Argentina se encuentra en un panorama económico complejo que afecta transversalmente a sus principales sectores productivos. Tanto la agroindustria como la pesca enfrentan desafíos significativos, aunque desde perspectivas diferentes, con puntos de convergencia que invitan a un análisis profundo.
Con el advenimiento de las resultantes de políticas que alentaron desinflar el disparatado modelo inflacionario argentino, comienzan a aparecer otros problemas a la vista. La rentabilidad es la clave de cualquier emprendimiento que desee prosperar y perdurar en el tiempo. El tema podría hasta ser más profundo, los grandes imperios desaparecieron cuando los flujos que los solventaba desaparecieron.
Todo el ambiente exportador acusa severos problemas, sus costos se multiplican por IPC que no baja con la violencia que impone el mecanismo de crawling peg con lo que generó, genera y por el momento si uno proyecta genera para este 2025, al menos otro 11-13% de descalce en el mejor de los casos, (infla proyectada en 25% y devaluación de la moneda del 13%)…
El campo y la agroindustria: La pérdida de rentabilidad
El sector agroindustrial argentino, históricamente uno de los motores de la economía nacional, atraviesa una crisis marcada por la caída en los precios internacionales de productos agrícolas como la soja, el trigo y en menor medida el maíz. Este retroceso, combinado con costos internos inflados en dólares, ha erosionado las rentabilidades del sector.
A esta situación se suma una elevada presión impositiva, con derechos de exportación que alcanzan el 25% en el caso del complejo sojero. Esta carga fiscal afecta significativamente la competitividad de los productos primarios, especialmente aquellos con escasa transformación industrial.
Sin embargo, el agro ha demostrado una notable capacidad de articulación política. La Mesa de Enlace, que agrupa a las principales entidades del sector, ha influido en la agenda legislativa y fortalecido la percepción pública sobre su relevancia como pilar económico de Argentina.
Después de los dramáticos eventos y sucesos que toda la sociedad vivió en una férrea postura del campo, con el gobierno nacional durante los años 2007 y 2008, surgió un movimiento que defiende los intereses del sector. Lo bueno, en lo malo, fue su exposición, donde el cittadino del asfalto pudo entender que la leche no salía de la heladera, como tampoco de la vaca, sino que había que hacer un esfuerzo casi sobrehumano y sacrificado para acceder a ese producto y otros de origen agrícola, hortícola y ganadero. Asumieron el costo, y hoy el sector tiene incluso representantes en ambas Cámaras del Congreso de la Nación que de ser necesario ponen un freno legislativo a embates alejados de la realidad de lo que se vive en el sector.
La Pesca: Mayor valor agregado, menor influencia política
En contraste, el sector pesquero enfrenta retos similares con particularidades propias, pero sin el grado de penetración en la sociedad, opinión pública y mucho menos en el gobierno, el cual erróneamente desde los principios de la gestión, piensa que la pesca no retribuye con creces mediante tasas, impuestos y otras erogaciones a las arcas municipal, provincial y nacional. La pesca y todo el complejo industrializador y TRANSFORMADOR de la materia prima, está compuesto esencialmente por una actividad que genera mayor valor agregado y empleo directo e indirecto que la agroindustria, pero no ha logrado alcanzar el mismo nivel de influencia política.
Uno de los principales obstáculos que hoy enfrenta es la perdida de rentabilidad y mucho puede influir en parte, la carga impositiva. Los derechos de exportación para productos pesqueros industrializados alcanzan el 6,5%. Aunque menor al 25% del complejo sojero, esta cifra impacta desproporcionadamente en un sector que exporta productos transformados, implicando más etapas de producción, generación de valor agregado, mano de obra y conocimiento argentino con destino el mundo, que generan un mayor impacto en las economías regionales portuarias.
