúcar y el etanol europeos, y exigió medidas de salvaguardia más estrictas junto con compromisos ambientales verificables.
“La lucha continúa”, declaró la FNSEA, adelantando que intensificará la presión política para frenar o condicionar la ratificación.
Ante estas tensiones, la Comisión Europea ha prometido establecer “garantías sólidas” para proteger a los productores locales, incluso reservándose la facultad de intervenir en caso de que se generen desequilibrios graves en los mercados internos.
El contexto geopolítico y los próximos pasos
El TLC no solo tiene implicancias comerciales, sino también geopolíticas. Bruselas busca cerrar el proceso antes de que finalice el semestre, mientras Luiz Inácio Lula da Silva mantiene la presidencia rotatoria del Mercosur, aprovechando así un contexto político favorable para consolidar el bloque como un socio estratégico frente a la creciente influencia de otros actores globales, como China y Estados Unidos.
El texto final será traducido a los idiomas oficiales de la UE y remitido a los 27 Estados miembros y al Parlamento Europeo para su votación definitiva. La etapa que se inicia ahora será determinante: de su desenlace dependerá si este ambicioso acuerdo se convierte en una plataforma de integración y crecimiento o en un nuevo campo de disputa política interna.
De ratificarse, el tratado integrará a más de 700 millones de personas bajo un marco comercial sin precedentes, redefiniendo la posición de Europa y Sudamérica en el tablero económico mundial y marcando un nuevo capítulo en la relación entre ambos continentes.