Puerto Deseado atraviesa una de las etapas más críticas de su historia reciente. La actividad portuaria, que durante años fue un pilar central de la economía local y regional, se encuentra hoy profundamente deteriorada. La pérdida de su categoría exportadora, el retiro de empresas del sector pesquero y el desvío de buques hacia otros puertos patagónicos son manifestaciones concretas de un proceso de declive que lleva, al menos, años de consolidación y eclosión.
En este período, los conflictos sindicales recurrentes, sumados a la falta de interlocución entre el gremio de estibadores (SUEPP), el sector empresarial y las autoridades provinciales, han generado un aislamiento operativo e institucional del puerto. El no acatamiento sistemático de las conciliaciones obligatorias dictadas por la autoridad laboral, junto con la ausencia de instancias paritarias y un creciente nivel de precarización, han comprometido seriamente la sostenibilidad de la actividad portuaria en la ciudad. Las empresas optaron por elegir otros puertos menos conflictivos.
Actualmente, los trabajadores enfrentan un cuadro complejo: jornadas laborales extendidas, pérdida progresiva del poder adquisitivo, ausencia de negociación colectiva y una representación gremial fuertemente cuestionada, tanto desde el ámbito empresarial como desde sectores internos del propio sindicato. La actual conducción del SUEPP se encuentra en situación judicializada y sin canales formales de diálogo con los principales actores del sistema portuario. La situación es compleja y el entorno difícil para atraer inversiones que mantengan las fuentes laborales en lo alto del esquema portuario.
En términos operativos, la situación se ha visto agravada por el desvío masivo de buques hacia los puertos de Rawson, Madryn y Camarones, donde las condiciones laborales y la previsibilidad operativa han resultado más estables para los armadores y las empresas logísticas. A pesar de que el recurso langostino presenta un rendimiento biológico superior al 40% en esta temporada, Puerto Deseado no logra atraer actividad debido a la falta de condiciones mínimas para garantizar la continuidad de las operaciones.
Desde el punto de vista institucional, el puerto ha perdido presencia en las decisiones del consorcio portuario y ha visto frustrados múltiples intentos de reactivación. La falta de integración efectiva entre los trabajadores organizados, el gobierno provincial y el sector empresarial ha debilitado la estructura necesaria para sostener la actividad exportadora.
En este contexto, las elecciones sindicales que se celebran hoy, 21 de abril, adquieren una relevancia inusualmente alta. No sólo se define la conducción del sindicato de estibadores, sino que se establece un punto de inflexión respecto al rumbo que podrá tomar el puerto en los próximos años. De no mediar un cambio profundo en las formas de conducción y representación gremial, la proyección de recuperación en el corto plazo se vuelve altamente incierta.
Por su parte, el gobierno provincial ha anunciado recientemente un paquete de inversiones destinadas a reactivar la infraestructura portuaria, pero su ejecución queda condicionada a que se restablezcan condiciones básicas de operatividad y diálogo institucional. Sin estos elementos, las posibilidades de concreción efectiva de los anuncios se ven limitadas.
Puerto Deseado cuenta aún con recursos naturales y una localización estratégica en la economía marítima del país. Sin embargo, el deterioro acumulado en su entramado institucional, laboral y empresarial impide, al día de hoy, que estos factores puedan ser capitalizados.
La situación del puerto exige medidas urgentes, racionales y sostenidas en el tiempo. La reconstrucción del sistema operativo y la recomposición de relaciones laborales serán fundamentales si se busca revertir el proceso de desindustrialización y pérdida de competitividad que afecta actualmente a uno de los principales enclaves marítimos de la Patagonia argentina.