Falta de articulación y desafíos del sector pesquero
El sector pesquero también enfrenta una caída sostenida en la demanda internacional, especialmente de productos clave como el langostino y la merluza, pero además, una fuerte caída en el consumo del mercado interno, que afecta también todo el complejo de variado costero que en otras épocas alimentaba las mesas turísticas de la ciudad siendo una demanda permanente por turistas y visitantes en toda época del año. Además, las discusiones gremiales y los problemas internos han dificultado la creación de un frente sólido que impulse negociaciones favorables ante las autoridades. Quizá una materia pendiente, el nivel de litigiosidad y la permanente descalificación de quienes aun estando equivocados pueden aportar ideas o gatillos que puedan aunar esfuerzos para una causa en común. El sector debe irremediablemente cambiar rumbo, porque la colisión puede estar cerca en caso de continuar por el mismo derrotero. Cambio el mercado, cambiaron las condiciones externas, cambió la gestión política y cambio el modelo de conducción económica; lo que no cambió es la mentalidad de quienes pretenden distinto rumbo manteniendo fijo el mismo timón.
Este contexto resalta la urgencia de implementar políticas que garanticen la sustentabilidad económica y competitividad del sector, subrayando la necesidad de una mayor articulación política y estratégica pero sobre todo el dinamismo que la gestión empresaria necesita para avanzar en caminos tortuosos.
Comparaciones y oportunidades de gestión
Ambos sectores comparten la necesidad de enfrentar una presión impositiva que mina su competitividad global. Sin embargo, la pesca enfrenta el doble desafío de una menor visibilidad política y una carga tributaria que afecta desproporcionadamente debido al mayor nivel de transformación de sus productos, además de aranceles de ingresos a los principales mercados internacionales, principalmente la Unión Europea.
El gobierno argentino debería considerar estas diferencias al diseñar políticas tributarias y de fomento productivo que es necesario que el sector las exponga. La pesca, con su capacidad para generar empleo y valor agregado, podría convertirse en un pilar estratégico para el desarrollo de las regiones costeras, al igual que el campo lo es para las zonas rurales.
Caputo y la mesa de enlace: El diálogo como herramienta estratégica
El ministro de Economía, Luis Caputo, confirmó que mantendrá una reunión con la Mesa de Enlace tras su regreso de un viaje oficial. El encuentro será clave para abordar las demandas del sector agropecuario, entre las que destacan:
- Eliminación de retenciones: Los derechos de exportación, que representan hasta el 25% en algunos productos, limitan la competitividad.
- Reforma impositiva: Se busca un esquema fiscal más equilibrado que contemple las particularidades de las economías regionales.
- Financiamiento accesible: La necesidad de medidas que faciliten inversiones frente a los altos costos.
El contexto climático también agrava la situación. La sequía y las altas temperaturas han impactado severamente los rendimientos, aumentando los costos y reduciendo los ingresos del sector, de hecho se conoció un indicador que explotó en el corazón del agricultor argentino, y es que el 67% de la soja implantada es a pérdida, con lo que significa para el trigo, girasol y otras especies menos rentables).
Haciendo una comparación, en el sector pesquero ocurre lo mismo. Se captura mucho pero los números son en rojo. El precipicio, de continuar en el mismo camino, está garantizado.
Caputo ha subrayado la importancia de reducir impuestos, siempre en el marco de mantener un superávit fiscal y la estabilidad macroeconómica.
En un mensaje claro, el ministro enfatizó: “La construcción de un país próspero requiere la colaboración de todos los niveles de gobierno, priorizando la eficiencia del gasto público y trabajando conjuntamente para aliviar la carga fiscal sin comprometer la estabilidad ”.
Luis caputo utilizó su cuenta X para enviar un contundente mensaje al campo y a la mesa de enlace, como a todos los argentinos:
La comparación entre la pesca y la agroindustria evidencia la necesidad de un enfoque integral y diferenciado para abordar los desafíos de ambos sectores. Mientras el agro ha consolidado su influencia política, la pesca debe fortalecerse como actor estratégico demostrando sus atributos y el fuerte compromiso con el sector laboral y transformador de materia prima. La pesca es más. Ambos sectores comparten un objetivo común: reducir la carga impositiva para recuperar competitividad y garantizar su sostenibilidad como motores de la economía argentina pero no sin antes conseguir mayor eficiencia y mejor administración de los flujos propios de cada grupo empresario de su respectivo sector.